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Devociones

Por Alexandro Roque / PULSO

Diciembre 12, 2021 03:00 a.m.

Terminó el rosario de procesiones y esa hermosa mañana que desde el cielo… es la de hoy. Día de la Virgencita del Tepeyac, la Guadalupana, la Lupita, la que dio prueba de su aparición mediante su imagen en la tilma de Juan Diego, el indio santo; la imagen quizá más venerada de México y América Latina, y de seguro la más reproducida en escapularios, paredes, estampitas, altares y tatuajes. 

Creyentes en ella o no, con milagros y dudas, con esta fiesta mestiza y en torno a esta imagen maternal, con su innecesario “tronadero de cuetes” y cierre de calles, empieza de facto la temporada navideña, la de frío, remembranzas y preparación del nuevo ciclo. Para burócratas y estudiantes queda una semana de labores, y para todos ya quedan menos de dos semanas para la Navidad, menos de tres para que se acabe el año. Gulp. 

Las devociones no están peleadas con lo familiar y lo social. En la Unión Europea hubo una representante que pidió no usar la expresión “feliz Navidad” por ser “excluyente”, y cambiarla por “felices fiestas”. Las trampas de la fe, diría el clásico. Espero que a nadie se le ocurra decir que “Xantolo” es excluyente por no tomar en cuenta a los fieles de otras religiones, o el “feliz año” también, por dejar fuera a los que se rigen por otros calendarios. 

En San Luis o en cualquier lugar de México no hay barrio donde no haya imágenes de la Guadalupana para devoción pública, de bulto (regularmente de cantera) o como mural, de cuerpo entero o la pura cara. También abundan en paredes de negocios y casas las vírgenes en mosaico con la leyenda: “No rayes por respeto a la Virgencita”, lo cual no siempre produce el efecto deseado.   

La Virgen siempre es noticia, desde algún episodio de “La rosa de Guadalupe” hasta la imagen que no quiso salir a cuadro con el opositor Gilberto Lozano y “brincó” de la tele donde estaba mal puesta.

Desde hace días la Calzada de Guadalupe (durante un tiempo llamada Av. Benito Juárez) de SLP ha tenido caminantes al por mayor, con celebraciones en el santuario al 75 % de su capacidad, y ciertamente se ha reducido el número de peregrinos de rodillas o con el nopal en el pecho. 

La cantera de este espacio peatonal ha provocado dolores y hecho milagros por igual. La historia del santuario se hermana con la Cañada del Lobo y el abastecimiento de agua a la ciudad desde hace mucho tiempo. De ello dan  cuenta la Caja del Agua o Conservera y otras tomas de agua distribuidas a lo largo de este trayecto devocional.

Ya Tomás de Cuellar escribió en La Ilustración Potosina que Ildefonso Díaz de León, primer gobernador del estado, introdujo el alumbrado público y redes de agua potable, y para ello nombró como encargado a Juan Sanabria, quien “reconoció las vertientes, más o menos abundantes, que con el nombre de ojos de agua se encuentran en el declive de la Sierra de San Luis o de San Miguelito, al sur de la ciudad, y se fijó en uno de ellos situado en la Cañada del Lobo, como a una legua de distancia de la población, que solo llegaba entonces a La Merced, y a espaldas del templo del santuario de Guadalupe”. La obra continuó en 1830, cuando se construyó la fuente frente al santuario y en 1832 llegó la tubería cerca del ex convento de la Merced (hoy jardín Colón, mercado Tangamanga y zonas aledañas).    

Más allá de la mancha urbana (y ojalá siga así), en tierras ejidales, está el Santuario del Desierto, sitio privilegiado para quienes gustan de la historia y de las caminatas contemplativas, y que hoy seguro estará colmado de visitantes. De por sí las dos misas locales son los domingos, hay un tianguis que se pone este día, para atender en lo posible a los devotos de “nuestra madrecita”. Este santuario se construyó sobre una ermita erigida en honor a san Juan Bautista por allá de 1650, y las visitas de sus devotos empezaron en 1670, cuando llegó “una pintura de la Virgen de Guadalupe realizada por Lorenzo de la Piedra, una de las imágenes de la Guadalupana más antiguas en México”, según un sermón de Manuel Gorriño y Arduengo. 

“El que no conoce a Dios, a cualquier santo se le hinca” es un dicho popular que habla de lo fácil que caemos en los fanatismos, esa fe agresiva, sin pruebas. Otros dichos, que en política están muy vigentes, y lo saben la mayoría de nuestros servidores públicos, son: “santo que no es visto no es adorado”, y “en estando bien con Dios, “$%&·(“$% los angelitos”.        

San Luis ya tiene su villa navideña. El centro de la ciudad está atestado de luces en forma de estrellas, caminos, pesebres, ositos polares, renos y todo lo relacionado a la “tradición” (que como ya hemos dicho es un término bastante resbaladizo, refresco de cola y ofertas de por medio). El árbol de la Plaza de Fundadores, “el más grande de Latinoamérica”, que en su encendido presentó fallas y al día siguiente amaneció chueco provocando cientos de memes, se supone que debe estar hoy al cien por ciento. Si bien Sandra, la dueña de la empresa tapatía Neyoy Decoraciones, reconoció toda la culpa, aún se desconoce si alguien de la administración gallardista pagó o va a pagar el pato.   

Esta sierra elijo, esta sierra elijo, esta sierra elijo para hacer mi altar…

Vienen muchas elebrciones, posadas y actividades. Sí, con cuidado por favor. Tengo amigos y familiares enfermos de Covid, porque esto no se ha acabado, y las noticias sobre inseguridad andan de chat en chat. La cuesta de enero promete estar algo empinada. A cuidarnos, que no hay de otra. Y esto no depende de 

la Virgencita. 

¡Ah caray! ¿Y esta rosa…?  

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