In-D: Los claroscuros de Spotify
La industria de la música, al igual que todo en la vida, está llena de luces y sombras. Es una realidad que la manera de vender y de consumir música ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. A los de mi rodada aún nos tocó experimentar por medio de nuestros padres el formato del acetato y el cassette. Vivimos la transición al CD y, tiempo más tarde, vivimos la experiencia de las descargas de mp3 por gloriosas plataformas como Napster, Lime Wire y Ares.
Dicen los que saben que es justo ahí cuando la cosa comenzó a descomponerse. Dicen los que antes se llenaban los bolsillos de billetes vendiendo discos que la descarga gratuita de música le dio en la torre al negocio musical. Resulta curioso que esos mismos que décadas atrás se rasgaban las vestiduras por las afectaciones a la industria de la música son los que, tiempo más tarde, han desarrollado las plataformas "gratuitas" de streaming y han adoptado el papel de verdugos de artistas.
Y no es que estas plataformas digitales sean malas. Tienen sus virtudes y sus defectos, tienen sus ventajas y sus muy macabras desventajas. Spotify es, sin duda, la plataforma musical más popular en México. Uno puede estar a favor o en contra de este monstruo del streaming dependiendo del ángulo que se mire. Como melómano y consumidor de música empedernido tengo que aceptar que resulta increíblemente cómodo poder tener acceso a toda la música del mundo por una cantidad bastante accesible. La posibilidad de poder cargar con una infinita biblioteca musical en un teléfono móvil me maravilla.
La cosa se torna un poco turbulenta si vemos a esta misma plataforma pero desde otra óptica: la del artista. La manera de generar ganancias en Spotify nunca ha sido ni del todo clara, ni del todo justa. Se trata de una caja negra en la que el artista no tiene referencia tangible de si los ingresos que la plataforma le reporta son reales y justos.
Por si esto fuera poco, Spotify ha anunciado un aumento en sus tarifas. Este hecho pudiera hacernos pensar que al aumentar su costo de suscripción el artista se vería beneficiado. Es cuestión de lógica. Más ingresos = más ganancia para Spotify. Más ganancia para Spotify = más regalías para el artista. Desafortunadamente esto no será así. Spotify ha anunciado que, a pesar de estar a punto de subir su tarifa, para el próximo año el presupuesto que la plataforma destinará al pago de regalías para artistas bajará 150% con respecto al presupuesto del 2024.
Los artistas pegaron el grito en el cielo exigiendo una explicación, ante lo cual Spotify argumentó que los aumentos en sus tarifas se debían a la próxima inclusión de audiolibros dentro de la plataforma, lo cual no podía verse reflejado en más regalías para los artistas al tratarse de un giro diferente al musical.
Parece que Spotify ha vuelto a mandar al paredón a los músicos que hacen que su negocio sea posible. Tal parece que la plataforma se ha convertido en el verdugo que juró que jamás sería. A final de cuentas cada quién habla de cómo le fue en la feria y todo indica que Spotify seguirá siendo el héroe para los consumidores, pero el villano para los creadores.
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