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Capítulo 4 El Regreso al Mundo Real

Por Martha Ocaña

Agosto 28, 2024 03:00 a.m.

A

El verano estaba terminando, y Ximena, Sara, Mia y Marcelo se sentaron bajo un árbol grande, recordando todas las aventuras mágicas que habían vivido como sirenas, tritones y hadas. Pero ya extrañaban ser niños normales.

“Ser una sirena es genial,” dijo Ximena, “pero echo de menos correr rápido y saltar alto.”

“¡Yo quiero montar en bici y hacer carreras!” añadió Mia, moviendo los pies con emoción.

“¡Y jugar fútbol hasta cansarme!” gritó Marcelo, levantando las manos al aire.

Sara, siempre lista para una idea nueva, sonrió. “¿Por qué no hacemos una última gran aventura aquí, pero con un toque especial?”

Los otros tres la miraron con curiosidad. “¿Qué tienes en mente?” preguntó Ximena.

“¿Qué tal si hacemos una búsqueda del tesoro, pero con desafíos para completar en cada paso? ¡Será como en nuestras aventuras, pero aquí en el parque!”

A todos les brillaron los ojos con entusiasmo. Sin pensarlo dos veces, se levantaron y comenzaron a planear el juego. Decidieron que Ximena escondería un “tesoro” (una pequeña caja con caramelos) y los demás tendrían que encontrarla siguiendo pistas, pero había un truco: cada pista solo se revelaría después de superar un desafío.

Primero, Mia y Marcelo corrieron al bosque, donde tenían que encontrar la siguiente pista… ¡colgada en lo alto de un árbol! Mia, siendo la más ágil, trepó rápidamente, mientras Marcelo la animaba desde abajo. Con la pista en la mano, saltaron de alegría y corrieron hacia la colina.

En la colina, la pista estaba escrita en un papel enrollado, pero estaba guardada en una botella en medio de un charco. “¡A saltar sin mojarse!” gritó Sara, desafiando a los otros dos. Saltaron de piedra en piedra, tratando de no caer en el agua, riendo a carcajadas cuando Marcelo casi resbaló pero logró equilibrarse en el último segundo. Con la pista en manos, corrieron cuesta abajo.

Finalmente, llegaron a la fuente, donde la última pista los esperaba... ¡pero estaba en lo alto de la fuente, protegida por un chorro de agua! “¡El que logre agarrarla sin mojarse, gana!” dijo Mia, retando a todos. Sara, que había guardado una botella vacía, la usó para desviar el chorro mientras Marcelo estiraba el brazo y tomaba la pista, saltando de alegría.

La última pista los llevó a un pequeño montículo de tierra, donde desenterraron el tesoro. Cuando abrieron la caja y vieron los caramelos, gritaron de emoción y empezaron a repartirlos entre risas y abrazos.

“¡Este ha sido el mejor juego de todos!” dijo Ximena, sonriente.

“Y lo mejor es que lo hicimos juntos, como siempre,” añadió Sara.

“¡Somos un gran equipo!” gritó Marcelo, haciendo una pose de superhéroe mientras masticaba un caramelo.

Y así, con los bolsillos llenos de dulces y el corazón lleno de alegría, caminaron juntos hacia casa, sabiendo que las mejores aventuras son las que compartes con tus amigos.