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Familia y escuela Capítulo 220: Yo robot, tú robot

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Junio 26, 2024 03:00 a.m.

A

Desde sus inicios, la educación, como ese proceso de enseñanza y aprendizaje de contenidos sociales, culturales, científicos y demás, ha sido concebido para ejecutarse en humanos, con todo lo que este último concepto contiene.

Humano: Individuo caracterizado como “hombre sabio” (homo sapiens) el cual, mediante el desarrollo evolutivo de su cerebro con capacidad de raciocinio, pensamiento lógico, científico y tecnológico, que le permite modificar el entorno para su beneficio y conveniencia; además de desarrollar y fomentar cultura, conductas, costumbres y valores, propios de la presencia dominante de su especie y de cada región en donde se desenvuelva.

Tal parece que las características que recién enumeramos, referentes a los seres humanos, parecieran ser, a su vez, las características propias que toda forma educativa tienda a desarrollar en nosotros, no solo por sistemas educativos formales y sus escuelas, sino también por todos los grupos y actividades sociales, comenzando por la familia.

Sin embargo, hemos llegado a un grado de desarrollo tal que, las personas y los grados de avance de la tecnología que les rodean, ha “mecanizado” y “robotizado”, no solo todo el proceso educativo, sino, todo el proceso de interacción social, en afán de lograr un grado de perfección humana, tal cual si fuéramos dioses.

Debido a ello, nos encontramos coexistiendo en un mundo en donde las teorías científicas, reflejadas en las máquinas, los sistemas de cómputo, el desarrollo robotizado de muchas o casi todas las actividades que se desarrollan grupal e individualmente, han rebasado la voluntad humana y tienen literalmente el control de nuestra existencia.

Las emociones han pasado a formar parte de algo prohibido y excluído del comportamiento de los hombres, mujeres y niños, en su lugar se muestra la “frialdad” de los números, los procesos y conductas medibles y cuantificables.

Ahora, las relaciones sociales se miden, no por la interacción física presencial, sino por el número de “likes” y “followers” que obtienes ante, primero, tu mejor imagen que colocas como tu avatar y después, por el tipo de contenido que “subes” a tus redes sociales.

Muchas de las actividades, a pesar de que indudablemente buscan un orden, equidad, justicia, progreso y desarrollo armónico, han quedado en manos de máquinas robotizadas, tal es el caso de las comuncaciones, los transportes, las actividades comerciales, deportivas, recreativas y, en general, todas las formas de convivencia social; incluso, la creatividad, la imaginación y hasta la innovación ha sido arrebatada a los humanos y ahora permanece secuestrada por la Inteligencia Artificial. 

En la educación, un número te muestra, en un examen, si tu coheficiente intelectual es superior o bajo; de la misma forma, el número obtenido en una evaluación determina tu ingreso a un nivel educativo, lo mismo que tu permanencia o abandono de una carrera y, por consiguiente, modificando tu futuro personal; incluso, ya en algunas primarias someten a los niños de nuevo ingreso a examen.

Ante lo anterior, quedan fuera las reacciones naturales de todo ser humano, como el estrés negativo, el miedo, angustia, presiones personales y familiares, contexto en el que se vive y, todo ello, para seleccionar a los individuos aptos para ser programados hacia la obtención de un número que “demuestre” su capacidad.

Muchos de los maestros de todos los niveles educativos, asimilan esta forma de obtener el éxito personal y profesional y entienden que para ser catalogados como “de excelencia” buscan de la manera pedagógica y técnica más actual, que sus alumnos sean formados en la lógica de los procesos medibles y cuantificables, es decir, que obtengan un número aprobatorio a toda costa, mediante ser programados desde un robot hacia muchos otros robots.

Incluso, si solo se trata de educar mediante la programación de personas, tal como si se programara una máquina, ya muchos docentes han sido suplantados por plataformas, programas tutoriales y autogestivos, cursos virtuales pregrabados y todo ello bajo la aceptación de las autoridades educativas y la preferencia de padres de familia y los propios alumnos que aceptan esta forma fría e impersonal de ser programados y especializados en determinada actividad.

A una máquina, a un robot, se le programa en serie para su funcionamiento perfecto en cualquier circunstancia, tiempo y lugar, si falla, se desecha; a un humano se le prepara de manera diferente, se le forma integralmente para ser resiliente, situado en su contexto y tiempo que le toca vivir, resolviendo, con sus bases científicas, ingenio y valores todo lo que se vaya presentando, entendiendo su carácter falible; no se trata de ser un robot más en la línea de producción, más bien, no olvidar que dentro de las verdaderas actividades y características de todo ser humano, está el uso de sus habilidades para sobrevivir y adaptarse a su medio ambiente, sin ser tomado como objeto insensible, sino con el honor y responsabilidad de ser conocido como: Homo Sapiens.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx