“No más chanclazos”
En México, según la ONU, entre el 80 y 98 % de los menores de edad sufren castigos corporales en el hogar como una forma de educación, lo cual le afecta su salud y bienestar a lo largo de toda su vida; según INEGI, el 29.9 % de los mayores de 12 años sufren algún nivel de depresión ocasional, en tanto el 12.4 % lo tiene de manera frecuente; la tasa de incidencia de suicidio es de 8 por cada 100; el comportamiento violento ya en la juventud tiene diversas causas, entre las que se encuentran: violencia, maltrato, abuso, negligencia y abandono durante la niñez.
El maltrato infantil considera todas las formas de violencia contra los menores de 18 años, generados por sus padres, personas que les cuiden, parejas de los padres, familiares cercanos o vecinos; el problema se genera en el ámbito familiar, pero también en la escuela, los medios de comunicación, cultura del consumismo, es un problema público que tiene múltiples consecuencias y producto de diversas causas, no tiene una solución fácil e inmediata, sobre todo porque implica la modificación de comportamientos y de percepciones, pero lo grave es que no hay conciencia de sus graves consecuencias personales y sociales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunas de las consecuencias del maltrato infantil son: 1) defunciones: los homicidios con armas blancas o de fuego, es una de las tres principales causas de muerte en los adolescentes; 2) lesiones graves, como resultado de peleas y agresiones entre jóvenes; 3) trastornos del cerebro y sistema nervioso: la exposición a la violencia en la infancia perjudica al sistema endocrino, circulatorio, osteomuscular, reproductivo, respiratorio e inmunológico, con lo que se puede ver afectados el desarrollo cognitivo y el rendimiento académico y laboral.
Otros efectos son: 4) conductas de riesgo para la salud, los niños expuestos a la violencia tienen altas probabilidades de fumar, consumir drogas y bebidas alcohólicas, así como incurrir en conductas sexuales de alto riesgo; pueden sufrir de ansiedad y depresión; 5) embarazos no deseados, abortos provocados, problemas ginecológicos e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección por VIH; sufrir de enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes; esto se debe en gran medida a las estrategias de respuesta negativas y las conductas de riesgo asociadas con la violencia sufrida en la infancia.
Las causas del maltrato infantil son diversas, la OMS las clasifica en individuales, cercanas, comunidad y sociales; en lo individual los factores que más la provocan son: sexo y edad; bajo nivel de educación; ingresos precarios; discapacidad o problemas de salud mental, ser lesbiana, gay, bisexual o transgénero; consumo nocivo de drogas y bebidas alcohólicas; antecedentes de exposición a la violencia; las causas cercanas que la provocan son: falta de apego emocional entre los niños y sus padres o cuidadores; disfunción y separación familiar; muestras de violencia entre padres; así como matrimonio precoz o forzado.
Los factores comunitarios que permiten el maltrato infantil son aquellos que están vinculados a la pobreza y desigualdad; concentración de personas en espacios pequeños (densidad demográfica); débiles relaciones sociales en la comunidad (cohesión social); fácil acceso a bebidas alcohólicas, armas de fuego y drogas. Entre los factores sociales que la generan esta la normalización de la violencia como medio de educación; la inequidad económica y de género en la sociedad; débiles instituciones políticas que protejan los derechos de los niños e indiferencia de la autoridad gubernamental para atenderla.
El 22 de septiembre con el argumento “No más chanclazos, no más cinturonazos”, el Senado de la República anunció la aprobación de las reformas que prohíben explícitamente el uso de violencia física como método correctivo para niñas, niños y adolescentes; por unanimidad, con 92 votos a favor, los legisladores reformaron y agregaron diversas disposiciones a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, así como al Código Civil Federal, con ello se busca reducir el maltrato infantil en México, problema público hasta ahora no visible, tan es así que la violencia se acepta como un mecanismo eficiente de educación.
Bienvenidas estas reformas legales, pero son insuficientes, se requiere de un enfoque de política pública que ponga en el centro de la atención modificar el comportamiento de quienes ejercen la violencia contra niñas y niños en México, por lo que se necesita: vigilancia estricta en el cumplimiento de la legislación; castigo ejemplar al abuso sexual de las niñas y el comportamiento agresivo hacia los niños; modificar los mecanismos de vigilancia en la comunidad; educación y tratamiento psicológico personalizado a la familia, principalmente a los padres; combatir los empleos precarios; proteger; orientar la educación a la generación de competencias; el problema es complejo, requiere decisiones de política pública incrementales.
En síntesis: el maltrato infantil tiene efectos emocionales y psicológicos en el futuro comportamiento de niñas y niños, trastornos en el sistema nervioso, daños a la salud y abandono temprano del hogar y escolar; sus consecuencias se ubican en la desintegración familiar, la débil interacción en la sociedad, instituciones políticas deficientes, ausencia de voluntad política para atender esta situación; se ha dado el primer paso, modificar la ley y tipificarla como delito, pero esto es insuficiente, ya que se requiere modificar comportamientos sociales y aceptar que no es instrumento eficaz de educación. Próxima colaboración: 04 de noviembre de 2020.
Twitter: @jszslp
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