Mirador
-Hay alguien abajo de la mesa.
Eso dijo mi nieta pequeñita -no lo olvido- un día que estábamos desayunando en la terraza del jardín.
Me asomé.
-No hay nadie -le dije.
-Sí -insistió ella-. Mira.
Y me señaló a una hormiguita diminuta que pasaba.
Para mí ese pequeño ser era nadie. Para ella era alguien.
Ahora pido la inocencia -o la sabiduría- que se necesita para ver en cada criatura a alguien. A los ojos de quien sabe ver todos los seres son algo más que algo: son alguien. El árbol es alguien. Cada animal es alguien. La estrella es alguien, lo mismo que el guijarro. El niño por nacer es alguien, y también el anciano por morir.
Todos venimos del mismo origen.
Ahí hay alguien que nos espera.
Alguien.
¡Hasta mañana!...