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¡AGUAS CON EL AGUA!

Por Juan José Rodríguez

Mayo 25, 2023 03:00 a.m.

A

La cortina de la presa El Realito pertenece a la Comisión Nacional del Agua, el ducto que a veces nos trae el líquido de su embalse es jurisdicción de la Comisión Estatal del Agua, que se lo tiene concesionado por 25 años a una empresa privada, y la red a donde llega y mediante la cual se distribuye a los hogares, es propiedad municipal. Otra: parte sustancial de las aguas residuales de la zona urbana discurren por drenaje municipal y descargan en una planta de tratamiento estatal, de donde una vez tratada se envía a la termoeléctrica de Villa de Reyes, propiedad de un organismo de la federación.

¿Resulta obligada o no la coordinación de los tres niveles de gobierno para encontrar solución al problema de abasto de agua que enfrenta la ciudad? Cualquier persona sensata dirá que por supuesto que sí, pero para nuestra desgracia el tema sigue siendo rehén de disputas políticas.

En el mejor de los casos, serán las circunstancias las que obliguen a los actores de este melodrama a comportarse responsablemente. Un caso se dibuja en el horizonte: el Gobierno gallardista decidió por su cuenta proceder a la rehabilitación de la presa El Peaje, que dejó de almacenar agua hace unos 20 años por la aparición de múltiples fisuras en su cortina.

Sin embargo, El Peaje descarga sus aguas en el embalse de la presa San José, de jurisdicción municipal, que a su vez envía el líquido a la planta de tratamiento de Los Filtros, operada por el Interapas. Originalmente, San José podía almacenar unos 12 millones de metros cúbicos. Hoy, a causa del azolve, si acaso puede contener entre 6 y 8 millones. Ese volumen le permite suministrar a Los Filtros un promedio de 250 litros por segundo, aproximadamente el 8 por ciento del consumo urbano.

Debidamente rehabilitada, El Peaje prácticamente duplicará la capacidad de almacenamiento actual. Es decir, junto con San José alcanzará entre 12 y 15 millones de metros cúbicos. Esto es bueno, pero lo que en realidad hará será prolongar en el tiempo la duración del embalse conjunto, no aumentar el suministro a la ciudad. Pero sí lo puede hacer.

Ampliando la capacidad del ducto que sale de San José y llega a Los Filtros, en lugar de 250 litros por segundo podría traer el doble. Esa opción justificaría incluso un nuevo tubo de mayor diámetro entre la cortina y la planta de tratamiento, cuya capacidad, de ser necesario, se puede ampliar sin muchas dificultades. Son unos cuantos kilómetros.

Si eventualmente el volumen de agua superficial procedente del sistema San José-El Peaje llega a duplicarse, en esa misma proporción podría dejarse de extraer del manto acuífero, que no obstante la veda impuesta hace 60 años sigue agotándose.

Todo esto es técnica y financieramente posible (la aportación estatal sería menor que el costo de la Arena del Potosí), pero es imposible si Gobierno/CEA y Ayuntamientos/Interapas son incapaces de ponerse de acuerdo.

Los expertos que hemos consultado coinciden en un punto: las dificultades de la zona conurbada en materia de abastecimiento de agua deben atenderse en dos dimensiones: la inmediata, por su grado de urgencia, y la de mediano y largo plazo.

Por cuanto hace a la primera, obligada básicamente por las muy frecuentes fallas del ducto de El Realito, la reparación de su cortina y la ausencia de lluvias, está en marcha un plan emergente de la autoridad municipal, que incluye rehabilitación de pozos, obtención de volúmenes privados, reparto con pipas; una campaña de sensibilización social, etc. Todo esto puede sacarnos del apuro o hacer que las penurias sean menores los próximos meses, pero nada más.

Para propósitos de largo plazo, hay varias alternativas a cual más de interesantes. A reserva de retomarlas en ocasión posterior, por ahora conviene recordar que hace once años, cuando se inauguró El Realito, con sus 50 millones de metros cúbicos de capacidad, se nos dijo que resolvería el abastecimiento de agua en esta zona conurbada por lo menos durante 25 años. Cuando funciona su ducto, llegan entre 450 y 500 litros por segundo, pero la capacidad es para el doble. Máxime que a mitad del proyecto el gobierno de Guanajuato se retiró y no aportó ni un centavo. Esto significa que San Luis Potosí -que sí puso su parte- puede optar por el doble de ese caudal. Suficiente para entre 400 y 500 mil personas.

Puede sonar ridículo pensar en traer el doble de agua por un ducto que se revienta cada vez que lo llenan, pero es viable, a partir de dos premisas: Se dejaría de sobreexplotar el acuífero subterráneo, y un buen planteamiento a la empresa concesionaria (a final de cuentas es ICA) podría hacerle atractivo reponer el ducto chafa en todos los kilómetros necesarios para sustituir materiales inadecuados y corregir fallas de trazo, a cambio de prolongar la concesión por otros 25 años. Sería buen negocio.

Una idea como ésta, y como muchas otras igual de interesantes, solo serían viables si las impulsaran al unísono la Conagua, la CEA, el gobierno del Estado, los ayuntamientos de la capital, Soledad y Cerro de San Pedro, y el Interapas. Así, distantes e inmersos en la grilla, medio podrán arreglar lo urgente pero no lo importante.

Sobre la temática existe mucho material, pero recién la UASLP acaba de concluir un estudio hidráulico de alcance estatal, que se supone será de lo más completo y actualizado. Según parece estará listo para su difusión antes de que concluya junio. Será interesante conocerlo.

SON INFALIBLES

Una de las mayores habilidades comunicativas del gobierno gallardista es que, mediáticamente hablando, son capaces de convertir sonoros fracasos en clamorosos triunfos (según ellos). 

Ayuda de memoria: hace un par de meses el gobernador Ricardo Gallardo Cardona anunció que su administración se proponía auxiliar a la Guardia Nacional y al Ejército en la vigilancia de las carreteras federales, donde muchos infractores se escapaban porque utilizaban vehículos potentes. Para concretar sus propósitos, dijo, compraría y convertiría en patrullas automóviles deportivos como Mustangs y Camaros.

Todavía no se informaba siquiera de si tal intención era realizable y ya había comprado 50 unidades, cuyo costo promedio es de un millón 200 mil, que equipados sube a un millón 500 mil, pero que se informó costaron 100 millones de pesos. Para empezar, ya había un sobreprecio de 25 millones que nadie sabe dónde quedaron.

Alguien le sopló al oído y tuvo que decir que estaba en trámite un convenio con autoridades federales, para que agentes y patrullas estatales pudieran incursionar en carreteras de jurisdicción federal, y que en su caso los elementos locales no portarían armas, no detendrían vehículos sospechosos ni aplicarían multas a infractores  (¡¿Entonces a qué diablos iban?!). Pasaron los días y nada de convenio, por lo que luego desde Palacio se dijo que la autorización sería tramitada en la mesa de seguridad que se reúne a diario. Nada. 

Finalmente, una vez más la realidad aplastó los delirios gallardistas: los flamantes superdeportivos de la también flamante División Caminos de la Guardia Civil Estatal no podrán andar en carreteras federales. Una vez que la negativa de la paisana Rosa Icela Rodríguez fue oficial y categórica, las mañas comunicativas de esta administración salieron a relucir.

Según ellos, nuestro estado tiene ahora un cuerpo de seguridad -la División Caminos- novedoso, modélico y muy tirilón, que es la envidia de todo el país; las carreteras estatales, algunas de las cuales no están en muy buenas condiciones que digamos, serán ahora el sitio más seguro del planeta. Todo, gracias a 50 patrullas tripuladas por elementos capacitados a toda prisa, y que si trabajan en tres turnos, se convertirán en 16 o 17 operando al mismo tiempo.

Cuando se hizo evidente que con todo y que, según presumen sus lambiscones, Gallardo se lleva de a piquete de ombligo con López Obrador y es el gobernador mejor calificado en todas las encuestas, le dijeron no, no y no a su caprichito patrullero, salió a dar la cara el general Guzmar, quien, no sé si con sorna, dijo que las nuevas unidades trabajarían en caminos estatales, pero no servirían en las terracerías, llegados a las cuales tendrían que utilizar pickups. La duda queda en el aire: ¿Cada Mustang o Camaro traerá remolcando una camioneta y cuando se necesite transitar brechas los patrulleros dejaran el superdeportivo estacionado, se treparán en la pickup y a darle. ¿O cómo?

Así, el rotundo fracaso del caprichito mustangero se convirtió en un clamoroso triunfo de la imaginación gallardista en materia de vigilancia carretera. La verdad es que, con el sello de la casa, se apresuraron a dar por hecho algo que no dependía de ellos, derrocharon dinero que no es suyo y ahora se autocomplacen hasta perder el sentido. 

Y todos nosotros tan crédulos y aplaudidores. 

COMPRIMIDOS

Hay días confusos. El sábado finalmente no vino a visitarnos la Corcholata mayor por culpa del volcán, pero igual la ciudad amaneció cubierta de mantas con leyendas como “Claudia es Verde” o “Es Claudia” con las letras en verde. Aquí el dueño, amo y señor del PVEM es Ricardo Gallardo. Un día después, él mismo, se quejó de que las corcholatas todas andan muy aceleradas, reclamó en tono enérgico al INE y al Ceepac por no impedirlo y acabó recomendándoles que se apacigüen un poco. ¿Usted entiende? ¿Y si viene el recién auto destapado Güero Velasco, amigo, compadre, hermano y guru, de Gallardo, qué va a hacer éste? ¿Decirle que mejor no venga o qué?

Dice el señor gobernador que los miles de boletos para ver a Luis Miguel que planea conseguir y regalar no le van a costar al erario, gracias a un “convenio de colaboración” con quién sabe qué empresa. Ya sabemos que la vocación de este gobierno es la opacidad, el secretismo, pero no hay que darse por vencidos: ¿Sería mucha molestia preguntar de qué clase de convenio estamos hablando, qué prestaciones y contraprestaciones impone?  ¿Cuál es la empresa involucrada? Este es otra de los cada vez más frecuentes y descarados, montajes de Gallardo para vernos la cara de sus tontos. Y todos nosotros tan crédulos y aplaudidores.

Nomás por no dejar: el sábado se concretó la donación al club Atlético de San Luis, de once hectáreas de terrenos cercanos al aeropuerto, para que construya una unidad deportiva. Originalmente se había hablado de que sería un comodato. Son cosas muy distintas. Ya metidos en la pedidera, sería mucho pedir que se informara cómo obtuvo la propiedad de ese predio la administración gallardista; si lo compró, a quién y a cómo lo pagó. Las versiones hijas de la opacidad es que esas hectáreas son una pequeña parte de una superficie de más de 200, propiedad privada de un miembro del Clan.

Hasta el próximo jueves.