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Con todo respeto

Por Sergio Sarmiento

Mayo 20, 2022 03:00 a.m.

“El primer fundamento inherente a la noción de autoridad es siempre

la popularidad”.

Adolf Hitler, Mi lucha

El gobierno ha utilizado sus portales, redes sociales y medios para festejar la popularidad del presidente López Obrador. El propio mandatario lo ha hecho, como hizo el 27 de octubre de 2021: “A regañadientes., el Financial Times ya reconoce que pobremente estamos en segundo, tenemos medalla de plata, el gobierno de México. ¿No lo puedes ampliar? Grandotote, grandotote. Esto es para el archivo de las vanidades. Van a decir nuestros adversarios, ‘Es un ególatra’. Pero es que para nuestros adversarios, los de arriba, los fifís, un periódico como este lo consideran la Biblia”. 

El presidente no se enteró que el estudio no era del Financial Times, que solo publicó una nota que presentaba una encuesta de Morning Consult que, efectivamente, colocaba a López Obrador como segundo líder más popular en una lista de 22. Morning Consult, que se fundó en 2014, hace encuestas en línea y no de manera presencial o telefónica, lo cual reduce sus costos y le permite hacer más y con mayor oportunidad. La de aprobación de líderes es un gancho que le da visibilidad y le facilita captar clientes para su trabajo comercial. 

¿Son confiables los resultados de Morning Consult? Parece que sí. No se desvían demasiado de las encuestas tradicionales. La de Reforma publicada el 9 de mayo, por ejemplo, le daba a AMLO una aprobación de 62 por ciento contra 32 de rechazo. La de Morning Consult del 12 de mayo arrojaba cifras de 65 y 28, bastante cercanas. Esto no significa, sin embargo, que el presidente López Obrador sea el segundo gobernante más popular del mundo, después del primer ministro indio Narendra Modi, que tenía 77 por ciento en esa encuesta. Morning Consult solo cubre 22 países de los 193 registrados en la ONU. 

Por lo menos un gobernante que no es parte de los sondeos de Morning Consult tiene más popularidad que Modi y López Obrador. Se trata de Vladímir Putin de Rusia, quien registró en abril una tasa de popularidad de 82 por ciento (statista.com). Poco importa que el mundo lo considere un dictador y lo desprecie. 

La popularidad es una condición importante para gobernar con eficacia. La gente añora a los gobernantes fuertes. Durante décadas los ciudadanos de la Unión Soviética y Rusia señalaban a Stalin como el mejor líder de su país, aun después de conocer sus abusos. En los turbulentos años veinte y treinta los mexicanos recordaban los buenos tiempos de don Porfirio. En el México ya democrático de la alternancia se expresaba nostalgia por los viejos priistas que “sí sabían gobernar”. 

La popularidad de López Obrador se debe en parte a que ha personificado los programas asistencialistas del gobierno, al grado que una de las estrategias de campaña de Morena es afirmar que otros partidos los cancelarían. Mucha gente admira su fortaleza política. Andrés Manuel ha sido el primer presidente con mayoría absoluta en el Congreso desde el primer trienio de Ernesto Zedillo y la ha utilizado para impulsar de manera vigorosa su programa político. Sus conferencias de prensa y lenguaje populachero le han servido también para promoverse. 

La popularidad, sin embargo, no es necesariamente señal de un buen gobernante. Stalin fue popular, pero millones murieron de hambre por sus políticas. Winston Churchill asumió el gobierno del Reino Unido en 1940 sin una elección de por medio y se convirtió en el gran líder británico de la guerra contra los nazis. Los electores, empero, votaron por la oposición en 1945. Churchill fue un gran gobernante, pero no era popular. 

Coraje a Cuba

Dice la diputada de Morena Yeidckol Polevnsky que el rechazo a los médicos cubanos es una “postura clasista y racista. de los fascistas. Y luego muchas hay que van [a Cuba] para ver si pescan novio, pero cuando no las voltean ni a ver, entonces ahí como que le agarran coraje a Cuba”. 

Twitter: @SergioSarmiento