logo pulso
PSL Logo

Los deberes y la escritura

Por Alexandro Roque / PULSO

Enero 24, 2021 03:00 a.m.

Al escribir siempre hay deberes (obligaciones, requisitos, deudas). Pueden ser de información o de claridad, de verosimilitud, con los destinatarios o con los personajes. Con uno mismo. En periodismo es difícil librarse de la carga de prejuicios y preferencias, pero la lucha se le hace (digo desde mi Yo) para buscar ser «objetivo».

En San Luis Potosí pasamos a semáforo rojo, por fin oficialmente, pero con salvedades. No se prohibe o no se cierra todo, sino se limita el horario. Mónica Rangel renunció a la titularidad de la Secretaría de Salud estatal para buscar la gubernatura, después de hacerse campaña regalando gel y mascarillas en los tianguis y casa por casa. 

Escribo aquí opinión, opinión que intenta estar informada, sin caer en echar porras porque sí ni criticar todo lo que haga alguien. Es cierto que el discurso de los gobiernos del mundo han tenido que irse adaptando a la transmisión y variaciones del nuevo coronavirus, así como a las necesidades económicas, los hábitos y las tendencias políticas, pero pretender que se ha hecho lo correcto siempre y fingir que vamos bien, es criminal, como lo es negar todo lo que (parece) está bien encaminado. 

Los viejos manuales de periodismo ya lo decían: los anuncios de un funcionario de que se va a hacer algo no deberían ser noticia. La noticia son acciones. Las declaraciones de políticos y personajes públicos son en todo caso complementarias a los hechos, y los hechos son la saturación hospitalaria, la falta de oxígeno y otros medicamentos, el retraso en la vacunación (y las muchas dudas de su implementación humanitaria), y la poca vigilancia epidemiológica.

La subordinación de la salud a la política (en México, pero no solo en México) se ha plasmado en un nuevo libro que descalifica todo el actuar del gobierno actual desde ciertos datos y desde una postura política (lo cual es válido, como opinión). Si bien se nota que está escrito con ese propósito, desestimarlo solo porque la autora «es dentista» ya es una falacia. Nuestra tendencia al maniqueismo es pasmosa, por no decir decepcionante. 

Susana Distancia duerme el sueño de los justos junto a los Municipios de la Esperanza. Por angas o por mangas, las vacunas llegan a cuentagotas, y la decisión de vacunar a los profesores de Campeche es una duda más a tantas de cómo se está manejando la emergencia sanitaria. Ya ha habido robos, accidentes y gandallismo con tan poquitas vacunas. En lo local, el Hospital Centinela Fenapo tiene 200 camas y aunque reporta 20, 30 pacientes en promedio, hubo un día que estuvo oficialmente saturado. ¿Solo un día? 

A veces se siente como que salir (de compras, a donde sea) es una ruleta rusa. Cada día, en el barrio o en los grupos de amigos, se sabe de más casos, de diferente gravedad. No son pocos los testimonios de la muerte de matrimonios casi al mismo tiempo, personal de salud, familias completas. Amigas y amigos han fallecido, algunos más están en cama, y otros ya superaron la enfermedad. Muchos se habían cuidado todo lo posible y no saben dónde contrajeron la COVID-19. Hoy la lucha es por el oxígeno. 

Es simplista hablar a estas alturas de dónde se contagia más uno, si no hay rastreo de casos, seguimiento de rutas críticas. Lo más que hay es la encuesta oficial de «dónde cree» la gente que se contagió. Los partidarios de las reuniones alegan que en los centros de trabajo y los que tienen que salir a laborar, viceversa. No hay pruebas y cuando las hay suelen ser falsos negativos.

Entre tantas personas, el jueves 21 de enero murió el Dr. Barbahan, que en uno de sus libros se autodenominaba «un Bukowski de rancho». Dr. Barbahan era el nombre de autor de Miguel Armando Alvarado Alejo, escritor de un par de libros que vendió en pequeñas librerías y sobre todo de mano en mano. Desparpajado, casi siempre cerveza en mano, era todo un personaje. Se hacía querer. Lo conocí en Palacio de Gobierno en 1999 y de ahí pal real. Su corpulencia y su gruesa voz aguardientosa intimidaban de entrada, pero en cuanto fluía la plática era el entusiasta divulgador, el físico conocedor, el escritor marginal e irónico, el cuate de borrachera más jovial. 

Aunque norteño (nació en Nuevo León) amaba a San Luis, la ciudad a la que llegó en su juventud, como dice en uno de sus relatos, ubicado obviamente en el jardín de San Miguelito: «esperando los tacos bajo el toldo, vi caer la lluvia y formarse pequeños charcos. De repente me entró un amor indescriptible por esta ciudad. Había sido un ingrato todos estos años con ella, me había dado todo a cambio de nada, y me sentí injusto. Le pedí perdón mientras veía formarse las copitas que levantaban las gotas de lluvia en los pequeños charcos. Debo agregar que los tacos estaban bien chingones». 

En la antología Cuentos Potosinos (H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, 2010) queda constancia de que escribía o quería escribir su primera novela. Allí publicamos su relato El espía alemán, que también fue adaptado a historieta-fotonovela para la revista Walpurgis (2003) con el mismo Dr. Barbahan como protagonista y con el ‘diabólico’ apoyo de Gilberto Estrada, Fernando Betancourt y Manuel Nava, entre otros, en una adaptación de Juanjo Gámez y Rubén Gaytán. 

Se acaba el espacio y quedo a deber, como siempre. ¡Tantos temas! En lo posible, tratemos de cuidarnos para seguir, y cuidarnos implica estar al pendiente física y mentalmente de uno y de los demás.

http://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com