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Destierro digital

Por Jorge Chessal Palau

Enero 11, 2021 03:00 a.m.

Llegó a tener tal poder de influencia en redes sociales, especialmente en Twitter, que usaba su cuenta personal en lugar de la institucional. Todos los días, con sus tuits mañaneros (como lo que hace López de este lado del Río Bravo, pero con mucho mayor costo al erario púbico), marcaba agendas, denostaba adversarios, alteraba ánimos e insultaba a quien le daba la gana. Por supuesto, me refiero al, por pocos días aun, presidente de los Estados Unidos, a menos que lo alcance una destitución anticipada.

Fuimos testigos de cómo, necio y recalcitrante (como es el López de este lado del Río Bravo) se negó a aceptar que en el proceso electoral le ganaron, y bien. Se desgañitó clamando fraude e incluso llegó a los extremos vergonzosos de querer instruir a sus allegados con poder, como Mike Pence, que torcieran la ley para darle el triunfo. Lo cierto es que el señor Pence demostró templanza y hombría de bien (lo que no pasa con los allegados a López de este lado del Río Bravo), negándose a cumplir los enfermizos deseos del casi expresidente.

Por eso, mediante una arenga personal y, por supuesto, su poderosa cuenta de Twitter, elevó Trump su berrinche al grado de que se intentó una toma del Capitolio, sede del Poder Legislativo en los Estados Unidos, por simpatizantes rabiosos que destrozaron lo que quisieron y como quisieron. Ya han dado cuenta muchas plumas y voces de todos los hechos ocurridos ese día y no los repetiré, mejor vea las imágenes y juzgue usted como este señor llevó al casi colapso a su país (como López de este lado del Río Bravo).

¿Cuál es una de las normas esenciales de seguridad cuando se enfrenta un sujeto armado? Se le desarma y luego, lo que deba de pasar.

Si el arma principal de Trump para violentar la constitución norteamericana fueron sus cuentas en redes sociales, pues a desarmarlo para que no haga más estropicios. Eso hicieron Facebook e Instagram, de Mark Zuckerberg y Twitter, de Jack Dorsey, que suspendieron el acceso al desenfrenado negacionista, Trump, que no ha querido reconocer que unas se ganan y otras se pierden.

Inmediatamente se levantaron voces (como la de López de este lado del Río Bravo) que hablaron de censura y limitación a la libertad de expresión del que se va dejando un tiradero. 

Nada más lejano de la realidad, por una sencilla razón: Facebook, Instagram y Twitter son empresas privadas y, como tales están sujetos a regulaciones que les obligan a tener como regla l no favorecer cuestiones como el discurso de odio de Trump y similares. Adicionalmente, el uso de estas redes está acotado por la aceptación del usuario de estas reglas y, por tanto, sabe a lo que se arriesga si piensa que puede hacer lo que le da la gana.

En el enlace https://help.twitter.com/es/rules-and-policies/twitter-rules se pueden consultar las reglas de Twitter, por ejemplo, en las cuales se dice claramente que debe evitarse la violencia y no pueden hacerse amenazas violentas contra una persona o un grupo de personas y se prohíbe la glorificación de la violencia; tampoco se puede amenazar o fomentar el terrorismo o el extremismo violento, la explotación sexual infantil; el participar en situaciones de acoso dirigidas a una persona o incitar a otros a hacerlo; el comportamientos de incitación al odio, fomentando la violencia contra otras personas ni amenazarlas o acosarlas por motivo de su raza, origen étnico, nacionalidad, pertenencia a una casta, orientación sexual, género, identidad de género, afiliación religiosa, edad, discapacidad o enfermedad grave, entre otras cosas. 

Por eso no podemos hablar de censura, sino de reglas incumplidas y la consecuencia por hacerlo.

La libertad de expresión se debe ejercer con ciertas limitaciones por parte de los gobernados y, con mayor razón y responsabilidad, por los gobernantes. Fuimos testigos de lo ocurrido en el Capitolio, como una clara muestra del ejercicio irresponsable de expresiones que llevaron las cosas a un nivel inimaginable en los Estados Unidos.

Nada impone a las redes sociales la obligación de soportar como usuarios a quienes incumplen sus reglas. 

@jchessal