Desniveles
¿Hasta dónde puede crecer una ciudad con los servicios básicos garantizados para todos sus habitantes? ¿Quiénes intervienen y desde dónde en la planeación de constructos urbanos? Hoy se habla de municipios conurbados, pero la de San Luis Potosí es una metrópolis que, con zonas sin urbanizar, incluye San Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez, Villa de Reyes, Santa María del Río, Mexquitic de Carmona y quizá Villa de Arriaga.
Seguimos en temporada de anuncios, de proyectos a desarrollarse en los proximos seis (en el nivel estatal) o tres años (en los ayuntamientos). Además del Tangamanga I, anunciado por el Gobierno del Estado, el Gobierno de la Capital (léase Ayuntamiento de San Luis Potosí) acaba de anunciar un “megapaquete” de obras en un proyecto llamado “Vialidades PotoSínas”, con un costo de (al menos) mil 500 millones de pesos, que además de “resanar” avenidas incluye cuatro proyectos de infraestructura vial: Morales, Saucito, Hernán Cortés (¿le irán a cambiar el nombre?) y un cruce de “Cordilleras” en Las Lomas. “Ahora sí”, publicaron algunos medios. Ojalá ahora sí resulte, dicen unos. Pasos subterráneos inundados, fuentes emanadas de coladeras, cruces mortales, cuellos de botella y vialidades atascadas de tráfico dan fe de esos motivos de desconfianza.
En las estrategias del Programa Municipal de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano de San Luis Potosi´, SLP 2021, la primera dice: “Dimensionar el espacio pu´blico como un recurso clave que contribuya profundamente a la ampliacio´n y ejercicio pleno de los derechos humanos, al desarrollo cultural, a la paz y a la generacio´n de alternativas socioculturales que, integrando los principios de localismo, gobernanza, procomu´n y, a partir del fortalecimiento de las condiciones de habitabilidad, ocupacio´n y uso, favorezcan y fomenten la memoria, la creatividad, la convivencia, la participacio´n ciudadana y los cuidados”.
Dotar del apellido “Patrimonio de la Humanidad” al centro histórico de San Luis Potosí es lo de menos, “una exquisitez”, cuando hay tantas casas que literalmente son las puras fachadas. Hace unas semanas se cayó una en la calle de Independencia. Los dueños las tiran o las dejan caer, hasta que solo el frente queda en pie, ante la falta de reglas o de su aplicación. Basta darse una vuelta por los barrios, por San Sebastián por ejemplo, para constatar que hay peligro de derrumbes en todas partes.
Los cables de la luz y del teléfono, apelmazados, a veces sueltos, forman un desorden que otras ciudades se han preocupado en ocultar. La falta de agua sigue un día sí y otro también, con tanta descompostura de la presa El Realito, que no se ve para cuando tenga solución real. Sin agua, pero la autoridad local anda queriendo subir las tarifas. El amago de la presidenta municipal de Soledad sobre abandonar el organismo intermunicipal (Interapas) habla de la poca coordinación y de cómo se dan ciertos manejos en lo que debría ser transparente como el agua.
Los mantos hídricos de San Luis ya están en etapa crítica, y sin embargo no se avisora el fin de un crecimiento que obedece mayormente al tráfico vehicular y a los intereses de las grandes empresas. Ello ha provocado el fracaso de proyectos como las ciclovías, los pasos a desnivel, entronques varios y renta de bicicletas. Y ya se sabe que a falta de ordenamiento, los proyectos inmobiliarios de alto nivel están listos para apoderarse de buena parte de la sierra de San Miguelito, aprovechando cualquier silencio o descuido. La apuesta a un cambio en el número de hectáreas de la zona protegida está vigente.
Los peatones hemos estado al final de una lista (imaginaria) de poblaciones a atender. No hay banqueta sana más allá de las de la avenida Venustiano Carranza, todas tienen baches o son pequeñas o no tienen subida para discapacitados o de plano no existen, además de que muchos las usan para poner macetas, puestos de comida, vehículos o mercancía. Ya lo hemos comentado en este espacio pero va de nuevo: algo urgente es ampliar los puentes vehiculares de Salvador Nava hasta la banqueta exterior, pues de nada sirve que lleguen a antes de las calles laterales si cruzar es jugarse la vida.
Medio mundo se estaciona en doble fila, en esquinas, sobre la ciclovía o frente a las paradas del transporte urbano, sea para entrar al cajero automático o para comprar una pizza.
Los topes sirven para que bajen la velocidad, amigos rápidos y furiosos, no para que demuestren la calidad de sus amortiguadores y aceleren cuando ven que alguien quiere cruzar.
Aquí nos tocó vivir, y hay que poner nuestro granito de arena, y ver que las autoridades ayuden a que con todos esos granitos vivamos de manera más o menos decente.
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Posdata: el próximo sábado 20 de noviembre, como parte de su primera feria del libro, la editorial potosina El Diván Negro presentará cuatro libros de su colección Littera en la Casa del Poeta Ramón López Velarde (Vallejo 300, esq. con Rayón): Fotogramas de Gabriela d’Arbel, Falda al viento: artefacto poético de Margarita Díaz de León, Reminiscencias, ventanas del ayer de Iván Oyarvide y Fuera de mí, eufemismos para ciertas locuras, de este columnista. La actividad es a las 18:00 h, ¡ahí nos vemos!