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COP26

Por Luis González Lozano

Noviembre 28, 2020 03:00 a.m.

El contexto de pandemia mundial que vivimos ha llegado a todos los ámbitos puesto que la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26), que iba a tener lugar en Glasgow, Reino Unido, en este noviembre, ha sido pospuesta a noviembre del 2021, por causas del COVID-19.

La COP26 será la reunión internacional sobre el clima más importante desde que se alcanzó el Acuerdo de París en 2015. En ella se espera (todos lo esperamos) que las naciones del mundo aumenten sus compromisos respecto a la reducción de emisiones. Era nuestra oportunidad para que el Acuerdo de París se sometiera a otra ronda de compromisos internacionales y quedara con mayor firmeza.

Todo esto retrasa un paso clave en el proceso, ya que los países firmantes del Acuerdo de París, incluyendo México, se habían comprometido a (i) mantener el calentamiento global muy por debajo de dos grados centígrados, por encima de los niveles preindustriales; y a establecer y cumplir objetivos voluntarios de emisiones de gases de efecto invernadero; además (ii) aumentar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático y lograr que las corrientes de financiamiento sean coherentes con un nivel bajo de emisiones de gases de efecto invernadero.

«A veces uno puede llegar demasiado tarde a las citas con la historia», decía Martin Luther King, y sí, estamos frente a uno de esos momentos. Si bien el mundo entero se encuentra en un contexto de incertidumbre y donde el tema primordial para todos los gobiernos es la pandemia y sus efectos, la política debe responder con urgencia crítica a la emergencia climática.

Es por esto que pienso que seguir contando meses con los dedos es no haberse enterado del contexto climático del mundo. ¿Será que los países quieren huir de su compromiso con el medio ambiente? No puede explicarse de otra forma que se aplace la gestión de la mayor crisis de la historia de la humanidad: la crisis climática. Prorrogar la COP26, que en teoría es el principal mecanismo que disponemos para que los países se comprometan, no es permisible. ¿Alguien se imagina que los gobiernos hubieran decidido aplazar unos meses la gestión de la pandemia que estamos sufriendo? El cambio climático ha desaparecido de los medios de comunicación y de los debates, pero eso no lo hará esfumarse de nuestra realidad.  Adviértase pues que la crisis climática sigue su curso y hoy tenemos aún más premura por afrontarla ya que los científicos nos alertaron que teníamos poco más de una década para reaccionar, y parece que no lo hemos atendido. La actual política energética de México es prueba de ello.

Diferir la COP26, más allá de explicaciones de logística, aglomeraciones y respetar la sana distancia de los representantes de los países participantes puede aventurar a la debilitación del compromiso climático y tener un fin desastroso en términos políticos. Porque lo que tenemos enfrente no es una alianza sólida de países prometiendo atender a esta emergencia y haciendo esfuerzos por rescatar y reforzar la lucha climática para garantizar la supervivencia de nuestra especie, creo que los países lo toman como una pausa a sus compromisos climáticos. 

Recordemos también que los expertos han determinado que las emisiones actuales conducen al mundo hacia una elevación de más de tres grados centígrados de calentamiento, lo que potencia el riesgo de eventos climáticos extremos e inundaciones costeras, debido al aumento del nivel del mar.

Se requiere que los países revisen sus compromisos de reducción de emisiones cada cinco años, y se esperaba que los países cumplieran con el primer plazo de ese tipo en noviembre de 2020, adoptando compromisos más ambiciosos de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero; si queremos limitar el calentamiento global a 1.5 °C, las emisiones deben alcanzar su punto máximo en 2020 y el acuerdo de París establecía la cumbre COP26 como el momento en que todos aumentarían sus objetivos de reducción de emisiones, en línea con la fuerte disminución que debe producirse en la década del 2020 al 2030.

Si bien dicen hay que tomar los puntos de fortaleza de las situaciones no tan agradables que se nos presentan, pudiera ser una nueva área de oportunidad, el redireccionar y tener como eje central en la COP26 el siguiente: ¿Cómo es que los países recuperarán su economía y actividad industrial, después del Covid-19, siendo amigables y respetuosos con el medio ambiente?

Es verdad que la situación económica mundial es muy difícil, sin embargo los países no deberían tratar de recuperar la actividad económica e industrial de forma desmedida e irracional, y aunque la COP26 no sea un evento a corto plazo, ojalá lo tomen como un compromiso con nuestro planeta, y en 2021 informen que la recuperación de la economía mundial se logró cuidando el entorno.

Delírium trémens.- Esta semana nos enteramos que en la SEGAM no sólo se violan derechos humanos medioambientales… vergonzoso¡¡¡

@luisglozano