Finalmente
Hoy es un buen día para México. Hoy concluye el sexenio de un individuo que dedicó cada minuto de su vida durante todo el sexenio a ver como socavaba la democracia y derruía el Estado de Derecho.
Cada acción, cada decisión que tomó López durante su gobierno se dirigió, con precisión milimétrica, a cobrar venganza en contra de las instituciones, la ley, la Constitución y, más que nada, de quien en su enfermiza mente le hubiera agraviado de pensamiento, palabra, obra u omisión.
Echemos un vistazo tan solo a uno de tantos actos de rencor. Pongamos atención en la reforma judicial.
López quiso hacer cosas, muchas inconstitucionales, por lo que topó con el muro de la razón jurídica en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Nombró dos ministros, como parte de su plan de controlar al Alto Tribunal, pero Margarita Ríos Farjat y Juan Luis González Alcántara Carrancá, quienes conservaron su dignidad por encima de su sometimiento (como es el caso de Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz) y simplemente lo mandaron a volar, poniendo a la Constitución por encima de los caprichos de Palacio Nacional. Finalmente, algo trivial pero igualmente insultante a la primaria y elemental mentalidad de López: la Ministra Norma Lucía Piña, Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal no se levantó a rendir homenaje, como sus lacayos acostumbran, durante la celebración del acto conmemorativo del aniversario de la Constitución mexicana en dos mil veintitrés en Querétaro.
Tres razones suficientes para un dictador de cuarta para arremeter en contra del Estado de Derecho y las instituciones.
Profesional de la violación constitucional (esto está documentado en el proceso de desafuero en su contra) López hizo uso de todos los medios a su alcance (legales y no) para lograr apoderarse del Congreso de la unión y sacar adelante sus aviesos propósitos de venganza.
Las grandes decisiones nacionales no siempre se toman desde la razón. A veces, lo más prosaico se convierte en el motor de una determinación que derrota a la ley.
En su magnífico libro “Memorias de un Pentonto”, Luis Reyes de la Maza refiere lo ocurrido en mil novecientos setenta y nueve, cuando en franca violación a lo dispuesto por el artículo ciento treinta constitucional hubo actos de culto público por la venida a México del Papa Juan Pablo II.
Cito al autor, quien manifestó su oposición entonces a transgredir la Constitución ante Javier García Paniagua, subsecretario de Gobernación: “--No se oponga a que el Papa sea entrevistado. /--Que lo entreviste Televisa, pero no me parece que un funcionario del Estado, con cámaras y micrófonos del Estado, vaya en el mismo avión que el Papa. /--Déjelo (Luis). No hay nada que hacer. La familia del señor Presidente es la más interesada en esa visita y desea que se le de la mayor difusión posible…”.
En diálogo con su jefa, Margarita López Portillo, Directora de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, la también hermana del Presidente de la República le dijo a Don Luis: “Que no se entere mi mamá que te opones porque caerás de su gracia. […] Además, Luisito, no podemos ir en contra de la voluntad popular. He recibido más de diez mil cartas y telegramas pidiendo que trasmitamos en cadena nacional todos los actos de su visita.”
Como vemos, frente al texto expreso de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos pudo más la voluntad de Doña Cuquita Pacheco de López Portillo, madre del Presidente y de Margarita.
Así de banal la política mexicana desde siempre. ¿Por qué iba a ser distinto con un personaje como López que hace de la expresión visceral su más acabada forma de comunicación?
López decidió entregar un país incendiado, dividido, inseguro y descompuesto a su sucesora. ¡Qué bueno que dice que la quiere, porque si no, quien sabe que más destrozos le heredaba!
Claudia tiene una oportunidad, que pasa por enterrar al pasado, al pasado reciente.
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