¿La agricultura del futuro?

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En la actualidad, con casi ocho mil millones de habitantes en el mundo, aproximadamente la mitad de las tierras habitables a nivel global son empleadas para producir alimentos. Se esperaría, además, que en las siguientes décadas, en la medida en que se incremente la población del planeta -que se espera casi alcance los diez mil millones de personas en 2050- la superficie empleada en la producción de alimentos debería aumentar. 

Por otro lado, los desafíos para lograr incrementar la producción de alimentos en función del aumento de su población no serán iguales para todos los países del mundo y un artículo aparecido esta semana en la revista “MIT Technology Review”, firmado por Megan Tatum, nos proporciona un ejemplo dramático al respecto.  

El artículo de marras lleva por título “Dentro de la gran apuesta de Singapur por la agricultura vertical” y se refiere a la producción de alimentos de vegetales en espacios cerrados que está llevado a cabo Singapur, que, como sabemos, es una ciudad-estado con una superficie de 697 kilómetros cuadrados –equivalente a una superficie  cuadrada de poco más de 25 kilómetros de lado- y una población de más de seis millones de habitantes. Estos números hacen a Singapur el tercer país con mayor densidad poblacional en el mundo. 

En su calidad de ciudad-estado, con un denso perfil urbano de edificios de gran altura, Singapur dedica apenas el 1 por ciento de su superficie a la producción de alimentos y tiene que importar el 90 por ciento de la comida que consume. Según Tatum, esto puso a Singapur en una situación de vulnerabilidad en los meses previos a la crisis de 2008, cuando ocurrió un incremento mundial en los precios de los alimentos. 

En este contexto, compañías privadas en Singapur han desarrollado granjas verticales para el cultivo de vegetales en espacios cerrados empleando técnicas hidropónicas. En su artículo, Tatum describe las instalaciones de VertiVegies, una de estas compañías dedicada a la producción de vegetales. Escribe Tatum: “En el interior de la instalación, bandejas de plástico desiguales fueron apiladas cuidadosamente en estantes de metal, extendiéndose desde el piso de concreto hasta el techo de acero corrugado. En cada bandeja había pequeñas plantas verdes de diferentes especies y tamaños, todas con sus raíces bañadas con la misma solución acuosa, sus hojas curvándose hacia el mismo resplandor rosado de las luces de barra LED que zumbaban levemente por arriba de las plantas”.

Los vegetales son de esta manera cultivados en instalaciones resguardadas que son insensibles a las condiciones climáticas externas, y con iluminación artificial LED y no por medio de la luz solar. Con respecto a esto último, hay que notar que al emplear LEDs como fuente de iluminación es posible combinar los colores rojo y azul –y no el color verde-, que son los que optimizan el crecimiento de las plantas. Por otro lado, un aspecto de importancia central para Singapur es la estructura vertical de la granja que optimiza espacio en su densamente poblada superficie urbana.

Granjas verticales como la de VertiVegies podrían ser una solución a los problemas de vulnerabilidad de Singapur con respecto a su dependencia en alimentos con el exterior. Con respecto a esto,  Tatum cita a  Paul Teng, de la Universidad Tecnológica de Nanyang, quien estima que por medio de granjas verticales Singapur podrá producir en diez años el 30 por ciento de los vegetales que consuma. 

Las críticas a las granjas verticales como VertiVegies se centran, de manera comprensible, en los altos costos de instalación –por el alto valor del terreno urbano-, aun para instalaciones verticales, lo mismo que los costos de producción que involucran el uso de luz LED artificial – cuyo costo, sin embargo, se ha reducido significativamente en los últimos diez años.

De un modo u otro,  se extienda o no el uso de las granjas verticales en las décadas por venir, habríamos de conceder que las instalaciones de VertiVegies nos hacen vislumbrar un futuro que hasta hace muy pocos años era sólo propio de la ciencia-ficción. Un futuro en el que los alimentos se producen en instalaciones cerradas altamente tecnificadas, más eficientes y menos contaminantes del medio ambiente en comparación con la agricultura tradicional. Y que, además, son insensibles a las condiciones climáticas externas. Esto último es un punto para no desestimar en el contexto de calentamiento global que produce eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes.