La temporada de patos
No es digno del hombre aceptar
con naturalidad lo que es propio
de la naturaleza.
Alexander von Humboldt
Estamos en el umbral de las campañas políticas “más grandes de la historia en México”. Del primero de marzo al veintinueve de mayo del año en curso, el calendario electoral marca la temporada para que, quienes compiten por el poder, desplieguen las acciones que motiven a los electores a sufragar por ellos. Esto es, la temporada de campañas políticas.
En el papel, las campañas representan un periodo, una parte, de un proceso para que “el pueblo” elija a sus gobernantes. El objetivo normativo es presentar a los electores ideas, planes y proyectos políticos que han de traducirse en mejores condiciones de vida social.
Hasta ahí, todo parece ideal para la construcción democrática del poder político, sin embargo, el periodo de campañas representa también la oportunidad de descalificar a los adversarios para construir en el imaginario colectivo de los electores la idea de que su elección representa un paso hacia “la gloria o, el infierno” (con todo lo que esta idea pueda representar en cada elector); hacia el bien o, hacia el mal.
Así, las campañas se despliegan en gran medida “informando” sobre la vida oculta de los opositores que, de no ser considerada, permitirá el engaño del electorado.
Poco, muy poco, se dedica al planteamiento de problemas y las propuestas para atenderlos desde la integración de políticas públicas, planes de gobierno o procesos legislativos.
Los slogans de campaña se plantean como absolutos que se proponen trascender el razonamiento de los cómo. Verbigracia: “Para vivir mejor”…. (No quieres nada, diría en tono de burla apropiándome la voz popular).
Desde luego que todos queremos vivir mejor, pero, lo que cada elector quiere no necesariamente constituye una condición social de vida.
Desafortunadamente, las campañas responden a una estrategia desarrollada en base a los intereses (perfil) de los electores. Los equipos de campaña de quienes compiten por el poder anticipan lo que los electores necesitamos saber para decidir y nos entregan precisamente eso.
Ante este escenario de las campañas, me viene a la mente la imagen de los patos cuando buscan comida en el agua; sumergiendo su cabeza para buscar bajo el agua, dejando de lado lo que está en su entorno de la superficie.
No se si los ciudadanos tenemos una naturaleza perenne y, respondiendo a tal naturaleza, buscamos “abajo” lo que tenemos enfrente.
Dentro de la argumentación (entendiendo como una explicación que sirve para demostrar o comprobar algo que se conoce) existen falacias (es decir, expresiones que se utilizan como verdades sin serlo) como la denominada “falacia Ad hominem” que corresponde a la descalificación de la persona que afirma algo, sin dedicarle atención a lo que afirmó.
Bajo esta asociación de ideas, la temporada de campañas se me figura la temporada de patos; donde los electores omitimos ver los problemas que nos aquejan para centrar nuestra atención en el espectáculo de imágenes y falacias que nos ofrecen estratégicamente los equipos de campaña para restar vulnerabilidad a sus competidores. Para alejarnos (tanto a candidatos como a electores) del cuestionamiento que ponga a prueba el conocimiento de los problemas sociales, el entramado político y las posibilidades de la administración pública.
Descalificar a los que descalifican, pareciera ser el objetivo de este artículo, pero no es así, sino, más bien, centrar la atención electoral en la gama de problemas sociales que nos aquejan y dimensionar qué tanto influye en nuestros problemas si los políticos comen tacos en el carrito de la esquina, juegan algún deporte con la raza del barrio, tienen carisma con las criaturitas o muestran piedad por los desposeídos.
“Para qué tanto brinco estando el piso tan parejo” - Le escuchaba decir a mi tío Jesús cuando pretendía yo justificar mis faltas o incapacidades – así aprecio las estrategias de los equipos de campaña que pretenden llamar la atención sobre falacias descentrándonos de lo que realmente nos aqueja.
Ni la gloria ni el infierno vendrán con la elección, los problemas no se terminan sino hasta que termina nuestra vida y, en consecuencia, lo que habría de considerarse es si queremos formar parte de la temporada de patos o dejar de evadir la realidad.
joseramonuhm@hotmail.com