Camino de incertidumbre (política)
A unos días de que se conozcan los nombres de quienes serán abanderados(as) de distintos partidos políticos a la gubernatura potosina, surgen cada vez más quejas sobre la (in)certidumbre con la que se han manejado hasta las reglas de los procesos internos mismos y la pregunta que salta, entonces, es si se trata de una inquietud compartida entre las mayorías militantes o simpatizantes y las minorías dirigentes. ¿Por qué? Pues porque pareciera que, de pronto, ya estarían resueltos o encaminados los resultados a favor o en contra de aspirantes determinados por parte de quienes, en “petit comité”, toman las decisiones en este tipo de organizaciones. No es de sorprender, tampoco, porque la crisis de credibilidad de los partidos, en general, se ha vuelto emblemática de nuestro sistema político y pareciera, luego, no interesar revertirla sino, incluso, agudizarla.
El asunto es, pues, si las minorías dirigentes lograrán imponer sus visiones o intereses de lo que, suponen, se requiere en determinada coyuntura de tiempo y lugar, considerando que no siempre se empatan con las que sostienen militantes y/o simpatizantes. Todo esto, por supuesto, advirtiendo sobre la salvedad de los derechos correspondientes a la paridad de género y demás acciones afirmativas en pro de la equidad para participar democráticamente. En el caso del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), se han presentado inconformidades, demandando claridad en toda la instrumentación de las reglas del proceso electivo interno, esperando una respuesta de la dirigencia nacional que ponga fin a las inquietudes luego de manifestar que se reservaría ese espacio para cumplir con un mandato constitucional y del tribunal electoral del poder judicial federal.
Pero la incertidumbre ha brincado más todavía por la posible definición a favor de una candidatura externa que podría recaer, se menciona con insistencia en redes sociales, en la persona de Ninfa Salinas, hija de Ricardo Salinas Pliego, prominente empresario de medios de comunicación que mantiene puentes de entendimiento con el actual gobierno a través de quien fuera, hasta hace poco, secretario de educación y fuerte aspirante a la gubernatura de la entidad potosina, Esteban Moctezuma. En tal contexto es que pueda tener alguna lógica la especulación en comento, así como, tal vez, asumir que podría representar un contrapeso a las candidaturas que surjan de otros partidos y sus coaliciones, toda vez que, dado el perfil específico de la señora Salinas (como antes Esteban) ni modo de suponer que no se le apoyaría con toda la fuerza económica y política que fuera necesaria.
En el Partido Acción Nacional (PAN) ocurre algo similar, al extremo de que ha tenido que intervenir una instancia externa, representada por un poderoso sector empresarial de la entidad potosina, para llamar a que se respeten los resultados por parte de los precandidatos -ya no digamos para que sigan la fiesta en paz, sino para concluirla sin el riesgo de una ruptura que podría ser fatal-, luego de que se han polarizado las preferencias entre las dirigencias nacional y local de este partido. Todo esto, después de que se han multiplicado quejas diversas como la compra de conciencias, violencia política de género, así como dimes y diretes que alertan de ese riesgo de rompimiento de la unidad política que dicen privilegiar.
Estamos a poco de que se despejen las dudas sobre quienes triunfen en los procesos internos; empero, podrían quedar otras dudas sobre lo que se planteó al inicio: las motivaciones últimas que han propiciado que las diferencias entre militancias y dirigencias hayan escalado al punto de que hoy prevalezca una ominosa incertidumbre.
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