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Chaparrones y aguaceros

Por Marta Ocaña

Junio 28, 2023 03:00 a.m.

A

Me ronda la idea de la falta de lluvia, de la tristeza de la tierra seca y las piletas vacías, las fuentes calladas y tanta gente sin agua.

Me pregunto cómo hemos podido crecer con esa indiferencia por el cuidado y el uso indiscriminado de ella: a ratos me alcanza la culpa y la ingenuidad de otros años cuando no cuestionábamos la frecuencia de las tormentas ni el origen de ese líquido que nos mantiene vivos.

Hoy y cada día, se hace más urgente la conciencia sobre su distribución y su consumo y nos damos cuenta que no es una ocurrencia de los futurólogos de otros tiempos, el que la próxima confrontación de las tribus en el mundo sea por el agua.

En esta ciudad hoy estamos en la antesala de vivir las consecuencias de una infraestructura defectuosa de una negligente e histórica administración de este recurso vital, y la sola sospecha de que empiece a ser restringida, nos pone a pensar seriamente en la forma cómo nos hemos relacionado con ella, a lo largo de la vida de generaciones y generaciones, hasta colocarnos en esta situación.

Es evidente que nos ha faltado educación cívica, más allá de conocer los señalamientos de tránsito, las reglas ciudadanas que por cientos de años se vienen creando y modificando según la época y sus necesidades. Pero hoy, nuestro comportamiento ciudadano deja ver que nos ha faltado aprender a cuidar los recursos naturales para preservar nuestra propia y valiosa existencia.

En fin, yo también he sido parte de ese descuido y de dar por hecho que el agua iba a seguir brotando de algún lado, de por vida e infinitamente. Juntos hemos permitido que los ríos y los lagos se contaminen; que los mantos acuíferos se envenenen con metales pesados, con residuos de la industria, con pañales, plásticos y basura de toda clase hasta los objetos menos pensados.

Los canales pro naturaleza se cansan de mostrarnos los efectos de todo ello en la flora y en la fauna, y nosotros nos conmovemos momentáneamente sin que, las imágenes nos lleven a un cambio de conducta para un cambio a favor del ecosistema que habitamos y que se interconecta a lo largo de todo el planeta.

No sé si sea la desilusión de ver cómo hoy volvió a amanecer despejado, que las nubes de ayer se alejaron a la velocidad de la noche, que me hace sentir como que se me perdió algo, como que alguien pasó de largo sin detenerse o si el exceso de comunicación e información, me desmoralizan.

Ojalá las celebraciones de las tribus ancestrales que todavía pisan nuestros territorios, tengan éxito con su danza que implora a través de movimiento corporal y los sonidos con instrumentos arcaicos y que, mágicamente vuelvan los chaparrones y los aguaceros, las trombas moderadas, los vendavales y el chipi chipi que tanto extraño.

Que vuelva el agua y nos recuerde que venimos y somos gracias a ella.