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Desde mis ojos insomnes

Por Alexandro Roque

Noviembre 01, 2020 03:00 a.m.

Noviembre. Por las buenas o las malas, parte del mundo ha tenido que optar por el encierro, pero el cansancio y los malestares que conlleva el confinamiento han llevado a manifestaciones y enfrentamientos. Los partidos opositores tienen grandes oportunidades ante los errores (reales o supuestos) de los que están en el poder, y charlatanes de todo tipo tienen micrófono abierto (y algunos erarios) para minimizar la enfermedad o proponer sus productos milagro. 

Aquí en México 

en miles de hogares 

ya están listos los altares, 

pa recibir a los muertos 

en sus peregrinares. 

Fotos y comida, copal, flores amarillas que vuelan liberadas, papel de china y veladoras. Acaso un camino de cal y calaveras de azúcar sin etiquetado frontal.

Fotos, tantas fotos. Este año la flaca, la fría, la pálida, ha estado presente todo el tiempo. Como en el poema de José Gorostiza, nos acecha con su ojo lánguido. Las despedidas a distancia se han sumado a la nueva terminología que implica una enfermedad para la que aún no hay cura. De la epidemia a la pandemia y de allí a la sindemia, nos hemos apropiado de otras palabras para nombrar la muerte y los tantos ‘morires’ que la anteceden. 

Los velorios con rosarios cada hora, pésames y abrazos, café con piquete, y hasta lloranderas profesionales, han sido suspendidos, pero siempre tendremos el día de muertos. Byung-Chul Han habla de un mundo sin rituales, mas siempre buscaremos la forma de cohesionarnos y manifestar nuestras ausencias y presencias. Quí los esperamos mientras nos encontramos, o no.

La tradición se transforma a cada momento, y se asienta en raíces de cientos de años o de apenas uno. Lo mostraron Coco de Disney y Spectre del 007. Hace unos años pocos sabían del Sanctorum o Xantolo. La ritualidad del cuerpo presente, así sea para solo musitar adios, la buscaremos. Los recuerdos seguirán acudiendo a los altares, con miedo o rabia, con una sonrisa o con lágrimas que se habían quedado agazapadas en los ojos. 

Para al menos tener un lugar dónde llorarlos, la pandemia no ha frenado a rastreadores y familiares de desaparecidos. Tantos. Como en el limbo. En Salvatierra, Guanajuato, acaban de encontrar una fosa clandestina con hasta ahora 75 cuerpos, que podrían ser 100. Una fosa entre tantas que están a la espera de ser abiertas.

En Tlahuac, una calavera mural nos recuerda que «en México todos los días son días de muertas». A pesar de las denuncias y las pruebas, la mayoría de los feminicidios gozan de impunidad. 

En el gremio periodístico van 15 colegas asesinados en este sexenio. La protección a periodistas no fue de interés oficial y se eliminó una partida destinada para ese propósito. Asesinatos y amenazas siguen como si nada también para líderes indígenas y activistas de varias regiones, como denunció Javier Valdez, quien volvió a la vida mediante la tecnología: «No tengo miedo, señor presidente, porque no me pueden matar dos veces […] Aunque quieran callarnos, seguimos hablando». 

San Luis Potosí ya tiene a la Covid-19 como primer causa de muerte en el año, con 2,272 defunciones, por encima del cáncer. La cifra ya no ha bajado de 10 diarias, y sin embargo se reporta que hubo menos muertes de las esperadas en 2020. Aquí no aplica, según la medición del INEGI, el «excedente de mortalidad» con el cual los fallecimientos serían casi 200 mil más de los esperados.  

Como la Secretaría local ya no informa de los acumulados, no sabemos cuántas muertes han sido de menores de 60 años y cuántas de personas sin factores de riesgo como enfermedades o tabaquismo. Tampoco se dice ya que los fines de semana las cifras bajan no porque la enfermedad haya disminuido, sino que no se reportan todos los casos por asuetos y descansos del personal de salud.

Incluso en la página federal ‘desaparecieron’ las gráficas de defunciones por estado, pero al menos ahí podemos enterarnos de que hay al menos 839 casos activos en San Luis Potosí. Confirmados. Vaya usted a saber cuánta gente trae el bicho y a pesar de eso no usa bien el cubrebocas ni mantiene su distancia de seguridad de metro y medio. 

De la capacidad hospitalaria ya ni hablar, es un circo desde que empezó todo. Parece que todo es cuestión de fe. Los panteones estarán cerrados nomás tres días, como si el 3 de noviembre se acabara el riesgo. Algunas patronales piden más controles y sanciones, pero que no los hagan cerrar otra temporada. ¿Los apoyos al personal de salud, las medicinas, los empleos? Bien, gracias. ¿La respuesta oficial? «Podría ser peor». ¡Menos mal! Casi nos responden como el ‘doitor’ de El velorio de Cleto de Chava Flores.

Me despido por hoy (espero que sólo por hoy) con un fragmento 

del poema ya citado de Gorostiza, del que también tomé el título de 

esta semana.

¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,

es una espesa fatiga,

un ansia de trasponer

estas lindes enemigas,

este morir incesante,

tenaz, esta muerte viva,

¡oh Dios! que te está matando

en tus hechuras estrictas,

en las rosas y en las piedras,

en las estrellas ariscas

y en la carne que se gasta

como una hoguera encendida,

por el canto, por el sueño,

por el color de la vista.

http://muerteenlaliteraturapotosina.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com