Huya, huya… la patrulla
Resulta muy complicado comprender, al menos para los de corto entendimiento como yo, qué ofrece la muy novedosa (y en breve Benemérita como la española) Guardia Civil como para que disminuyan los índices delictivos en el estado, fuera del membrete, los vehículos y los uniformes. Contra todo lo que diga el arquitecto Ricardo Gallardo, seguimos viendo a los mismos policías que hasta la semana pasada utilizaban los uniformes de la Secretaría de Seguridad Pública.
En cierta calle céntrica, por ejemplo, hay un policía obeso de aspecto descuidado que indolente en su servicio de vigilancia y amafiado con los lavacoches les permite disponer en todo momento del agua de la que se abastece alguno de los edificios de la secretaría de Finanzas. Nunca atiende su encargo y, horondo –como su volumen corporal–, se pasea por las calles aledañas; supongo que en algunos días, con la misma horondez, lucirá su nuevo uniforme, que por cierto está bien horroroso; ahí si le falló al diseñador Gallardo.
Y si esos son los de abajo, ¿qué pasará con los de arriba?, seguirán dirigidos por el mismo personaje que cada día evidencia mayor desequilibrio mental, cuando no grita pidiendo que se le entreguen cadáveres, agrede reporteras. Es decir, era lo mismo renovarles el parque vehicular, comprarles uniformes nuevos y capacitarlos para que dieran un mejor rendimiento, porque el cuerpo de élite que anuncia el gobernador esteta, nunca lo será.
Casi al mismo tiempo que se ponía en servicio la nueva Guardia Civil, tres agentes de la policía ministerial balaceaban un automóvil en la cresta del puente Granate, y la Fiscalía (autónoma pero no independiente) ha guardado silencio al respecto; seguro en breve los dotarán de mejor armamento para que intimiden y agredan mejor a la ciudadanía.
En el ámbito de lo municipal no es distinto (con todo y el video en el que se observa la reacción casi inmediata de la policía para aprehender a unos asaltantes que operaban en el área peatonal de la calle Iturbide, y cuya difusión por todos los organismos municipales mediante sus redes sociales ha sido espectacular), se hizo viral (y no por difusión de las redes sociales del Ayuntamiento) un video del momento en el que policías de la misma corporación agreden a un estudiante que transitaba sobre avenida México. El alcalde dijo no conocer el caso, pero aseguró que se investigará.
Apenas son muestras, pero dicho de otra manera, de nada servirán que se anuncie que los cuerpos de seguridad ahora serán de élite, mientras continúen formando parte de ellos los mismos trogloditas que hasta ahora.
El porqué de la permisividad gubernamental es algo que se explica de una forma fácil: más que cuerpos represores son los encargados de regular la administración del miedo como monopolio y recurso del Estado. Ahora bien, tanto Ricardo Gallardo como Enrique Galindo son del tipo de gobernantes que creen en la necesidad del respaldo policiaco como garante del orden social y tolerarán cierto nivel de excesos contra la ciudadanía; es la única forma de contar con un respaldo permanente de las fuerzas del orden.
El pasado inmediato los retrata, Galindo nunca dejará de ser un policía (y no olvidemos que fue el de más alto nivel durante el sexenio peñanietista); esto desde luego no quiere decir que sea bueno o malo y que él se defina o lo definamos como uno u otro, simplemente es su profesión. Gallardo, por el contrario, carente de conocimientos en la materia y de consejeros eficientes en esta materia (y en casi todas), vive con el miedo a flor de piel, para él la seguridad del entorno que gobierna se respalda por la fuerza pública, por las armas, de ser necesario, incluso antes que indispensable. Proyección de lo personal, se entiende al ver los exagerados dispositivos de seguridad personal que hay a su alrededor y que no se veían desde la época en que gobernaron los psicóticos doctores y su obscuro, más que cándido, secretario general.
Según, dicen algunos medios gallardistas que, dice el índice de Paz de México 2022, San Luis es el cuarto lugar más seguro del país (¡desde que se instaló la Guardia Civil!); ignoro si en realidad lo consignó así el Instituto para la Economía y la Paz (que es quien lo elabora), porque entendí otra cosa al leerlo, pero al menos creo que ningún potosino podrá afirmar que la inseguridad se encuentra a la baja.
Estemos tranquilos, inicia una nueva época en materia de seguridad (y de todo) para San Luis Potosí, contaremos con un calendario ricardiano, en el que las constantes serán AG y DG. Al fin, como afirma Guadalupe Torres (la maldición mayor de toda la herencia): la culpa es de los gobiernos pasados.
Gracias por la lectura. A diferencia de la inseguridad, las cifras de coronavirus de nuevo incrementan, no bajen la guardia.




