Educar para cambiar el mundo: un proyecto internacional que forma ciudadanos sostenibles
Educar para cambiar el mundo: un proyecto internacional que forma ciudadanos sostenibles
¿Puede la educación cambiar el mundo? en instituciones educativas de América, Asia y Europa, especialmente en la Universidad Loyola Andalucía, están convencidos de que sí. Y no solo lo creen: lo están demostrando con acciones concretas. Uno de sus más recientes proyectos, financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, tiene un objetivo claro y poderoso: enseñar a las nuevas generaciones no solo a aprender, sino a transformar su entorno.
El proyecto en el que participan universidades de España, Portugal, China, Cuba, Honduras y México, busca identificar y promover buenas prácticas educativas que preparen a docentes y estudiantes para ser ciudadanos activos, responsables y comprometidos con un futuro sostenible. La iniciativa no se centra únicamente en lo académico; apuesta por una educación que forme personas completas, con habilidades para enfrentar los retos sociales, ambientales y digitales del siglo XXI.
La propuesta se basa en el enfoque de capacidades desarrollado por la filósofa Martha Nussbaum, que pone en el centro algo muy simple, pero con frecuencia olvidado: el bienestar y la dignidad de las personas. En lugar de enfocarse únicamente en resultados académicos, este modelo busca garantizar que cada profesor y estudiante pueda desarrollar su potencial y vivir una vida plena, con sentido y compromiso social.
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Durante la pandemia, quedó claro que necesitamos personas capaces de adaptarse a los cambios, cuidar de sí mismas, trabajar en equipo y pensar de manera creativa. Por eso, el proyecto analizó 13 capacidades claves que hoy son esenciales en la educación superior: desde la gestión emocional hasta el uso responsable de la tecnología, desde la inclusión y la salud hasta la participación estudiantil o la creatividad como motor del aprendizaje.
Además, se puso especial atención en cómo mejorar la experiencia universitaria con herramientas digitales que ayuden a organizar el tiempo, reducir el estrés, fortalecer la salud mental y fomentar hábitos saludables. También se exploraron nuevas metodologías, como la gamificación, que usa el juego como una forma de aprender de manera más divertida, efectiva y participativa.
Este trabajo colaborativo demuestra que una educación con propósito puede marcar la diferencia. Ya no se trata solo de preparar a los estudiantes para un trabajo, sino de prepararlos para la vida, para cuidar el planeta, para convivir en la diversidad y para construir un futuro más justo.
Desde el Tecnológico de Monterrey, donde también impulsamos una educación centrada en la persona, con impacto social y visión global, celebramos este tipo de iniciativas. Difundirlas es clave para construir redes, inspirar a otros y acelerar el cambio. Hoy más que nunca, educar no es solo enseñar: es sembrar capacidades para transformar el mundo.
* Estudiante de doctorado en Ciencia de los Datos y forma
parte del Departamento de Métodos Cuantitativos de la Universidad Loyola Andalucía.