Días de sosiego
Cada que llegan estas fechas, días de guardar, me gusta re-leer la novela de Vicente Leñero titulada “El evangelio de Lucas Gavilán”, donde al personaje central, Jesucristo Gómez, le toca llevar una vida complicada como redentor de causas sociales que implican toda una serie de sacrificios en bien de los demás, sobre todo de sus compañeros de clase laboral, en luchas perdidas de antemano, por lo demás. Promotor de la solidaridad en toda suerte de luchas por el bienestar de la comunidad, Jesucristo Gómez se mueve en un ambiente dominado por el peso de una rapaz individualidad, en la que cada mortal se agarra de cualquier clavo ardiente que pueda encontrar. No obstante el sacrificio, incluso el más alto que se pueda prodigar, queda el triunfo de la redención, de la posibilidad de redimir o superar una condición que propicia los errores y excesos que nos pueden condenar. Las parábolas de Jesucristo Gómez no tendrán desperdicio, como aquélla que dicta: “nadie es dueño de los caminos para andar, ni del hambre de los demás”.
Días de sosiego, de reflexión, de la redención humana como difícil condición de introspección para recuperar la confianza de y en los demás, ya no digamos como medio para cambiar socialmente en bien de los más, aún y cuando se vaya la vida en el intento y, a pesar de eso, permanecer como imprescindible y trascendente el esfuerzo. Aquí hemos comentado, cómo desde tiempos milenarios, se han presentado voces para intentarlo, como en el caso de Pablo de Tarso. En suma, la necesidad de ponerse en los zapatos del otro y actuar en consecuencia. Semana mayor, pues, de volver a uno mismo y ponderar qué tanto significa el prójimo que tenemos a cada paso que va.
En suma, como sugería el reconocido intelectual estadounidense Morris Berman (autor de, entre otras obras, el clásico “Edad oscura americana”), en buena medida con respecto a la decadencia del gobierno de su propio país, como epítome de vanagloria de la individualidad, no se puede estar siempre a gusto en “la sociedad de cada quien para su santo” porque “aunque nací en Estados Unidos, soy estadounidense de primera generación; mi familia emigró de Europa del Este en 1920 (…) de niño fui educado en lo que pudiéramos llamar una ética socialista europea, la de ayudar a los demás (…) el resultado fue que, en mi propio país viví en un estado de shock cultural perpetuo durante casi seis décadas (…) como dice el abogado Jackie Chiles en el último episodio de la comedia ´Seinfeld´: ´¡No tienes que ayudar a nadie! De eso se trata este país!”. Berman terminó viviendo en México. No ayudar a otras personas puede ser algo sistémico en sectores amplios de un país, remataba Berman, y no es tanto por inmoralidad, sino por amoralidad, por no educar ampliamente sin conciencia de lo que significa el otro. De allí que no sorprenda que aún sigamos teniendo cosas como eso de las denominadas “sociedades del rifle” y otras por el estilo, capaces de atentar contra la vida de personas (migrantes) como si se tratara de practicar el tiro al blanco sin más. En fin, botones de muestra para reflexionar en estos días de guardar.




