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Estadística simple

Por Óscar G. Chávez

Febrero 17, 2024 03:00 a.m.

A

“Oh, Fortuna, diabólica ramera…” 

La conjura de los necios, 

John Kennedy Toole

De cuando en cuando es conveniente reflexionar sobre los momentos marcados por la turbulencia política que ronda nuestro entorno y lo mismo puede ser tan divertida como agobiante.  Toda sucede en contextos cíclicos en los que las vueltas de la fortuna ocurren como factores de impulso y cambio. 

Muy a propósito de estos días viene al caso recordar cómo  en el 2015 (hacen ya  ocho años que para algunos resultarán lejanos) la senadora Sonia Mendoza Díaz era candidata a la gubernatura por el Partido Acción Nacional (PAN), días aquellos en los que Ricardo Gallardo Cardona se encontraba detenido y llevando un proceso por diversos delitos en un penal de máxima seguridad (se antoja pensar que los hay de mínima o nula). Esa coyuntura provocó un pacto no escrito entre el cacique soledense, entonces perredista, Ricardo Gallardo Juárez y la alianza del Revolucionario Institucional, el Verde Ecologista y el Nueva alianza a cuyo candidato Juna Manuel Carreras lo favoreció la fortuna haciéndolo gobernador con apenas 28,000 votos de diferencia, a pesar que el PAN compitió sin alianza. Bien valieron los votos a cambio de la promesa de libertad para el hijo.

Tras la derrota, Sonia regresó al Senado para, concluido el encargo, inmediatamente convertirse en diputada local y, en el 2021, luego de no obtener una diputación federal plurinominal, con tal de no hacer campaña junto a Octavio, dejó el partido en el que militó por tantos años (y del que mucho se benefició) para, pragmática, unirse a los que seis años atrás fueron sus verdugos: los Gallardo. Éstos, visionarios, no dudaron en hacerla diputada por el Verde Ecologista. Vino así la oportunidad para cobrar los agravios infligidos en elecciones anteriores por Octavio Pedroza –quien como todos lo saben siempre fue muy horrible con ella– contribuyendo en algo a la derrota del panismo en la contienda por la gubernatura.

Más maniobrera que política, Sonia se adaptó a los tiempos y pensó en las oportunidades. De ser combativa y beligerante demócrata (acérrima crítica del lopezobradorismo), acabó sometida a los dictados de Ricardo Gallardo y supo conducirse con la discreción de quien evita opacar y disgustar. Supo percatarse, desde su mullida curul, que cualquier perfil competitivo dentro del Verde potosino, acaba nulificado frente al proyecto político gallardista; desde allí, seguro también, observó la falta de perfiles verdes para la alcaldía de la capital.    

Buenos oficios y estadística simple le permitieron obtener la venia de Gallardo para contender por la alcaldía en un momento en que la militancia  panista rechaza a su candidato priísta, el súper “polisía” que defraudó a militantes y ciudadanos. Aquí es donde resulta pertinente observar que: primero, Galindo pasa por un mal momento, un tanto derivado de sus mediocres resultados, del golpeteo verde-institucional y de la falta de apoyo de aquellos a quienes traicionó, a pesar de los millones de pesos que gasta en promoción personal y casas encuestadores que lo posicionan como un candidato competitivo y, segundo, en aquella contienda de 2015 por la gubernatura, Sonia obtuvo aproximadamente 80,000 votos en la capital que, aunque es seguro no los alcanzará, sí capitalizará muchos de éstos que se sumarán a los casi 111,000 que obtuvo la alianza Verde- del Trabajo y a los 53,500 que obtuvo Morena en la pasada elección por la capital. Ya sin substancias ni consistencia, ¿qué pensará ahora el combo?

Sin adelantarnos, éste es el escenario y es casi seguro que Sonia se convierta en la favorita para llevarse la elección, no le resta más que hacer lo que sabe: trabajo en tierra (con pasos y con pesos, por oposición), mantener su vínculo con el jefe político y que la fortuna no cambie sus designios.