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Estaciones poéticas

Por Alexandro Roque

Marzo 31, 2024 03:00 a.m.

A

Luego de cuarenta días en el desierto (rezar o meditar, quizá; estar con uno mismo, cuestionarnos), luego de una semana de sermones y consagración, de ‘latiguear’ mercaderes, de una traición y un juicio injusto, hubo catorce estaciones o escenas en aquel camino a la cruz, la ‘vía crucis’, desde la condena hasta el sepulcro. Siete fueron las ‘palabras’ (diálogos) que Jesús dijo, dicen, en la cruz. No quiero ponerme religioso, es solo que pienso en simbolismos.  

Más allá de lo religioso (cada quien sus oficios o sus misas, o la necesidad de las mismas) es el pensar sobre las palabras, poner a prueba nuestra comprensión lectora, nuestra sensibilidad ante lo simbólico, tan descuidado en este mundo ‘literal’. El César no quiere solo lo que le corresponde. Todo es soltar a Barrabás entre burlas y gritos, ver a quienes se lavan las manos y niegan lo evidente mientras no cante el gallo.

(Aquel versículo: “El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: ‘Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni aun como este publicano’”. O aquel otro: “¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de impurezas”. 

Podríamos ir a las siete palabras poéticas, elegirlas al azar una por libro o todas en uno. Quizá por su significado (religioso o no, el alma va más allá) o por los silencios que entraña una lectura. Podríamos así armar ‘otra liturgia’, otra forma de ritualizar nuestras lecturas. Catorce estaciones literarias para darle un sentido a este mundo al que tanto daño hemos hecho. 

Joaquín Antonio Peñalosa: “Las hijas de María prendieron las gasas y se picaron las manos con alfileres. Las hermanas de la Vela les pusieron moños a los candeleros. Las terciarias trajeron lindas macetas de hortensia, de begonias, de malvas. Las catequistas arreglaron los floreros. El sacristán dio el visto bueno, complaciente. Los monaguillos tumbaron las gasas y los candeleros. Sea por Dios. A la gente le gustó más el altar del año pasado. ¡Oh, la visita a los site altares! ¡Siete veces el agua fresca, a la salida!”

Gibran Khalil Gibran: “Y ahora, me voy, como se han ido ya otros crucificados. Y no penséis que nosotros los locos estamos cansados de tanta crucifixión. Pues debemos ser crucificados por hombres cada vez más grandes, entre tierras más vastas y cielos más espaciosos”.

Amado Nervo: “Amada, en esta noche tú te has crucificado / sobre los dos maderos curvados de mi beso; / y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado, / y que hay un viernesanto más dulce que ese beso”. 

Anónimo: “Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera / que aunque no hubiera cielo, yo te amara, / y aunque no hubiera infierno, te temiera. // No me tienes que dar porque te quiera, / pues aunque cuanto espero no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera”.

Pedro Casariego: “Ayúdame / soy un cristo que no tiene cruz / soy un cristo de crucigrama / ayúdame / tú la espina más remota / tú sueño que se desmaya / tú pequeña niebla de piel / tú que no mereces ser el cepillo de dientes de María Magdalena / tú puedes ayudarme / tú puedes ayudarme complicándome la vida / complícame la vida / complícamela”.

Dulce María Loynaz: “Indecisa, / sobre la faz del cristo agonizaba / la luz... Despacio, luego más aprisa, / se puso todo obscuro... No quedaba / más que el cristo sonriendo en la repisa. // Y cuando el cristo se borró... Yo estaba / viendo allí todavía la sonrisa”. 

Amado Nervo: “¡Cristo / insensato! y yo estoy en tus dolores, / soy tu mismo penar, tu duelo mismo; / mi faz en tus angustias resplandece”.

Alfonsina Storni: “Con la cabeza negra caída hacia adelante / está la mujer bella, la de mediana edad, / postrada de rodillas, y un Cristo agonizante / desde su duro leño la mira con piedad. // En los ojos la carga de una enorme tristeza, / en el seno la carga del hijo por nacer, / al pie del blanco Cristo que está sangrando reza: / —¡Señor, el hijo mío que no nazca mujer!”.

http://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com

Twitter: @corazontodito 

Minificción a manera de posdata y propuesta de ejercicio de escritura: Cuando llegó el momento ni Herodes ni Pilatos condenaron al supuesto mesías. Los miembros del Sanedrín fueron ignorados y Jesús quedó libre... (síganle).