Otoñalmente
El jueves 22 fue el equinoccio de septiembre, con el que da inicio el otoño, esta etapa de cambio de colores, de follaje. Tiempo de cosecha. Si bien el invierno es la última estación, a pesar de su interanualidad pensamos esta estación fría como solo las fiestas navideñas.
Después de estas semanas de informes municipales y estatales, vendrá el Xantolo (o halloween o día de muertos), el “Aniv de la Rev” y las posadas, y a otra cosa.
Busqué sinónimos de otoño y encontré ‘declive’, ‘ocaso’, ‘caída’ (en inglés es fall, ‘caída’. Como persona otoñal, no estoy conforme. No estaban ‘mutación’ ni ‘plenitud’, que es el origen etimológico de la palabra.
Llegamos a esta estación después de mucho traqueteo, con más de mil 600 réplicas del sismo de 7.7 del 19 de septiembre. De leves a fuertes, pero los movimientos telúricos no han parado. El sistema Sismológico Nacional (SSN) informó que la réplica más grande ha sido la del 22 de septiembre (de 6.9), y que “estás [sic] réplicas (reacomodos) continuarán por semanas e incluso meses pero eventualmente serán menos frecuentes”. Ah bueno, pa saber.
En pleno siglo XXI hay quienes hablan con mucha seguridad de “la ley de la atracción”, pidiendo que se acabe con los simulacros nacionales ante posibles temblores. “Lo que piensas, sucede”, dijo a un medio uno de tantos desinformantes. En un país donde hay tanto consumidor de dióxido de cloro, donde hacemos famosa a una mujer que dice hablar “alienígena” o los brujos pagan millonadas para engatusar incautos por televisión, no debería sorprendernos. “Miente que lgo queda”, dice el (mal) consejo político. Igual y el algoritmo cibernético nos ha convencido de muchas más casualidades de las que hay.
Buena temporada para releer El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez: “se aprende demasiado tarde que hasta las vidas más dilatadas y útiles no alcanzan para nada más que para aprender a vivir».
El otoño es cambio. Lo dice en un poema el “niño héroe”, y visitante distinguido en SLP, José Tomás de Cuellar:
¿Oyes silbar el viento proceloso
entre los secos troncos, y en las peñas
no ves cual troza las marchitas breñas?
¿No miras en los tristes arenales
las pardas espirales
del fugaz remolino vagaroso?
Mira el bosque desnudo
de sus pomposas galas:
oye cual lanza su graznido rudo
el cuervo que se aleja
hendiendo el aire con sus negras alas.
Contempla la arboleda, hermosa mía;
Ya no verdean las copas arrogantes.
En su Epístola del remoto lugareño (1952), Álvarez Acosta canta así al otoño y a la ciudad de San Luis Potosí:
Ya el otoño naranja es amarillo;
se ha calado su clámide
encendida y biliosa;
los fanales
de una ventana doble nos deslumbran
con el eco del sol agonizante.
En el espacio límpido planean
las quebradizas hojas otoñales
y enredan, en el tronco milenario
el tobogán sereno del viraje
para formar coronas de hojarasca
que enroscan su tabaco en los arriates.
Es la hora de retoñar, de una forma u otra.
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Posdata: como cada año con octubre llega Inktober (algo así como “tintubre”), el reto de hacer un dibujo al día durante los 31 que tiene este mes, la lista oficial ya está en mi blog. Otra opción es que esa lista sea el disparador de un minirrelato o un poema. Como todo, es un pretexto para crear. Lo que pueda, lo que alcance, lo subiré en mi blog de trazos, apuntes y pinceladas (https://lostrazosdeaxrq.blogspot.com). Si no lo logro, como otros años, seguro me divertiré. De eso se trata.
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