Negro negro por todos lados
Entre los muchos objetos de arte que se guardan en la antigua casona saltillera donde vivieron mis abuelos y mis padres hay una pintura original de Goya. No miento: Goya -diminutivo afectuoso de Gregoria- fue 70 años la criada de la casa, e hice poner su retrato en el mural que adorna el teatro de cámara de Radio Concierto, la emisora cultural de mi familia. Rendí así homenaje de recordación a esa buena mujer que me quería mucho, seguramente porque yo la quería mucho a ella. A mi regreso del colegio, a la hora de comer, me recibía con un taquito hecho con una tortilla recién salida del comal untada con mantequita de puerco y salecita. Manjar más rico que ése no he probado ni en el más rico restorán. Ya crecido, Goya adivinaba cuando había tenido yo una noche agitada, y me hacía un almuerzo sazonado con picantísima salsa borracha -no agraviando- que aliviaba los letales efectos del nocturno descarrío. Si amenazaba lluvia Goya se iba antes de su hora de salida. Cubierta con su eterno chal tomaba la canasta sin la cual jamás salía a la calle y decía para justificar su ida: “Viene negro negro por todos lados”. Aludía a las oscuras nubes que llegaban por los cuatro rumbos cardinales. No soy un pesimista, por más que sé que un pesimista es un optimista bien informado. Los pesimistas no escogen el menor de los males: los escogen todos. No quiero que mis cuatro lectores adopten mi desánimo, pero yo también siento que viene negro negro por todos lados. En el otro es ya casi segura la postulación de Trump como candidato de los extraviados republicanos en la próxima elección presidencial, e igualmente parece inevitable su victoria sobre el descolorido Biden. Y por lo que hace a México todo indica que la aplanadora oficialista pasará sobre las esperanzas que los mexicanos conscientes tienen en un cambio que impida la perpetuación de López Obrador en el poder por medio de interpósita persona. No cabe duda: como decía Goya, viene negro negro por todos lados. Y para colmo el cacique de la 4T está acabando sistemáticamente con las instituciones que podrían protegernos, vale decir el INE, la Suprema Corte y los organismos autónomos. No desesperemos, sin embargo. Llamemos a nuestros conocidos a votar en contra de Morena en la elección de junio. El poder del voto ciudadano es mayor que el de cualquier político, y al final la democracia siempre se ha impuesto sobre la demagogia. No caigamos en la desesperanza. Votemos por la oposición. Es decir votemos en favor de México... Doña Hetera no cumplió nunca la promesa de fidelidad que hizo al pie del ara el día de sus bodas. Aprovechaba las frecuentes ausencias de su esposo, viajante de comercio, para recibir a sus queridos -tenía varios- en el domicilio conyugal. Con uno estaba cierto día cuando llegó el marido. El asustado follador apenas tuvo tiempo de recoger su ropa y meterse en el clóset de la alcoba. Entró en la recámara el señor y dijo: “Al entrar escuché un ruido en el clóset”. Sugirió, nerviosa, doña Hetera: “Ha de ser el eco”. “¿El eco? -repitió el esposo, suspicaz-. Vamos a ver”. Se colocó frente al clóset e hizo: “Ah”. Repitió el sujeto: “Ah, ah, ah.”. Hizo el marido: “Oh”. Y el individuo: “Oh, oh, oh.”. Eso no disipó el recelo del marido. Dijo entonces: “Anticonstitucionalísimamente”. Y preguntó el individuo desde adentro del clóset: “¿Cómo dijo?”. (Afirmaba una copla: “El que enamora casadas / tres cosas debe tener: / buena maña, buen oído / y patas para correr”). FIN.
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