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Así las cosas

Por Óscar G. Chávez

Diciembre 28, 2024 03:00 a.m.

A

El próximo año, no augura nada bueno para el estado de San Luis Potosí y los potosinos que en él habitan. La muestra perfecta lo fue este año que está por acabar y nadie, salvo el gobernador, su gabinete, el alcalde y el cabildo de la capital (que también se pudiera extender a casi todos los municipios) puedan decir que tuvo algún resultado positivo para la administración pública y la política en el estado. 

Dentro del aparato gubernamental este año estuvieron más presentes que los anteriores, la imposición, la inexperiencia, la falta de conocimiento y de voluntad, la desorganización y la incompetencia, el encubrimiento, el favoritismo, la falta de transparencia, el desvío de recursos. Tampoco es necesario remarcar lo ineficiente que continúa siendo las burocracias estatal y municipal, dirigidas por personajes que se promocionaron, prometieron y afirmaron ser distintos y mejor que cualquier otro que les hubiera antecedido. El alcalde de la capital, incluso, tuvo su reelección.

Desde cualquier ángulo que se les quiera ver siguen presentes el autoritarismo unipersonal del gobernador, la falta de transparencia, el muy cuestionable manejo de los recursos públicos, la falta de coordinación entre aquel y sus subalternos, por lo que siempre acaban diciendo lo que Dios les da a entender; y si esos son los problemas de forma, de los de fondo habrá mucho más que enumerar. 

Continúa en primer lugar la inseguridad que, según dijeron gobernador y alcalde, desaparecería hace tres años; anteayer supimos de una balacera entre comerciantes en pleno centro histórico.  En el rubro de las obras públicas que mucho dejan (pero no a la ciudadanía) y poco avanzan sigue sin haber claridad en cuanto al manejo de recursos y su asignación a contratistas allegados a las respectivas administraciones. 

Los boquetes al erario y la distracción de recursos en proyectos personales continuo y seguro continuará como el principal generador de recortes presupuestales y despidos masivos  “por órdenes superiores” en diversas dependencias. Aquí es necesario señalar que ése es el aparente motivo, la realidad es que continúa el acomodo de personal afín al gallardismo, como parte de la estrategia para acrecentar la estructura verde con miras al proceso electoral del 2027.

Quizá esos reemplazos también son necesarios, siguiendo la misma lógica, por la posibilidad de cubrir con mayor prontitud las actitudes ilícitas y delictivas de algunos funcionarios y exfuncionarios, de los que nada se dice, pero tanto en su conducta como en los saqueos hormiga, han resultado más peligrosos y nocivos que muchos de administraciones anteriores. 

En ese sentido continúa la impunidad de exfuncionarios, con todo y estruendosas frases confeccionadas a modo como aquella del “fraude del siglo”, del que ya nada se supo y permite comprobar  que mientras se entregue alguna cantidad absurda  (sin contar lo que va por debajo de la mesa), los delitos por graves que hubieran sido no son materia de sanción. Y la gris y sumisa fiscal, ¡vaya decepción! sirvió para lo mismo y para nada.   

Para 2025 la gallardía se afianzará, como consecuencia de la inoperancia de una oposición aletargada, de vacaciones desde el diciembre antepasado o inexistente; poderes, organismos e instituciones se han sometido a los caprichos, sacrificando dignidades. Nadie cuestiona  ni actúa como oposición real frente a una gavilla de delincuentes y facinerosos, las cosas serán peor de como pintan hasta ahora. 

De Morena, su decorativa presidenta local, sus diputados, sus delegaciones y toda su estructura,  nada qué decir, frustración y decepción van de la mano. 

Palomitas, palomitos, con todo y su inocencia no se dejen sorprender.

Por aquí nos vemos el próximo año, si hay jabón que nos patrocine. Gracias por las lecturas en éste.