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De nuevo la UASLP

Por Óscar G. Chávez / PULSO

Abril 30, 2022 03:00 a.m.

De manera reiterada se me ha comentado que no existe algún impedimento para que el abogado general de la UASLP puede seguir litigando asuntos privados; se recordará que la semana pasada abordé en este espacio el tema, bajo el título “Voracidad jurídica”. En efecto, al parecer no lo hay legalmente hablando, pero vuelvo al tema, la cuestión es de tipo ético y moral. 

No soy abogado, mucho menos especialista en legislación universitaria, y no es necesario serlo para comprender que los estatutos de la Universidad no prohíben de manera directa que su abogado general pueda continuar litigando casos de particulares de forma externa. Tampoco se necesita serlo para percatarse que aunque no está prohibido, es ética y moralmente cuestionable. ¿Con dios o con el diablo? 

Un exégeta de la  materia jurídica, amante de filosóficas interpretaciones, me comentaba ayer lo discutible que puede ser el afirmar que no existe una prohibición expresa para el litigio privado. Mi imposibilidad para debatirlo y con la certeza que de escucharlo esta columna se podría extender bastante, me hicieron salir por la tangente y acabamos platicando de relojes. 

Pero, considerando que por el tipo de litigios que lleva el abogado general dobletero, éstos pueden llevar aproximadamente tres años entre las dos instancias y el amparo, entonces, al margen de la ley escrita o del debate ético que pudiera darse al respecto, es muy sencillo el cuestionamiento que deben hacerse no sólo al rector, sino los miembros del Consejo Universitario y su Junta Suprema de Gobierno (no menciono a la comunidad universitaria porque queda claro que ésta no les interesa en lo mínimo), ¿cuántos de estos litigios  se ventilan en los juzgados y se les da seguimiento desde que asumió el encargo?, ¿va en horario laboral de la UASLP o fuera de él, a los desahogos de audiencias de prueba?, ¿conviene mantenerlo ahí?

No sería necesario recordar porque todos lo saben, pero lo haré porque viene al caso, que durante su paso por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes no fue necesariamente el más pulcro de los funcionarios; diversos periodistas y opinólogos le dedicaron varias columnas, no por pillo, sino por abúlico y poco brillante (aunque, me dicen, que eso no quita que no hubiera sido pillo). Acumuló aparte, en su hoja de méritos algunos otros escándalos y los sigue acumulando.

No queda muy claro si fue un compromiso del actual rector el llevarlo a la Universidad y darle cobijo (pero con edredón de pluma de ganso y no con zarape) o de plano pensó que era un inmaculado abogado. En el caso de lo segundo, creo que ya se percató que no lo es, y si hubiera sido lo primero, valdría la pena preguntarse ¿con quién?

Como sea, sus dos promotores, impulsores y protectores, ya fallecieron (uno, de vínculos muy cercanos con la gallardía, muy recientemente), así que no es claro qué obliga al rector a mantenerlo. Por el contrario, el mensaje que transmite la UASLP (y sobre todo el rector) es que la institución puede convertirse en refugio de pillos y corruptos.  

Se han anunciado cambios al interior de la institución, si no por necesidades reales, quizá por la intromisión de personajes externos que buscan desestabilizar al rector, hay quienes afirman que se trata de un exmagistrado y su esposa. El primer cambio se dio en la secretaría Administrativa, cuyo titular (que al parecer no hizo un mal papel y dejó resueltos los problemas vinculados a proveedores y grupos sindicales) fue substituido por María del Carmen  Manteca Aranda, controvertida contralora, y de dudosa gestión, en la administración municipal de Mario García. Ni cómo decir que su influencia ya acabó (y todavía anda pidiendo canonjías para su hijo por ser “la única herencia que le va a dejar”).

En algo coinciden todos: el rector no se deja ayudar. Quizá sería conveniente que acudiera a alguna terapia psicológica para aprender a controlar sus tendencias a la autodestrucción. 

Como sea, aunque seguro afectó al rector que Ricardo Gallardo no hubiera asistido, primero a la inauguración de la Feria del Libro y ahora a la lectura de su Segundo Informe, tuvo la gentileza de agradecerle su apoyo y (¡en el centenario!) respeto a la autonomía. Lo que hay que ver; nada más falta que en poco tiempo los trabajadores universitarios acaben agradeciéndole que se les permite trabajar y devengar un salario. Lo patético de la pleitesía cortesana llevado hasta el ditirambo mientras Rafael Nieto se retuerce en su tumba y Aurelio Manrique sonríe malévolamente.

Al margen de lo anterior viene el toque emocionante y conmovedor, al parecer nuestra Universidad virará hacia el comunismo. Durante el mencionado informe, el rector entregó la medalla al Mérito AMEREIAF 2021 al subsecretario de Educación federal, Luciano Concheiro, “por su entrega a la educación superior, con una visión que claramente empata con nuestra visión de educación, que debe resultar en bienestar social, progreso y beneficio comunitario.” Hay que recordar que por allá de 2019, teniendo como foro El Colegio de México, el mismo Concheiro enfatizaba que “el comunismo es necesario para transformar a México.” Vaya visiones.  

No lo asesoran o no los escucha y, en efecto, creo que no se deja ayudar. Como sea creo que no deja de ser emocionante, al menos así me lo hacía ver un querido amigo, “pensar que la comunidad universitaria participará en asesorías a expropiaciones, se impartirán cátedras en comunas y se modificarán sus planes de estudio para substituir a García Máynez y a Burgoa, por Pashukanis.” 

Gracias por la lectura. Un merecido reconocimiento y un gran abrazo, al presbítero Juan Jesús Priego por su nombramiento como rector del Pontificio Colegio Mexicano en Roma. ¡Enhorabuena padre Priego!