Moza tan fermosa

Moça tan fermosa
non ví en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.

 

Los comentarios racistas (en petite comité) de un actor “profesional” (más adelante regresaremos a las comillas) sobre la nominación al Óscar de Yalitza Aparicio, protagonista de Roma de Alfonso Cuarón, se hicieron virales esta semana. Antes, el supuesto chat de actrices que estaría organizándose para impedir la nominación de Yalitza al Ariel en la categoría de actriz protagónica (“para eso está el premio a actriz revelación”, sería el argumento). El físico humano y su belleza, y la “profesionalización” de quehaceres como el arte histriónico son buenos temas y puntos de partida para ver de qué estamos hechos y dónde estamos (o creemos estar).
“Pinche india”, dijo el actor de telenovelas y películas de bajo presupuesto y aún más bajo argumento. Aparentemente a modo de disculpa el actor añadió tras el escándalo: “Así hablamos los hombres”. Las actrices mencionadas como participantes en el chat se deslindaron (de varias pocos lo creyeron, o no lo creímos, por su activismo a favor de los derechos femeninos y de la defensa de los desfavorecidos).
Los versos iniciales de la columna de hoy son de una serranilla (versos populares o de “arte menor” de Íñigo López de Mendoza, más conocido como el marqués de Santillana y fueron escritos hace unos 600 años. Fue el primero en escribir en castellaño, y como se aprecia en ellos mucho ha cambiado el idioma. Si las palabras cambian es porque ya no funcionan como estaban, porque tienen otros hablantes y otros usos.
La “fermosura” no es igual, no debería. Las “Fellas Artes” (je) han transformado sus espacios y sus propuestas, pero parece que nos cuesta mucho trabajo deshacernos de prejuicios cuando de piel o de proporciones se trata. Igual en los estudios o el nivel de profesionalización, hay visiones de clase que de tan normalizadas ni nos damos cuenta.
Críticos menores y actores de diversa ralea han criticado que se premie a Yalitza (“orgullosa de ser indígena oaxaqueña”, como respondió al actor racista) por su primera película, en la que interpreta a una indígena.
Como las nominaciones de Quvenzhané Wallis (Bestias del sur salvaje) o Gabourey Sidive (Precious), Marlee Matril (Hijos de un dios menor), debemos aplaudir que se reconozcan otras historias.
Muchos actores se han interpretado (o sobreinterpretado), muchos iniciaron por su físico particular y siguieron, y otros han usado su físico para hacer el mismo papel en cada película. Hay quienes van más allá, pero si los buscan por físico o personalidad eso no debiera ser motivo de descalificación. Johny Deep, Jack Nicholson, Antonio Banderas, o Jason Momoa tienen un físico o una personalidad peculiares, únicos, que se prestan a continuarlos.
Por cierto, ¿María Félix y Pedro Armendariz eran buenos actores?
La industria de Hollywood ha enfrentado escándalos de los que el racismo no es el menor. Pero el acoso, los abusos y la discriminación han sido constantes, a pesar de los esfuerzos que año con año se hacen para quitarse la imagen blanca y patriarcal que se ha ganado a pulso.
La primera afroamericana en recibir el premio a mejor actriz fue Halle Berry, apenas en 2001; la primera directora en ser premiada fue Kathryn Bigelow en 2009, por En tierra hostil. Solo cinco directores afroamericanos han sido nominados.
Moonlight (2016) es la única película de 100 analizadas por la Universidad del Sur de California en la que el protagonista es homosexual y afroamericano. En Estados Unidos, tan pluriétnico, solo 29 % de los personajes fílmicos no son blancos.
Y en cuanto a la profesionalización, muchos hemos de adquirirla sobre la marcha, y un papel no significa que alguien sea mejor. Alguien puede haber hecho cien películas y seguir tan mediocre como cuando empezó. Y hay quienes brillan desde el principio, aunque el papel sea pequeño; recuerdo así a Forest Whitaker, como un policía secundario en Contacto sangriento, y desde entonces lo empecé a seguir.
Desde el “yo estudié actuación (o letras, o artes plásticas)” hasta el “yo tengo dos doctorados”. Como si eso bastara. Esto podría ligarse con los recientes nombramientos en Conacyt, afortunadamente echados para atrás. Ya lo decíamos hace unas semanas, hay que hilar fino para evitar injusticias, que se guarde lo que sirve y quitar lo(s) que solo parece que sirve(n). Mucho de lo que hay que cambiar, desafortunadamente, no se nota al primer vistazo, porque se oculta al fondo del pantano.
En general las industrias publicitaria y del entretenimiento se basan en estereotipos, aquí, en Estados Unidos y en China. Si cambian o aparentan cambiar es en la medida que sea necesario para vender. Aunque traten de despistar al enemigo, es poco el avance, como muestran las recientes campañas de Porrúa, o Hersheys, o a pesar de Gillete y su “posicionamiento”. Tratemos de reflexionarlo, y no contribuir a complejos de todo tipo.
Hasta pronto. Los dejo con estas palabras de José Saramago:

“Aquel que antes fue explotado y perdió la memoria de haberlo sido, acabará explotando a otro. Aquel que antes fue despreciado y finge haberlo olvidado, refinará su propia capacidad de despreciar. Aquel a quien ayer humillaron, humillará hoy con más rencor. Y helos aquí, todos juntos, tirándole piedras a quien llega hasta esta orilla del Bidasoa, como si ellos nunca hubieran emigrado, o los padres, o los abuelos, como si nunca hubieran sufrido de hambre y desesperación, de angustia y de miedo. En verdad, en verdad os digo, hay ciertas maneras de ser feliz que son simplemente odiosas”.

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