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Familia y escuela Capítulo 251: Enseñar y aprender a observar

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Enero 29, 2025 03:00 a.m.

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Existen notables diferencias entre las acciones de ver, mirar y observar; éstas, para muchas personas pudieran parecer sinónimos o términos equivalentes, sin embargo, sus alcances y, sobre todo, su uso e importancia para el desarrollo de una actitud crítica y de seguridad ante todas las situaciones de aprendizaje cotidianas que se suceden en el entorno, las hacen distinguirse de manera precisa.

El ver, simplemente consiste en registrar lo que pasa frente a nuestros ojos, capturando, en ocasiones sin desearlo, todo lo que nuestro sentido de la vista registre; es la acción más básica y rutinaria, sujeta a lo que suceda a nuestro alrededor o a lo que alguien más nos muestre.

Además, carece de intencionalidad, es decir, se ve solamente lo que en el transcurrir de nuestras acciones aparece ante nosotros; ocurre, sin pretender detenernos a investigar, analizar, clasificar, criticar o realizar alguna otra acción con lo apreciado.

Cuando alguien dice: “voy a ver la televisión” en efecto, solamente es espectador de lo que la programación de la cadena televisiva le presenta, sin importar si el contenido es adecuado, morboso o subliminal con la imposición del consumo mercadológico; difusor de violencia o de abuso de sustancias nocivas; si lo que ve incluye acciones  marginales o de exclusión social; incluso, si es un programa de comedia, se ríe cuando en éste se escuchan risas y, claro, que hay la incapacidad de cambiar de canal o de simplemente apagar y ejecutar otras acciones.

En el terreno educativo, existen padres de familia y profesores que tienen en este rango a hijos y alumnos, mostrando únicamente los contenidos educativos, fórmulas, acciones, conductas, reglas, costumbres y toda una gama de aprendizajes que, sin más, se le ponen a la vista para que sean repetidas fielmente, sin la oportunidad de réplica o crítica.

Para el caso de la acción de “mirar” se tiene la diferencia de que no solo se capta lo que pasa frente a nuestros ojos de manera accidental, sino que ahora se tiene la intención de buscar y provocar el registro visual de determinados elementos, con el objetivo de ubicarlos y apreciarlos de manera específica, llegando a describirlos o clasificarlos, pero solo eso.

Cuando alguien dice: “voy a mirar un programa en la televisión” se enciende, se busca en un canal y horario determinado, se disfruta y se llega hasta a narrarlo o describirlo posteriormente; sin embargo, no se usa su contenido para otra acción de mayor complejidad.

Educativamente hablando, cuando en las familias o grupos escolares, los hijos o alumnos tienen el interés sobre apreciar o experimentar algún contenido, tema, actividad, programación audiovisual en televisión o en las diferentes redes sociales, por supuesto que se accede a ellas, incluso ya sin el consentimiento de maestros o padres de familia, pero todavía con la limitante de solamente ser espectadores y realizar comentarios superficiales sobre lo que se miró.

Observar, en cambio, es una categoría de pensamiento, acciones y educación con otra dimensión y alcance, puesto que propone una forma de abordar y apreciar los contenidos, temas y situaciones apreciadas de una forma más profunda y crítica.

Para muchos, la observación no se lleva a cabo únicamente con el sentido de la vista, sino que entran en acción todos los demás, sin limitarse en tomar en cuenta diversos elementos, actitudes y acciones para obtener un conocimiento y comprensión de los fenómenos y cosas con mayor profundidad.

Se puede afirmar que es la base para practicar una actitud crítica como estado constante de las personas que no se conforman únicamente con lo que, en una primera instancia, se presenta ante sus ojos; por ello, existe de manera permanente la duda, los cuestionamientos, la investigación, las comparaciones y extrapolaciones y todos los mecanismos de los que se puede echar mano, con tal de “ir más allá” en la comprensión y el aprendizaje que se desea obtener.

El tener un conocimiento profundo de lo observado, permite otorgar un sentido analítico y práctico, con la compresión y objetivo claro de todas las acciones apreciadas o en las que se participa; ayuda a fundamentar y argumentar las decisiones y acciones que se efectúan; todo lo anterior otorgando a quien enseña y quien aprende la capacidad de estar consciente de qué, por qué y para qué se aprende.

Saber observar conlleva, además, a acceder a la apreciación de otro nivel, abandonando las estructuras de pensamiento genéricas y apresuradas, dando apertura a una contemplación de mejor calidad y a juicios de valor con elementos argumentativos integrales.

Al observar una película, programa televisivo o contenidos audiovisuales en redes sociales, se analiza, investiga y cuestiona su mensaje, origen, ¿quién lo creó? ¿con que finalidad? ¿qué aporta? y sobre esos datos, decidir su aceptación y la confianza que se tiene sobre ellos. 

Incluso, la observación de manera estética y valórica, nos llevaría a disolver la simple dicotomía entre “lo bonito y lo feo” “lo bueno y lo malo” “lo negro y lo blanco” llevándonos a apreciar elementos intermedios y profundos como su composición, colores, sonidos, imágenes y más; significa el no solo ver el bosque sino apreciar la belleza y armonía de la más pequeña flor silvestre que se abre paso entre la inmensidad de los troncos y que de no ser porque alguien se detuvo a observar, hubiera pasado inadvertida por siempre; o voltear a ver el firmamento no solo para saber qué vestuario se usa, sino para apreciar lo maravilloso de las nubes, sol, luna y estrellas.

Educar, mediante la enseñanza y aprendizaje para el desarrollo y fomento de la observación, resulta ser una encomienda necesaria y objetivo prioritario en la formación integral de todo ser humano; padres de familia y maestros, debemos de entenderlo así.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx