Al perro más flaco se le cargan las pulgas

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Un artículo publicado el pasado 8 de mayo en la revista “Science Advances” por un grupo de investigadores encabezado por Colin Raymond del Instituto de Tecnología de California, reporta datos alarmantes sobre la ocurrencia de episodios extremos de calor y humedad en diferentes lugares del mundo. En dicho artículo se reporta un análisis de datos proporcionados por cerca de 8,000 estaciones meteorológicas en el periodo 1979-2017. Los autores encuentran que los eventos climáticos en los que se combinan altos niveles de humedad con altas temperaturas ambientales son cada vez más frecuentes por efecto del calentamiento global.

Como sabemos, la temperatura normal del cuerpo humano ronda los 36.5 grados centígrados, misma es mantenida por un balance entre el calor internamente generado por nuestro metabolismo y el calor disipado al medio ambiente a través de la piel. Con relación a esto último, hay que notar que la temperatura de la piel es de aproximadamente 35 grados centígrados, de modo que si la temperatura ambiental es menor a este valor, la piel no tiene impedimento para emitir calor hacia el medio ambiente y de esta manera mantener nuestra temperatura corporal. 

Si, por otro lado, la temperatura ambiental es mayor que la temperatura de la piel, no es posible que ésta disipe calor hacia el medio ambiente de manera directa. En estas condiciones, un segundo mecanismo entra en funcionamiento y el cuerpo libera el exceso de calor por medio del sudor. Dicho en pocas palabras, el sudor se evapora al estar en contacto con la piel y para esto necesita de una cierta cantidad de calor que extrae del cuerpo a través de la piel.  

Hasta aquí, el mecanismo de disipación de calor de nuestro cuerpo funciona de acuerdo a como fue diseñado. El diseño, sin embargo, presupone ciertas condiciones ambientales que Colin y colaboradores encuentran se están violando cada vez más frecuentemente. Para entender esto, hay que tomar en cuenta que la velocidad con que se evapora el sudor depende de la humedad ambiental, y que ésta es más baja en cuanto más alta es la humedad del aire. De hecho, la velocidad de evaporación se anula teóricamente cuando la humedad ambiental es de 100%. Asumiendo que esto ocurre, una temperatura ambiental superior a los 35 grados centígrados constituye teóricamente la máxima compatible con la vida, al menos por periodos de tiempo relativamente largos –si bien, por supuesto, es posible soportar una temperatura mayor a los 35 grados centígrados con una humedad ambiental menor al 100%.

En su estudio, Colin y colaboradores encontraron muchos casos en los que se alcanzaron combinaciones de humedad y temperatura cercanas a la máxima tolerable. Igualmente, encontraron dos localizaciones en las que se alcanzaron, en múltiples ocasiones, combinaciones humedad-temperatura incluso superiores a la máxima compatible con la supervivencia, si bien sólo por espacio de una o dos horas. 

Los valores de humedad-temperatura más altos se encontraron, entre otros sitios, en puntos localizados en la costa del golfo Pérsico, la costa este de la India, el norte de la India y Pakistán, el noroeste de Australia y la costa del mar Rojo. Se encontraron también altos valores de humedad-temperatura en la costa del golfo de California y en la costa del Golfo de México. En San Luis Potosí, específicamente en Matlapa, la combinación humedad-temperatura alcanzó, en algún momento, el máximo valor compatible con la vida. 

De acuerdo con Colin Raymond,  se anticipaba que en algunas décadas a partir de ahora crecerían en frecuencia los episodios extremos de humedad-calor en la medida en que avanzaba el calentamiento global. Los resultados de su análisis, sin embargo, demuestran que las proyecciones estaban equivocadas y que el fenómeno ocurre ya en la actualidad.

Tenemos así una faceta más de los efectos que está generando el calentamiento global. En los países ricos, los episodios de humedad-calor pueden ser mitigados por medio del aire acondicionado. Esto no es necesariamente cierto con respecto a países con recursos limitados. Así, al igual a como ocurre con la actual pandemia, los más afectados pueden llegar a ser los países más pobres. O, dicho de otro modo: al perro más flaco muy probablemente se le cargarán las pulgas.