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Familia y escuela Capítulo 116: El proyecto y el reto

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Junio 29, 2022 03:00 a.m.

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Resulta de lo más normal y natural el realizar las funciones que nos corresponde ejecutar todos los días, así, cotidiano, lo mismo del día anterior y lo mismo para el día siguiente, esa rutina incesante que se vive para cumplir con lo establecido socialmente.

El adulto a realizar cosas de adultos, el trabajo, las ocupaciones formales familiares y religiosas, las preocupaciones económicas y administrativas, entre muchas otras; los niños, adolescentes y jóvenes, realizando cosas acorde con su edad y desarrollo, asistiendo a clases, preparándose y aprendiendo para la vida futura, obedeciendo o sobreviviendo a las órdenes de los mayores.

En casos más extremos, niños y adolescentes, con rutinas diarias luchando y actuando como adultos al estar laborando y obteniendo el sustento propio o para su familia; de acuerdo con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI, 2019), teníamos  que  en México había 3 269 395 niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años de edad que realizan alguna actividad económica; de los cuales 1 755 482 realizan ocupaciones no permitidas.

En cualquiera de los casos, la palabra que en muchas de las ocasiones concentra todos estos esfuerzos, es la “rutina”, la cual tal y como mencionan diferentes diccionarios, es la “…costumbre o hábito adquirido de hacer algo de un modo determinado, que no requiere tener que reflexionar o decidir”. En efecto, realizar acciones sin siquiera reflexionarlas, como si estuviéramos programados como robots o máquinas para desarrollar un trabajo.

Resulta evidente que, encauzar y permitir que la vida de las personas, incluyendo la nuestra, se centre en una rutina, equivaldría a transformarla en “metálica” “grisácea” con una gran carga de monotonía al estar realizando actividades que, “se tienen necesaria y forzosamente” que llevar a cabo para subsistir.

En algunos casos, los medios masivos de comunicación, como ha sido el ejemplo clásico de la programación televisiva, ha intentado llevar “algo de color” a esa cotidianidad incolora, sin embargo, la empresa ha sido en la mayoría de las ocasiones fallida, sobre todo desde el punto de vista que se sigue influyendo sobre el cómo se debe divertir y de qué reírse o burlarse; el cómo vestir, alimentarse y qué productos se deben adquirir; incluso, hasta de qué debemos llorar, lamentarnos, asombrarnos, así como el catálogo de formas de violencia que inunda a las noticias.

Educativamente, estamos dejando fuera a la persona, a su esencia y forma de ser específica, sus propios gustos e ideas, sus sentimientos y sueños, sus temores, miedos y certezas, sus propuestas con aciertos y errores; en fin, su libertad.

Educar integralmente, debe ser una acción provocadora, que incite a hijos y alumnos, no solo a cumplir lo que necesaria y lógicamente está establecido, sino a generar proyecto, su propio y legítimo proyecto. Esta acción debe estar con la inclusión de nosotros, padres de familia y maestros; quienes llevamos a cabo el acto de enseñar y formar, debemos también generar nuestro proyecto.

Crear y llevar a cabo un proyecto, implica transformarlo en un reto, expresado y manifestado en deseos, desafíos, objetivos, metas, esperanzas, curiosidad, ímpetu, aventura y muchos conceptos más que dan cuenta de esa parte indomable del espíritu humano y que todos, en determinados momentos y etapas mostramos al encarar las incidencias de nuestra particular y especial cotidianeidad; pero que, además, nos permite al encararlo, lograrlo de una forma en la cual vamos construyendo nuestras propias maneras de resolverlo y al mismo tiempo aprendiendo y poniendo en práctica lo aprendido.

Ya no es suficiente con educar a nuestros hijos, solamente con la monótona y tediosa forma tradicional de preceptos y reglas, las cuales sin duda son importantes; sin embargo, integralmente, se debe también fomentar desde pequeños, el crear proyectos y asumirlos como sus propios  retos.

Ese paso de crear para luego asumirlo como propio, tiene tal claridad cuando se inicia manifestándolo: “…el reto del día de hoy es: limpiar la habitación, crear un alimento con frutas, bañar al perro, crear un video de las mascotas con el celular, etc.”; para posteriormente ya no establecerlo por ellos, sino solicitarlo: ¿cuál es tu reto para hoy?

De igual forma, como maestras o maestros de cualquier nivel educativo, debemos entender que llegar a clase y  entregarla de manera rutinaria, grisácea, monótona y por supuesto que aburrida, logra como resultado esas actitudes, conductas y “rostros” que vemos en los alumnos. No se trata de vestirse y actuar de comediante o “standupero”, es simplemente “ser” tal como normalmente actuamos, el cambio está en la actividad que se genera.

En la mente de cada docente y padre de familia, deben estar rondando  diversas preguntas: ¿De qué forma, con qué actividad los sorprendo? ¿Qué proyecto puede sacar a flote sus habilidades y actitudes? ¿Qué actividad puede poner en juego sus valores y sentimientos? ¿Qué puede provocar su creatividad, innovación  y diferentes maneras de dar soluciones a lo que se propongan?

Las mismas preguntas planteadas las debemos de aplicar hacia nosotros mismos; es más, el crear proyectos y asumirlos como nuestros retos, debiera aplicarse a todas las profesiones y actividades: al área de la salud, la arquitectura, el derecho, etc.; las amas de casa, los comerciantes establecidos o ambulantes; los agricultores, pescadores y prestadores de servicios; incluso hasta los servidores públicos, solo por mencionar algunos ejemplos.

No hay proyectos ni retos malos o buenos; basta con asumirlos, por lo que pueden ser desde una macro empresa o el encarar el compromiso de crear una familia, hasta actividades que en cada quien significa un gusto el desarrollarlas, como es el caso de personas a quienes les obsesiona la limpieza y mantienen sus espacios limpios y relucientes; o actividades artesanales como el bordado o la alfarería, o artísticas como el dibujo, la pintura o ejecutar algún instrumento musical; incluso aquellos quienes asumen el reto de acompañarse y  cuidar bien a su mascota

La receta para salir de la rutina, la monotonía y el tedio que provocan las actividades cotidianas y, al mismo tiempo aprender con ello, es muy sencilla: llenar 1 cucharada de proyecto y tomarla a dosis al gusto, acompañada con amplias rebanadas de compromiso, habilidades y actitudes, envueltas en un gran reto.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx