Palabras bonitas
“-La verdad, lo único que va a pasar a estas alturas, es que me digan palabras bonitas y mira, caigo redondita con el que sea.-“ Evidentemente, ante tal pedazo de conversación, me vi obligada a poner atención. La chica era guapa, espigadita, pelazo largo color castaño y en sus veintes, cuando uno todavía tiene el cutis así todo lisito-lisito.
Estaba haciendo trámites, llevaba en su brazo derecho una carpeta y en la izquierda el celular pegado a la oreja. Hablaba con alguien que claramente la conocía muy bien: “-No, es que en serio, lo amo como a nadie, y él se ha portado conmigo como ninguno, o sea, de prestarle dinero a mi papá aquella vez del coche, pero ya desde algún tiempo andamos con la monotonía.-“ Yo pensé en Shakira y Piqué. Ella, mientras, iba desgajándole a su amiga el recuento del deterioro de la situación. Antes le mandaba detallitos al trabajo, que si un desayuno, no de los que te mandan con globos y fanfarrias, pero sí un par de molletitos, un licuado. Luego, en casa, cosas simples, como saber cuando se echaban a perder los ganchos para colgar la ropa y comprar nuevos. Después de un año, se le acabó el entusiasmo y nada, el tipo se convirtió en un verdadero tronco.
Mientras la fila avanzaba, la señora de atrás de mí y yo nos volteamos a ver con cara de “Ay, hija nuestra”. “-No, no me pone el cuerno, estoy segura-“ dijo la chica al teléfono como adivinando nuestros pensamientos: “-Ya le chequé el celular, los recibos, el carro, y no, estoy segura que no, esto está peor, porque es puro aburrimiento. No quiere salir al cine, ni menos a echarnos una copa o algo, ya no puedo hacer que se mueva de la tele. Llega bien cansado del trabajo, que hace como mil horas para llegar y prende la tele y no vuelvo a contar con él. O sea, para nada, ni a casa de sus papás quiere ir.-“ Entonces, la amiga algo le dijo que la chica respingó: “-No, te lo juro, ni eso. Bueno, con decirte que hacer que saque dos palabras es un milagro. Contesta con puro si, no, luego…no es ya el que platicaba hasta por los codos. Ya sabes que nunca fue el alma de la fiesta, pero tenía buena plática. Ya nada. A lo más que llegó el sábado, fue a gritar cuando ganó Kansas, ya ves que su fut americano no lo perdona, pero no quiso irse con Sergio y compañía a verlo al bar, ya prefiere estar solo. Y yo, pues en el descuido absoluto, y soy buena gente, pero ya me cansé, ya me fastidié.-“
En eso, la chava llegó a la ventanilla. Se despidió y colgó. Entonces, el empleado le dijo “-Con todo respeto, señorita, señora. Es usted muy linda, se ve que es buena persona, muy joven, yo creo que usted se merece a alguien que todos los días le diga palabras bonitas.-“ La chica se puso roja como un tomate. “-Muchas gracias, señor.-“ El empleado, un hombre de ya más de setenta años, sonrió “- A nadie se nos debe olvidar que todos merecemos palabras bonitas. Aquí tiene su recibo y gracias por venir a pagar. Que tenga un día hermoso.-“
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