¿Borgoña en México? II

Ayer realizamos la segunda cata de un pequeño ciclo cuya intención es tener un mejor panorama de los proyectos mexicanos que están trabajando con uvas originarias de la Borgoña: pinot noir, chardonnay y gamay, dado que, en papel, nuestra geografía y clima no serían favorables para producir vinos de calidad de, al menos, las variedades tintas, que requieren de condiciones muy especiales para mantener un viñedo exitoso. El ejercicio de esta segunda parte, chardonnay y gamay, resultó por demás interesante, atractivo, y los resultados, inesperados.

Es necesario decir que tanto la experiencia de hace dos semanas como la de ayer fueron tan afortunadas gracias a la participación de atentos y sensibles aficionados y de profesionales experimentados y agudos: la aportación de la decena de compañeros (en suma, enófilos de cepa todos ellos) que pusieron sus cinco sentidos y su inteligencia para evaluar con mucha puntualidad y franqueza los ejemplos elegidos fue invaluable. Agradezco mucho sus contribuciones.

Reunimos, pues, tres etiquetas de chardonnay y dos de gamay para hacer una cata semiciega (conocíamos las etiquetas, mas no el orden en el que se cataron): los mexicanos Casa Baloyán Chardonnay Reserva Privada 2015 y L.A. Cetto Otoño Gamay 2016 se midieron a los Kirkland Signature Series Chardonnay Russian River Valley 2017 de Sonoma, Faiveley Meursault 2007 y Lucien Lardy Moulin-a-Vent Les Thorins 2016, estos dos últimos de la Borgoña.

El objetivo de esta comparativa fue, más que el intento de deducir la correspondencia de copas con etiquetas, evaluar los vinos cualitativamente para saber cuál le parecía más virtuoso a un grupo bastante plural y cuál menos. El segundo objetivo fue escudriñar entre ellos para ver si alcanzábamos a percibir un rasgo que identificara los terruños mexicanos ante los extranjeros. Los rangos de precio y edad en esta ocasión añadieron un interés, pues el costo de las botellas iba de los $200 a los $2,000 y del 2007 al 2017.

Antes de comentarte los resultados numéricos, caro lector, quisiera hacer una consideración menos objetiva, si me permites, pero que siento resulta pertinente. Con excepción del Kirkland, todas las etiquetas fueron probadas por mí en distintas etapas de su vida, y ayer, el comportamiento de la botella de Baloyán mostró que necesita algunos años de guarda para expresar todo su potencial, cosa ya ganada por el Meursault. 

En cuanto a lo deductivo, esta cata resultó menos complicada y varios atinamos el 100% de las copas en correspondencia con sus botellas, aunque las diferencias entre los gamays no fueron tan evidentes como en papel se esperaba: ambos pasaban por beaujolais. Creo que dentro de los pinitos de la variedad en México, esto resulta un acierto: el carácter llegará después. Aquí la confirmación del primer ensayo de respuesta a la pregunta que intituló la cata y esta colaboración: ¿Borgoña en México? Sí, gracias. 

Entre los chardonnays, el vino menos gustado, con una calificación de 8.72 sobre 10, fue el mexicano. En segundo lugar: El de Sonoma, con 8.90. El primer lugar fue para una memorable botella de Mersault, madura y complejísima, que fue el vino mejor evaluado de todo el ciclo: 9.30. Los gamays obtuvieron un empate técnico, lo que fue una de las grandes sorpresas de este ejercicio: 8.80 para México y 8.88 para Francia, pero hay que tomar en cuenta que la botella de L.A. Cetto cuesta una cuarta parte de la borgoñona.

Hay algo curioso con este gamay mexicano: dado que, en teoría, Baja California no es un terruño muy propicio para esta variedad, llevo mucho tiempo tratando de obtener información sobre la ubicación y características del viñedo, pero nadie en la vinícola parece saber los detalles del origen de este milagroso vino. Una vez que conozca más detalles, esta etiqueta podría ser mi candidata para mejor vino mexicano por menos de $200, quizás incluso el mejor gamay del mundo por debajo de este precio.

Conclusión: México demuestra que tiene espacios y climas propicios para una gama muy amplia de variedades de la vid; si bien no tenemos aún rasgos de estilo muy bien definidos, un modelo, una trayectoria o una solidez, las uvas de la Borgoña tienen en nuestro territorio un futuro promisorio, por decir lo menos. 

En otro tema, aprovecho para comentarte, caro lector, que este sábado 28 de septiembre se celebra la Fiesta de la Vendimia de Vinícola Pozo de Luna en la Exhacienda El Jaralito, en Soledad de Graciano Sánchez. Es un acontecimiento muy bello en donde el vino y su armonía con la gastronomía realmente son los protagonistas: se ofrece un banquete de 5 tiempos expresamente creado para casar con cada una de las etiquetas de Pozo de Luna, este menú se sirve este día y no se repite jamás. El marco es una maravilla de historia, arquitectura y paisaje. Te atienden como si estuvieras en un restaurante de lujo. Aparte hay música en vivo de gran calidad y clase, actividades como pisado de uvas, recorridos, la premiación de un concurso literario, en fin… Quedan pocas mesas, no dejes de asistir: 444 142 2423.