Entendidos, cándidos, ruines
La reciente dimisión de Eduardo Medina-Mora Icaza a su sitial en la Suprema Corte, obligará a analistas y opinólogos a realizar ligeras o profundas consideraciones –según la importancia que se le dé– derivado de la gravedad del asunto, y por el acto sin precedente en los últimos 80 años.
La última renuncia –pero no la única– de un ministro de la Corte, ocurrió en 1931, cuando Alberto Vázquez del Mercado Marquina renunció frente a la violación en que el ejecutivo federal incurrió al no dar cumplimiento a los amparos que protegían de la aprehensión al jurista Luis Cabrera.
Resulta curioso aquel hecho, ya que para esos años la Corte se encontraba muy fortalecida, e incluso hechos del pasado, como su ignominioso silencio –con el que aún continúan– frente al golpe de estado huertista, habían hecho mella en su imagen, pero no en la movilidad de los ministros.
En estos tiempos, o al menos desde la reforma al Poder Judicial en 1994, la renuncia de un ministro resultaba impensable; evidentemente por los privilegios monetarios de los que gozan, pero sobre todo, por el poder que acumulan durante sus respectivos periodos.
Algunos, han sabido manejarse con suma discreción, otros –por el contrario– han resultado unos farolones, que sin mayor recato exhibían sus prebendas y relaciones. Este último fue el caso de Medina-Mora Icaza, quien desde hace tiempo se encontraba en la mira de agencias de investigación de otros países; no desde luego por su papel en la Corte, sino por detalles algo escandalosos, ocurridos durante su gestión como embajador en el Reino Unido y en Estados Unidos. Raro que un ex procurador general de la República, no reparara en aquello.
Pareciera, sin profundizar en el caso, que la renuncia fue negociada; de ser así había dos opciones: renunciar, y retirarse con la seguridad que las investigaciones en México no prosperarían; o mantenerse en el puesto, ser investigado y finalmente depuesto. El escarnio.
Esto lleva a recordar aquel medio día del domingo 23 de abril de 1999, cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari recibió en la residencia oficial de Los Pinos al senador potosino Carlos Jonguitud Barrios, líder vitalicio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Media hora después, a su salida de la residencia oficial, el profesor había renunciado a la dirigencia sindical. El texto de la renuncia nunca se conoció, porque nunca la hubo; Comunicación Social de Presidencia de la República, informó: “El presidente de la república, Carlos Salinas de Gortari, concedió esta mañana audiencia al profesor y licenciado Carlos Jonguitud Barrios […] Al final de dicha audiencia el senador Jonguitud Barrios, informó su decisión de renunciar…”
Dicen los que saben, que justo antes de entrar a la audiencia, salía por la misma puerta el secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, quien llevaba un voluminoso expediente en cuyo lomo se leía el nombre del profesor. Al buen entendedor, una renuncia.
El pasado ilustra; así lo entendió Jonguitud, quien seguro prefirió renunciar a enfrentar un quinazo. Hoy, quizá un togado recordó la historia.
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Los que de plano no entienden son los potosinos vividores del erario. Ahora nos enteramos que los elementos de seguridad que se pagan para tranquilidad del diputado Cándido Ochoa, hacían trabajo de intendentes, y no de escoltas. Ignoramos cuál es el miedo de Cándido, generado por alguna de las múltiples pillerías que cometió como Procurador, o como secretario general de Gobierno, pero solicitó protección policial, y ésta se le otorgó.
Sin embargo el gánster encurulado decidió –como hacendado porfiriano– utilizar a los elementos que deberían resguardar su tranquilidad, como mozos de cuadra en su latifundio huasteco (la cabra tira al monte). Esta semana se supo, que uno de ellos falleció y otro se encuentra hospitalizado, a consecuencia de las actividades en el rancho.
Seguro sintiéndose perseguido, el personaje solicita a los medios de comunicación se respete su dolor y no se le inquiera sobre el asunto. El único dolor que seguro siente, y eso pensando que sea generoso y agradecido, es la merma en su cartera.
Lo que resultaría totalmente surrealista, es que las instancias encargadas le repusieran los elementos policiales que por su miseria humana fallecieron.
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Les digo que no aprendemos, mientras PAN, PRI, y Morena, se destrozan internamente y entre ellos, de una manera silenciosa y bien coordinada, el gallardismo verde se posiciona. Muchos quisiéramos pensar que nunca más obtendrá un triunfo, pero queda demostrado que él y sus allegados son los únicos que trabajan. A ver si no nos dan otra sorpresa.
No debemos pasar por alto, que mucho de su éxito, dependerá del resultado en la dirigencia nacional de Morena, partido donde cada vez cuenta con más protectores, no sólo es ya Mario Delgado, ya hay otros.
Además sus relaciones con algunos miembros menores de este partido, también son inmejorables; ya lo vimos apadrinando matrimonios civiles, en la tierra caliente michoacana. En la fotografía social, el médico Mireles feliz como la mamá de Espergencia.
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Quienes no irradian felicidad son las cámaras empresariales, ante la ruindad de los diputados que aprobaron la “ley anti Uber”, y apocado el silencio –como ya es costumbre–del gobernador. Claman ya por el veto.
No es para menos, realmente es una arbitrariedad cometida por los curuleros, donde los únicos afectados son los usuarios de este tipo de transporte; y cada vez son más los que requieren este servicio, y de afectarse, habrá que seguir soportando las arbitrariedades de los taxistas.
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En la forma, en el fondo y en lo superficial, resulta absurdo pensar que los políticos actuales aprenderán en algún momento del pasado, es una utópica estupidez; no creo que su entendimiento les alcance para leer un libro.
Por cierto, el pasado miércoles dos de octubre, fue presentado el libro Judíos Ashkenazitas en San Luis Potosí. Las familias, de la autoría de Homero Adame, Emilio Borjas Rubín de Celis, y Jesús Garza Herrera. Salvo una tesis del Colegio de San Luis, esta obra tiene el mérito de ser pionera en el estudio de los procesos migratorios de esta comunidad, así como sus actividades sociales y comerciales en esta ciudad. En hora buena.
Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social, disfrútenlo, pero no se excedan.