La micro de Davos
“Como artista, como retratista,
mi trabajo es decir la verdad
y capturar el espíritu de alguien
en un día determinado”.
Platon, The New Republic, 7.06.2013
Siempre me sorprende la idea que mucha gente tiene del Foro Económico Mundial al que asisto desde hace cuando menos 28 años. No soy multimillonario, ni nada que se le parezca. Más bien me gusta aprender y aquí se reúnen algunas de las mentes más brillantes del mundo. No solo hay empresarios, financieros y políticos, también activistas sociales, economistas, emprendedores sociales, filántropos, líderes religiosos, historiadores, periodistas, científicos, artistas y muchos más.
He conocido a mucha gente interesante entre el público de las conferencias. Hace algunos años fue Bono, sentado y atento a un panel de economía y política. He conversado con otros en los almuerzos apresurados que se sirven al mediodía, entre conferencias, y que con frecuencia hay que engullir de pie. Apenas este martes 21 hablé con Dava Newman, la directora del MIT Media Lab, un programa de investigación multidisciplinaria, profesora del programa Apolo de astronáutica de esa universidad. Alguna vez he narrado mis encuentros con el chelista Yo-Yo Ma, pero quizá lo más sorprendente son las personas sobresalientes que he conocido en la micro de Davos.
Sí, hay un servicio gratuito de micros en Davos durante el Foro Económico Mundial. Para muchos es la mejor opción para trasladarse. Incluso algunos multimillonarios utilizan este transporte porque es más eficiente que las limusinas privadas que se quedan varadas en el tránsito imposible.
Hace ya muchos años me sorprendió encontrarme en uno de estos shuttles a George Soros, el multimillonario financiero húngaro, quien me habló de las actividades de su fundación, Open Society. El año pasado conocí a Walter Mead, admirado columnista del Wall Street Journal, con quien he hecho una buena amistad. Ayer lo reencontré en los pasillos del Centro de Congresos y tuvimos la oportunidad de comentar su artículo «American Exceptionalism is Back», en el que señala que «los populistas estadounidenses se han alineado con los magnates tecnológicos en torno a un problema de desregulación que acelerará la transformación de la economía estadounidense».
Este año conocí a otros, entre ellos a un joven empresario de Nueva York que produce viviendas prefabricadas que están siendo actualmente utilizadas en Ucrania. También conversé con varios de esos activistas sociales que los intelectuales progres piensan que no vienen al WEF.
Mi más afortunado encuentro de este 2025, sin embargo, fue con Platon, originalmente Platon Antoniou, el excepcional fotógrafo nacido en Grecia, educado en el Reino Unido, que actualmente vive en Nueva York: «Bueno, en realidad viajo todo el tiempo», me aclara. La revista Time acaba de utilizar un retrato suyo de Donald Trump para ilustrar la portada del 30 de diciembre, la que lo presentó como Persona del Año de 2024. Es un retrato que muestra a Trump con un gesto de imperial arrogancia. «Capturar la esencia del poder para provocar lo que espera sea un ‘debate respetuoso’ acerca del lugar de un personaje en la historia ha sido durante mucho tiempo el enfoque de Platon para los retratos», comenta un editorial del semanario.
Platon me comenta que, a su juicio, lo que más ha cambiado en los más de 10 años que lleva viniendo al Foro es la manera en que este, antes concentrado de manera casi exclusiva en la economía y la política, ha abierto espacios para el arte y la cultura. Efectivamente, el programa artístico y cultural del WEF es hoy muy importante. Platon y otros «líderes culturales» encabezan decenas de mesas de discusión y conferencias. Y a mí, la verdad, me encanta haberlo conocido personalmente en una micro en Davos.
Latinoamérica
Moderé ayer en Davos una mesa con la presidenta de Perú, Dina Boluarte, el de Panamá, José Raúl Mulino, y el del BID, Ilan Goldfayn. Sorprende que a pesar de sus problemas, Perú y Panamá se encuentren entre los países latinoamericanos que más están creciendo, mucho más que México.
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