Mirador
¿Acaso no tienen frío las aves?
Pregunto eso porque en las madrugadas del invierno el pájaro madrugador canta igual que en primavera.
Desde mi cuarto en la casa del Potrero lo oigo trinar por el huerto de manzanos cuando apenas empieza a dar su luz el día. No es bello este cantor. De color gris, unas cuantas plumas de amarillo pálido le adornan la comba del pecho. Pero es puntual como un buen trabajador, y su canción anuncia la llegada de otro día.
Yo he madrugado ya cuando madruga el pájaro madrugador. Tengo buen sueño y duermo poco. La voz de la avecilla me sirve de pequeña esquila para acudir a mi capilla interior a dar gracias al Misterio por el don de la vida. Antes la medía por años. La mido ahora por días, y llegará la hora en que la mediré por horas. Escucharé entonces el trino de esta ave tempranera anunciándome el nuevo día de una vida nueva.
¡Hasta mañana!...
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