Chiva loca
Así ha sido identificado por agencias del gobierno estadounidense Javier Lozano Alarcón, un golpeador sistemático de Andrés Manuel López Obrador y famoso por espetar al chino que tenía una cama formada con pacas de millones de dólares, Zhenli Ye Gon, la frase matona “coopelas o cuello”. El mote con el que se ubica a Lozano puede parecer meramente anecdótico, pero ya se sabe que los gringos “no dan paso sin huarache” y, en el fondo de la forma, se muestra no sólo el talante del sujeto en mención sino, sobre todo, el grado de putrefacción alcanzado, sin solución de continuidad, por una pandilla criminal incrustada en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Los casos de García Luna y Cienfuegos resultarían los puntos visibles de ese iceberg que hundió al país los últimos años, pero sujetos como Lozano aparecen con su probable cuota de responsabilidad en el desastre heredado.
La información que vincula a Lozano, como puente entre altos funcionarios de los gobiernos mexicanos señalados y la delincuencia organizada, ha sido revelada por el periodista estadounidense independiente Rick Freeman, con base en investigaciones y testimonios, así como por señalamientos de la reconocida periodista argentina Olga Wornat. Fiel a su estilo, Lozano ha descalificado los señalamientos de su probable colusión delictiva, pero no parece incomodarse con la identificación del mote asignado. Y es que, en efecto, si algo ha caracterizado a Lozano es un estilo pendenciero, burlón y grosero para confrontar a sus adversarios, así como fungir de vocero oficioso de personajes poderosos para soltar toda la porquería de que puede ser capaz alguien especializado en hacer el trabajo sucio. Por eso, acá ya se le ubicaba como “chivo en cristalería”, de allí que no sorprenda el otro de “chiva loca”.
En su momento, “Proceso” dio cuenta de la red de funcionarios del sector aduanero en los gobiernos de Fox y Calderón que conformaban una auténtica organización delictiva, operando para facilitar el contrabando de mercancías que, en el caso Ye Gon, se trataba de precursores químicos para la elaboración de drogas sintéticas que, regularmente, encontraban el semáforo en verde para pasar sin mayores problemas. En esa red, investigada por una comisión legislativa especial de la cámara de diputados federal, aparecían “mencionados una y otra vez los mismos nombres: Francisco Gil, José Guzmán, Javier Lozano…” (Semanario “Proceso”, número 1605, 5 de agosto de 2007). Lozano ya era secretario de trabajo y previsión social, pero desde 1994 conocía el teje-maneje de ese tipo de operaciones y como alto funcionario hacendario “dio su aval para que no fueran auditadas” (Ibid).
Uno de los últimos episodios de la controvertida trayectoria de Lozano es la reversa inmediata y fulminante de su nombramiento como “vocero especial” de la Coparmex por el consejo directivo de ese organismo cúpula del sector empresarial mexicano, luego de que Gustavo de Hoyos lo nombrara en esa encomienda, denotando una evidente como generalizada falta de confianza de ese sector empresarial en su persona. Fiel a su estilo, Lozano despotricó contra tal determinación, anunciando que no sería apoyo de nada que tuviera que ver con la Coparmex. En fin, lo que interesa destacar es que este tipo de sujetos “ven la tempestad y no se hincan” y se resisten a dejar el disfrute de las mieles del poder; la soberbia y la necedad los ciegan, de allí que las palabras de Olga Wornat a Lozano debieran alertarlo: “bájale al perfil si no quieres terminar con traje naranja”. Sin embargo, parece difícil que Lozano entienda porque su naturaleza es la del chivo en permanente reparo. Por cierto, el primero en llamar “chiva loca” a Lozano fue Luis Alberto Villarreal, siendo coordinador de diputados federales del PAN en 2014, acusando entonces a Lozano de hacer el juego sucio del PRI con su ley de telecomunicaciones.
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