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Al gato y al ratón

Por Miguel Ángel Hernández Calvillo

Agosto 18, 2020 03:00 a.m.

No jugar “al gato y al ratón”, pide el secretario general de gobierno de la entidad potosina, Alejandro Leal, a distintos establecimientos comerciales que se niegan a cumplir con las medidas de prevención y contención del Covid-19 para evitar que se agudice su propagación. Lo anterior, luego de que los llamados de la autoridad a conducirse, en los términos apuntados, sean reiteradamente ignorados. El problema es que, a estas alturas de la crisis, sanitaria y económica, ya no se sabe quién es el gato y quién el ratón. El aforismo del juego del gato y el ratón es interesante para explicar las relaciones de poder. Elías Canetti, en su obra “Masa y poder”, se refiere a la capacidad del gato para atraer nuevamente a su régimen de fuerza al ratón, luego de haberlo soltado para que corra un tramo, destacando que “apenas comienza a jugar con él, agrega algo nuevo”, y eso nuevo son elementos de poder tales como el “espacio que controla”, los “vislumbres de esperanza que concede”, la “vigilancia meticulosa” y otros que permiten distinguirlo de la mera fuerza.  

     Que las autoridades pidan que no se juegue al gato y al ratón, revela que el detentador de la autoridad, el depositario de la fuerza (legal), se ha visto rebasado por no pocos prestadores de servicios que se han salido de su espacio de control, tal vez porque los vislumbres de esperanza que concede son de conveniente como política “manga ancha” y, por ende, con una vigilancia bastante relajada. Cuando al gato, que detenta la fuerza, se le ha salido de su esfera de control el ratón, se pierde “capacidad” sin que necesariamente se agote la fuerza. Esa “capacidad” es lo que define propiamente como “autoridad” a la “autoridá” (o viceversa). El punto es que, en tiempos de pandemia, ese juego se vuelve especialmente peligroso y, lamentablemente, mientras se reacomodan las fuerzas, procede cobrando más y más vidas. El asunto no sólo es de la fuerza en sí que pueda desplegar el gato, sino de la capacidad que pueda tener el ratón para “volver loco” al gato cuando se escapa de su espacio de control. Algo así como las clásicas aventuras de Tom y Jerry, donde el minino termina hasta hipnotizado por el habilidoso ratón.

     El poder del Estado, siguiendo a otro clásico como Nicos Poulantzas, es una “condensación material de un campo relacional entre fuerzas”, donde ciertas clases o fracciones de clase pueden limitar o ampliar el impacto de ese poder, de acuerdo a intereses concretos y circunstancias. Por tanto, en ese rejuego de fuerzas, por lo menos habría que aspirar a un cierto equilibrio para no afectar a la gran mayoría de la población, que en el caso que nos ocupa, también podría poner algo de su parte para evitar que se agudice la situación (sea exigiendo que se cumpla con las medidas de prevención y contención, sea que se abstengan de acudir a lugares riesgosos de contagio, sea denunciando que alguno de los jugadores -o ambos- se hagan guajes y/o terminen cambiando los papeles que les toca desempeñar en ese juego de gato y ratón). En todo caso, lo que interesa destacar es el riesgo cierto -y mortal- de seguir padeciendo una situación un tanto anárquica, que ubica a la entidad potosina como de constante peligro para toda la población, mientras no se atienda cualquier recomendación, por mínimo que sea o parezca su impacto en el conjunto de medidas y esfuerzos desplegados para su control.