Las apariencias engañan
Cuenta una vieja fábula de la India que un niño jugaba con un tambor que, en medio de la diversión, uno de sus amigos arrojó a unos arbustos y quedó inalcanzable para el y sus amigos, de manera que regresaron a la aldea, con la intención de volver al día siguiente con algún adulto que ayudara en su recuperación.
A la mañana siguiente, muy temprano, un zorro avistó cerca del mismo sitio de juegos a un gallo que paseaba distraídamente. El zorro se agazapó y comenzó a avanzar en medio de la vegetación hacia su casi próxima comida; sin embargo, en tanto se acercaba, el vierto movió los arbustos y el tambor sonó fuertemente, goleado por las ramas.
Lo anterior llamó la atención del zorro, que pensó que el animal que podría producir ese escándalo debía ser más grande y, por tanto, más apetitoso; así, el cazador cambió sus intenciones y s dirigió hacia el origen del sonido, revelando su posición al gallo, que huyó a ponerse a salvo.
Al llegar al tambor el zorro intentó morderlo y se dio cuenta que había dejado huir a su presa por un objeto no comestible. Se había dejado llevar por las apariencias.
En nuestro país, en el momento político actual, bien podemos revisar la moraleja de esta fábula y contrastarla con el señor López, comparándolo con el viento y el tambor.
Una de las características más destacadas del comportamiento de López como presidente ha sido su relación con los medios de comunicación y la libertad de prensa. El mesías de los transformistas ha mostrado una tendencia a desacreditar a los medios que critican su gobierno, calificándolos como “prensa fifí” o “conservadora”. Esto ha generado preocupaciones sobre la salud de la democracia y el respeto a la libertad de expresión en México.
Con sus reiterados ataques a los medios y periodistas se genera un gran distractor en la opinión pública, con lo que se intenta, desde palacio nacional, inhibir la reflexión y la crítica, generando una narrativa simplona y chafa que llena fácilmente la expectativa de un pueblo más desinteresado en la política de fondo y acomodado en la recepción de dádivas materiales, como becas y pensiones, dejando de lado la verdadera preocupación ciudadana.
El manejo de temas delicados, como el combate a la corrupción y la seguridad, ha sido cuestionado. López ha tomado decisiones polémicas, como la creación de la Guardia Nacional, que ha sido señalada por organizaciones de derechos humanos debido a los abusos y violaciones a los derechos humanos que han ocurrido bajo su mando. Esto sin contar con los pronunciamientos de inconstitucionalidad que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha hecho ya, al que seguirán algunos más próximamente.
Con un liderazgo centralizado, López ha mostrado una tendencia a tomar decisiones de manera unilateral y a rodearse de un círculo cercano de colaboradores, lo que ha generado críticas sobre la falta de diversidad de opiniones en su gobierno y la falta de mecanismos de contrapeso, lo cual es usado en favor de la opacidad y la corrupción que se solapa bajo ruidosos tambores en los arbustos.
Para López, tres principios, según su dicho, rigen su gobierno: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo. Las apariencias engañan.
Si bien no hay dato alguno que indique que roba, lo cierto es que es muy tolerante con su cercanos que se enriquecen de manera inexplicable, familiares o amigos, es igual.
Miente continuamente, pues justamente emplea la alteración de los hechos, las verdades a medias y las medias verdades para generar el ruido necesario para que el pueblo se distraiga y se pierda en la maraña de temas que van y vienen por todas partes, desviando la atención de la más pura y clara de las verdades, su traición al pueblo.
Usando sus distractores, ha generado una brecha entre el “ellos” y el “nosotros”, entre quienes lo apoyan y quienes no; ha dividido familias, separado amigos y alejado vecinos.
¿Qué mayor traición que separar lo que por definición debe estar unido?
@jchessal