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Familia y escuela Capítulo 120: La pantalla mental

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Julio 27, 2022 03:00 a.m.

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Lentamente la vista, es decir, lo que es objetivo y comprobable, así como todos los artefactos, productos y servicios que muestran contenidos y creaciones audiovisuales de manera maravillosamente nítida y cuasi real,  han ido rebasando a la imaginación. 

La tecnología y los aparatos que con ella se han fabricado para difundir imágenes y sonidos, son espectaculares; desde la propia televisión, pantallas “inteligentes”, hasta aparatos celulares y relojes, han llenado las expectativas de todos aquellos que comunican sus creaciones por estas vías.

Por un lado, se ha incentivado la creatividad de algunos al tener los escaparates en dónde mostrar sus ideas, desde las más simples hasta las más elaboradas e inimaginables; pero por el otro, muchos han dejado de utilizar su imaginación ante lo desbordante e impactante de lo presentado por los medios; en este sentido, otorgamos entera y total confianza a lo que podemos apreciar con nuestros ojos, que a lo que podemos crear con nuestra mente.

Estos avances tecnológicos y cibernéticos, han llevado a los grupos humanos hacia la sociedad del confort; en el caso particular de la imaginación y la creatividad, se ha llegado a establecer claramente la diferencia entre el apreciar o crear, es decir, esperamos cómodamente que las ideas, imágenes y proyectos nos lleguen ya elaborados, en lugar de asumir el riesgo de visualizar y crear los propios.

Tal parece que esas metáforas fantásticas en donde la tecnología y las máquinas comienzan a suplir las habilidades y cualidades de los hombres, lentamente comienzan a ocurrir; en este caso, es grave el que se suplante o delegue la responsabilidad de pensar, imaginar y crear, en elementos no humanos y su inteligencia artificial.

Los grandes creadores, aquellos que pensaron y propusieron un mundo diferente, esos que se atrevieron a plantear ideas singulares e innovadoras, seguramente debieron de liberar su imaginación y de usar su “pantalla mental” para visualizar su entorno y su futuro, para “aterrizarlo” sobre un boceto y su posterior implementación y creación.

De manera más cotidiana y terrenal, con nosotros como personas y “simples mortales”, es de suma importancia el fomentar el uso de la imaginación, no solo como defensa contra el embate de la tecnología y su zona de confort, sino como herramienta verdaderamente útil para el desarrollo de nuestras potencialidades.

Un primer paso consiste en reconocer que esta “pantalla” siempre la hemos tenido funcionando, desde luego con mayor frecuencia en tiempos anteriores: Adulto mayor, 75 años: “… cuando era pequeño, todas las noches me sentaba en el piso frente a esa consola marca Silvertone de “alta fidelidad” a escuchar la XEW radio, no me perdía el oír a Carlos López Moctezuma y sus historias de suspenso y terror; cómo olvidar las series de Kalimán “el hombre increíble” y de “Chucho el roto” …te juro que “veía” a todos los personajes y los lugares en donde estaban…”

No es que sea cosa de viejos, la pantalla sigue encendida aún con las generaciones actuales, lo que pasa es que no le damos el crédito que merece el usar la imaginación, incluso, para algunas personas y aspectos educativos, tanto en familias y escuelas, se muestra un cierto descrédito hacia el pensar, imaginar y soñar en cosas que no son reales.

Negar que podemos usar la imaginación, equivale a negar una parte importante de nosotros, esa que nos permite crear y recrear las posibilidades lógicas o no, de vivencias e ideas diferentes, de innovar, de traer al presente elementos del pasado y desde luego de imaginar nuestros futuros posibles.

“…basta con que cierre los ojos y traer el recuerdo de mi padre, hace seis años que falleció y cuando quiero verlo, escuchar su voz y su risa discreta diciendo “estoy a todo dar”, solo tengo que invitarlo a hacerse presente en mi mente y ahí está, nunca falla…”

Aún para los escépticos, la pantalla mental aguarda paciente y silenciosa a que llegue el final del día y en cuanto nuestro nivel de sueño comienza a aumentar, ésta se enciende automáticamente y comienza a jugar con nosotros; presenta en su programación cosas agradables y otras francamente terroríficas, pero todas ellas tan reales que, al despertar queremos regresar a dormir y sintonizar “el mismo canal” para volver a disfrutar o, ya no volver a sufrir con esas pesadillas.

En la educación, sobre todo para aquella que presume de “educar para la vida”, resulta imprescindible el hacer uso de la imaginación para darle sentido a todos los datos duros que suelen acompañar a materias áridas, por ejemplo el hacer visible los objetos de una suma o, los elementos de uso cotidiano que tienen sus componentes químicos, incluso, los personajes y lugares de episodios históricos.

Para la educación de carácter integral, el fomentar en hijos y alumnos la creatividad y el ingenio, el autoconocimiento y la proyección de sus metas y objetivos en la vida; el imaginar sus futuros posibles, se basa en buena medida en la proyección que hacen de sí mismos en su mente.

Profesor de bachillerato en la materia de Orientación II: “…casi siempre, al terminar el curso, realizo con ellos el siguiente ejercicio: les pido que cierren los ojos y que respondan a las siguientes preguntas, pero con imágenes en su cabeza, ¿cómo te ves físicamente en cinco años? ¿tienes ya pareja e hjos? ¿estás trabajando o estudiando?  ¿vives con tus padres o ya separado de ellos? ¿eres feliz, estás contento con lo que ves?.

Imaginar para educar y educar para imaginar, se vuelve entonces un momento crucial para la vida de muchas personas, dado que les da la oportunidad de plasmar sus inquietudes y objetivos, sus sentimientos y apegos, sus miedos y desacuerdos, sus gustos y aficiones y, sobre todo, “dibujar en su mente” el tipo de persona que se desea y se aspira a ser. 

Encender y usar nuestra propia pantalla mental, es una actividad que ha ido en desuso y descrédito, pero que, como podemos apreciar, resulta igual de valiosa e importante que cualquier actividad formal.

¿Sigue encendida y en uso tu pantalla mental? 

Comentarios: gibarra@uaslp.mx