“¡Mucha mierda!”
Había garabateado el borrador de esta publicación para hablar de Kim Ki-duc. Al leer su nombre, muchos recordarán “Las Cuatro Estaciones de la Vida” o alguno de sus 23 largometrajes. Su cine, como lo menciona Gregorio Belinchón en El País, “se basaba tanto en la belleza como en una sexualidad que solía derivar directamente a la violencia. Encontraba su mejor material en la sordidez, tensando el alma del espectador, con la idea de dinamitar tabúes.” He visto tan solo más de un par de sus películas, pero me bastaron para creer que es un cine que todos deberíamos explorar. Aquí les dejo por si quieren iniciarse con este gran cineasta. https://www.cineasiaonline.com/kim-ki-duk-de-la-a-a-la-z-2/
Tras abandonar la idea del cine como tema de esta semana, mi cabeza como la de muchos no deja de pensar en la situación tan especial de este fin de año. Un diciembre que no se parece a ninguno que hayamos vivido y que quisiéramos no se repitiera en el 2021.
Así, en mi anhelo porque la población del mundo superemos la pandemia y la crisis económica que desde marzo viene gestándose, no pude más que pensar en eso que llamamos suerte o fortuna, como casi el milagro que haga posible que podamos reencontrarnos en las calles, en los centros de trabajo, en la industria, en el campo, en las oficinas o en los hogares. En cualquiera de esos espacios en donde nos reunimos para desarrollar sueños e ideas y en donde hemos aprendido el valor del otro y nuestra propia valía.
Y pareciera que solo la suerte nos permitirá seguir sanos o con vida; que solo la “buena estrella” hará posible que la vacuna resulte como se nos ha informado. Parece que solo la casualidad o la mano bendita de un inocente o un santo moderno, con un gesto de sus manos o una inspiración proveniente de su corazón extinguirá el desastre de este fatal contagio.
Pero me niego a pensar que sólo el pensamiento mágico ofrezca soluciones “viables”. No es posible que el azar sea la única salida a nuestros males. Es impensable que en un mundo con tantos adelantos científicos se haya permitido atentado contra la vida humana. Con tristeza, sin embargo, hemos visto que los líderes de países poderosos han errado en sus decisiones al igual que naciones como la nuestra. A pesar de vivir en la era del conocimiento, el mercado está dictando las directrices y por ello presidentes, ministros, monarcas y dictadores han cedido ante este poderoso agente que es ahora el dueño de regiones que no se definen por sus barreras y fronteras.
Así que terminé pensado en que hay mucha porquería y porquería tiene muchos sinónimos: suciedad es uno; y de suciedad llegamos a caca y de caca... hasta que llegué a mierda. Sí, hay mucha mierda esparcida en todos lados que para qué detallarla: todos saben en dónde está, se huele, se percibe y se quiere escapar de ella. Pero no era ahí en donde yo me quería quedar al escribir esto. Así que mi mente me recordó que, en Teatro así como en ambientes de Tele o de Cine se suele iniciar funciones deseando “mucha mierda” a los actores y actrices y sobre todo a los que debutan. La mierda alrededor de los teatros o carpas -se dice- era señal de que los carruajes tirados con caballos estaban por ahí, que la gente había venido a algún evento del pueblo y que por lo tanto había un público a quien presentar los actos o funciones de los artistas, bufones, cantantes o fenómenos de otros tiempos. La mierda era indicación -por tanto- de buena fortuna; de aplausos y monedas al aire, lanzadas al escenario como pago al entretenimiento de campesinos, obreros y burgueses.
Este año la humanidad debutamos en un escenario que nos llevó a vivir en un planeta imaginado solo en la ficción de los entornos artísticos. Nos trajo mucha porquería, pero también muchas lecciones de vida que seguro pondremos a prueba en los próximos doce meses del calendario en los que ojalá, no nos dejemos llevar por el pensamiento mágico como única fórmula o por el pesimismo como escape o evasión.
No sé qué deberemos hacer, pero seguro que la mayoría nos las arreglaremos para dar un buen espectáculo que sea digno de aplauso, de monedas sobre el foro de nuestras vidas y de mejores tiempos. Por todo eso, después de aclarar el uso de esta palabra que puede ser muy escandalosa: les deseo “mucha mierda” para el año próximo y ya desde ahora, que el 2021 nos agarre no confesados, sino dispuestos a vivir de manera sensata para mantenernos sobre este suelo en el que nos gusta tanto estar.
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