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Familia y escuela Capítulo 111: Estrellas en el firmamento

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Mayo 25, 2022 03:00 a.m.

De manera casi natural, tanto padres de familia como autoridades educativas y profesores, buscamos ser partícipes y plataforma de apoyo para que, tanto hijos como alumnos, “salgan adelante”, tengan un mejor futuro, desarrollen un propósito con su vida, obtengan empleo y las formas en cómo se pueda asegurar su porvenir; incluso, por qué no, que tengan éxito, sean los mejores y brillen en la actividad que elijan desarrollar.

De hecho, para muchas personas esta encomienda se convierte en un objetivo primordial, pero también en  una preocupación constante y es por eso que, todos los esfuerzos se encaminan en apoyar e influir en ellos para que se preparen para su vida futura.

Resulta interesante el darse cuenta de que en cada familia o con cada maestro o maestra, las formas de impulsarlos hacia lograr su éxito son muy distintas, aún cuando todas ellas apuntan en una misma dirección.

Para el caso de las familias tenemos que, una de las funciones que se le encomienda, es precisamente el apoyo que se brinda a hijos y demás miembros, bien sea de manera económica, afectiva, educativa, correctiva; hasta moral y de diversos valores, habilidades y actitudes.

Por supuesto que, no es la intención evaluar o enjuiciar las maneras usadas en las familias para formar a sus hijos; más bien, describir que son muy distintas y apegadas a la cultura y dinámica que en cada una se maneja.

Existen aquellas que dejan toda esa labor a las escuelas o a las madres de familia; en otros casos, las hay aquellas que funcionan de manera muy estricta y restrictiva conductualmente, exigiendo siempre los mejores resultados escolares, poniendo como ejemplo al propio padre o madre y pidiendo que lo superen; o incluso, exigiendo los mejores resultados sin voltear a ver que los propios padres no fueron el mejor ejemplo académico.

Para otras familias, se aplica la dinámica de insertar a sus hijos desde pequeños, en el mundo de las responsabilidades, como labores del hogar o incluso actividades laborales formales “para que sepan lo que es ganarse el dinero”; en casos opuestos, las hay aquellas que funcionan de manera protectora o “paternalista”, apoyándolos en todo.

Mención aparte merecen aquellas familias que, estando desestructuradas, con la presencia de sólo el padre o la madre, incluso, estando a cargo de los abuelos; o casos en donde la escasez de recursos económicos moviliza la dinámica en el sentido de ocupar toda la fuerza de trabajo de sus integrantes; o aquellas que pasan por barreras socioculturales de género, de migración y más. En todos estos ejemplos, el grupo, muy a su manera, sale adelante e impulsa a sus hijos.

Para el caso escolar, vaya que hay una gran tipología de formas y estilos en cómo autoridades, personal de apoyo y desde luego, profesores y profesoras de los diferentes niveles educativos, utilizan toda su experiencia o juventud, técnicas o artimañas, elogios o regaños, para de manera complementaria, pero no menos importante, alejarse de los conocimientos formales y dar lecciones de vida.

Al igual que con los padres de familia, no se trata de juzgar como buenos o malos maestros o a sus estilos de enseñanza y fomación de sus alumnos; más bien, evidenciar las diferentes maneras de buscar y provocar el éxito en sus pupilos.

Maestros y maestras que cumplen su rol de manera rígida y estricta, cruzando apenas palabras de trato social con sus alumnos, utilizando solo el lenguaje técnico necesario para su clase, buscando que ellos repitan en un examen los conocimientos en pro de obtener un número, el cual, si es 5.9 o menor, está reprobado; o bien si llega a la clase a las 8:01 o detrás del maestro al ingresar al aula, no se le permite el acceso; todo ello, de manera tajante e irrestricto, formando su carácter.

Otros más dedican tiempo de su clase, de manera específica o entrelazado con los contenidos, para hablar de aspectos formativos con sus alumnos; en algunas ocasiones son consejos, en otras son charlas motivacionales o ejemplos a seguir; incluso dedican espacio y momentos para escucharlos.

Desde luego que todas las acciones emprendidas por padres y maestros se ven recompensadas y los hacen sentir orgullosos, cuando uno de sus alumnos o hijos logra destacar de manera sobresaliente en la actividad que haya elegido emprender, brillando intensamente y haciendo visible la calidad de formación brindada.

Por el contrario, cuando no logran llegar hasta donde sus progenitores o mentores hubieran deseado; es decir, cuando no fueron los futbolistas famosos, los grandes médicos o empresarios; o simplemente, el no terminar sus estudios profesionales, ocurre un desánimo y descrédito, incluso, llegando a ser catalogado como un fracaso.

Es un hecho que durante el trayecto, cada quien va eligiendo y construyendo su camino, en sus diferentes espacios y circunstancias; y que, si bien no siempre cumplen las expectativas de los demás, aún así, logran insertarse a su manera en la dinámica social de la cual forman parte.

“…Todas las estrellas están en el firmamento, más lejos o más cercanas, pequeñas o grandes; en ocasiones visibles y en otras sin ser advertidas, pero sin duda ahí están todas ellas. En su momento, durante el movimiento incesante del cosmos, a cada una le tocará reflejar la luz con diferente intensidad y ser visible; con nuestro apoyo o sin él, esto pasará invariablemente. Todas las estrellas brillan en el firmamento.”

Nuestros hijos y nuestros alumnos, son esas estrellas, los que están presentes o aquellos que ya se nos adelantaron, contando con un lugar en el firmamento; en ocasiones, las nubes o la claridad del día no nos permiten observarlos, pero te aseguro que, en algún momento, apreciémoslo o no, van a brillar.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx