Hoy hace setenta y cinco años

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Hoy, 9 de agosto, se cumplen 75 años del bombardeo atómico de Nagasaki llevado a cabo por los Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial, tres días después de que la ciudad de Hiroshima hubiese corrido la misma suerte. Ambos bombardeos produjeron un estimado de 250,000 víctimas fatales, entre los que fallecieron en el momento de las explosiones y aquellos que enfermaron por envenenamiento radiactivo y murieron posteriormente.

El impacto sicológico de estos ataques en la población japonesa fue, sobra decirlo, de grandes proporciones. Y no tanto por el enorme número de muertos entre la población civil, sino por el poder destructivo de las nuevas armas. En este sentido, habría que recordar  que si bien el ataque a la ciudad de Tokio durante la noche del 9 al 10 de marzo de 1945 con bombas convencionales produjo alrededor de 100,000 muertos, para que esto se diera fue necesario desplegar 279 bombarderos B29 que lanzaron sobre la ciudad 1700 toneladas de bombas incendiarias. En contraste, la destrucción de Hiroshima la llevó a cabo un solo bombardero B29 mediante una sola bomba de uranio.

Los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki han provocado, no podría ser de otro modo, que la población japonesa tenga sentimientos negativos en contra de las armas nucleares y que en forma mayoritaria se oponga al desarrollo, e incluso a la presencia, de dichas armas en su territorio. Por más que Japón dependa de la potencia nuclear de los Estados Unidos para su defensa.

Una manifestación de la traumática experiencia de Japón con las armas nucleares es la película “Godzilla”, dirigida por Ishiro Honda y estrenada en el año 1954, apenas nueve años después del fin de la guerra. Dicha película, que tuvo gran éxito, constituye una alegoría de los bombardeos atómicos de las ciudades japonesas e incluye mensajes explícitos en contra del desarrollo de las armas nucleares.

De acuerdo con la trama de la película, las pruebas con bombas de hidrógeno llevadas a cabo por los Estados Unidos en los atolones del Océano Pacífico, incomodaron y sacaron de su hábitat en el fondo del mar a Godzilla, un gigantesco monstruo sobreviviente del periodo Jurásico. El aspecto de Godzilla es el de un tiranosaurio con cola de lagartija, hileras de prominentes placas dorsales, y una piel extremadamente rugosa remedando las cicatrices queloides de los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki. 

Al inicio de la película varios barcos son atacados y hundidos por Godzilla, episodios que habrían sido inspirados en el incidente ocurrido el 1 de marzo de 1954 en el que el barco atunero japonés Daygo Fururyu Maru estuvo expuesto a la radiación proveniente de una prueba nuclear llevada a cabo por los Estados Unidos en el atolón de Bikini. Como resultado de esta exposición, uno de los tripulantes murió por envenenamiento radiactivo.

Después de sus primeros encuentros con los humanos, Godzilla se encaminó hacia la ciudad de Tokio, resistiendo sin mayor problema todos los ataques que le fueron dirigidos para frenarlo. Una vez en Tokio, el monstruo produjo, con su aliento ardiente y enorme fuerza, una destrucción equiparable a la de Hiroshima.

Godzilla fue finalmente puesto fuera de combate por el “Destructor de oxígeno”, un poderoso dispositivo inventado por el doctor Daisuke Serizawa. Tal era el poder de dicho dispositivo, que Serizawa temía que pudiera caer en manos de gobiernos que lo utilizarían como un arma de destrucción masiva. En estas condiciones, el científico asumió el papel de héroe y decidió inmolarse y morir junto con Godzilla, para así evitar que en el futuro lo obligaran a reproducir su invento con fines aviesos. 

La película Godzilla original es pues una metáfora de los ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki y una propaganda en contra de las armas atómicas. Tomada en forma literal, por otro lado, es inexacta en cuanto a que un arma con el suficiente poder para vencer a Godzilla pudo ser fabricada por un científico aislado, y que bastó una decisión personal para ponerla fuera del alcance de gobiernos dispuestos a usarla como un arma de destrucción masiva. En efecto, sabemos que las armas nucleares que devastaron a Hiroshima y Nagasaki fueron resultado de un esfuerzo nacional en el que participaron grupos numerosos de científicos e ingenieros apoyados con cantidades ingentes de recursos; y que, ciertamente, bastaría algo más que una decisión personal para ponerlas fuera de combate.

Por lo demás, la película original de Godzilla de 1954 resulta más que recomendable.