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Personajes políticos en redes sociales

Por Marco Iván Vargas Cuéllar

Noviembre 04, 2021 03:00 a.m.

El tema del uso de las redes sociales por parte de representantes populares y funcionarias(os) públicos es uno de esos asuntos que requieren atención desde distintos frentes. Durante varios años hemos observado que las personas que aspiran a un puesto de elección popular adoptan distintas estrategias en el empleo de las redes sociales como espacios de exposición de su candidatura. Desde luego, existen casos sobresalientes –sea por su éxito o fracaso- que merecen ser estudiados y descritos con sumo cuidado, sobre todo para tratar de entender la manera en que el empleo de estas redes se conecta con la forma en que el electorado les conoce y valora para votar.

Sin embargo, el empleo de las redes por parte de representantes populares y funcionarias(os) públicos es un asunto distinto. No hay que olvidar que candidato no es lo mismo que gobernante; y en este ámbito de responsabilidad, la relación comunicativa que se intenta establecer con el público puede responder a otros fines.

Quiero referirme de manera concreta a la forma en que estos personajes públicos emplean a las redes sociales para comunicarse con la ciudadanía. Diversos estudios han demostrado que plataformas como Facebook, Twitter o Instagram –todavía no leo nada sobre TikTok- tienen el potencial de transformar a las democracias en la medida en que ofrecen canales de comunicación directa entre funcionarias(os) y representantes con la ciudadanía sin la mediación o interferencia de un partido político o un medio de comunicación. 

Para ser más claro aún. Me interesa discutir esta idea del perfeccionamiento de la democracia y el uso de las redes sociales, no desde el ámbito electoral sino desde el ámbito gubernamental. A estas alturas del partido creo que todos ya estamos de acuerdo en una idea de democracia que tiene que ver con la relación de la ciudadanía con su gobierno –algo que está bastante más allá que la efímera relación entre candidatas(os) y electorado-. Y este asunto es relevante porque nuestro sistema político no proporciona muchos elementos que motiven a la ciudadanía a evaluar a sus funcionarios. Hay que insistir en la idea de que la reelección no debería ser el único motivo para evaluar a los funcionarios y representantes. 

Un estudio que se publicó hace apenas unas semanas (“Policy or person? What voters want from their representatives on Twitter”, googlead si le interesa), plantea una cuestión interesante: ¿qué estilos existen para emplear las redes sociales? ¿hay alguna relación entre ese estilo y la valoración con su público?. De manera general se describen dos estilos para el uso de las redes: el estilo orientado a las políticas donde se proporciona información sobre las posturas que se adoptan frente a determinados problemas o asuntos públicos; y el estilo privado donde se muestran actividades cotidianas y personales para mostrarse frente al público como personas ordinarias y así cosechar simpatía. 

El estudio se realizó con usuarios de la plataforma Twitter en Alemania y Suiza –aclaro esto por seriedad metodológica y porque el contexto importa- y demostró que el público valora de manera más positiva a quienes emplean el estilo orientado a las políticas por sobre quienes emplean las redes para promoverse como personas ordinarias. Las conclusiones sugieren que esta valoración positiva se relaciona con dos razones: la relevancia de un(a) funcionario(a) competente y el alto valor por la representación sustantiva. 

La honestidad intelectual no nos permite hacer generalizaciones ni interpolaciones desproporcionadas a partir de los hallazgos de este estudio. Pero sí podemos provocar un debate que se relacione con la exigencia desde la ciudadanía por medio de estos canales de comunicación directa. Si nos vamos a tomar en serio el asunto de evaluar a nuestras(os) funcionarias(os) y representantes populares, vale la pena hacerlo con los argumentos y las razones correctas. Soy de la idea de que la oferta política se relaciona con la demanda de la ciudadanía, por lo que un abaratamiento en esta relación empobrece a todo el proceso político. 

La estrategia que cada personaje público decide para el uso de sus redes sociales depende de la seriedad con la que quiera tomarse este asunto. No encuentro problema alguno en que alguien – ya sea por convicción propia o por asesoría externa- se quiera mostrar en redes sociales como aficionado al pan de muerto o a las quesadillas del mercado. Pero en términos de rendimientos democráticos –electorales y gubernamentales- el estilo tendría que ir en otro sentido. 

Twitter. @marcoivanvargas