Polarización
“Se acabó que estén recibiendo programas sociales, a trabajar huevones” Esta fue la frase expresada por uno de los expresidentes de México en julio de 2023. La cual se une a otras como: “son pobres porque quieren”, “los programas sociales son dádivas”. Estas proposiciones de comunicación expresan de manera clara la posición de una parte de la clase política con cerca de 25 millones de hogares que reciben al menos un programa social del gobierno federal. Además, en la votación en el Congreso para elevarlos a rango constitucional fueron los únicos que votaron en contra.
En estas tres frases los actores centrales del discurso son los pobres, a quienes se les califica con el adjetivo de huevones, y que su situación social en la que viven es un acto de voluntad; además, se les asigna el rol de flojos. Los que expresan asumen una posición de autoridad al utilizar una postura de seguridad y conocimiento de las condiciones de vida de quienes califican de esa manera, y como una recomendación para los candidatos que obtengan el triunfo electoral para que disminuyan o desaparezcan los programas sociales. Es común escuchar estas frases en público, pero sobre todo en privado.
En tiempos electorales esta postura choca con millones de mexicanos, porque los votos tienen el mismo valor, por lo que tienen que cambiar de postura y comportarse de otra manera, acuden a todos los medios para hacerlo: spots, espectaculares, visita a los lugares más pobre, pero todo ello es insuficiente para convencerlos y obtener su voto. En los recorridos estos personajes se ven forzados, incómodos, no logran conectar con las personas, la empatía es muy baja, sino que nula; muchas de ellas se alejan y comentan entre ellos en privado su comportamiento y rechazan sus actos. La mayoría no aceptan la simulación.
Del lado de los actores gubernamentales, no importa de qué partido político sean, todos actúan de la misma manera, aprovechan la situación y convocan a los beneficiarios de los programas sociales a sus actos políticos, sea de manera voluntaria o forzada, pero lo hacen. Miles acuden de buena manera y en agradecimiento; convierten a los eventos políticos en día de fiesta, pero también los hay que lo hacen en contra de su voluntad, sea por cuestiones personales o de ideología, y buscan en todo momento mantener su anonimato. Es una práctica no aceptada de manera pública, pero realizada con la mayor discreción posible.
En resumen: Vivimos momentos políticos de polarización ideológica entre quienes piensan que son los únicos que trabajan y los huevones, en donde los primeros buscan convencer, en tiempos electorales, a los segundos con una postura que no es congruente con su ideología. Los pobres, por su parte, no aceptan la simulación y en el mejor de los casos votan por partidos de centro – izquierda o se abstienen de acudir a las urnas. La política, para la mayoría de la sociedad es simulación, engaño y gana quien es más congruente en su comportamiento. Próxima colaboración: 17 de abril de 2024.
@jszslp