Preguntas en el aire

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Si bien Venus posiblemente no sea un planeta tan popular como Marte, esta semana se convirtió en noticia cuando un grupo internacional de investigadores, encabezado por Jeane Graves de la Universidad de Cardiff, publicó un artículo en la revista Nature Astronomy en el que  reporta haber detectado gas fosfina en su atmósfera. De acuerdo con las conclusiones de dicho artículo, si bien la fosfina puede tener un origen no biológico, también podría ser originado por vida microbiana. Esto último, a pesar de que las condiciones ambientales en Venus son extremas y muy alejadas de las que prevalecen en la Tierra. Pero vayamos por partes.

Consideremos primeramente que la órbita de Venus alrededor del Sol es la segunda más alejada después de la de Mercurio, lo que nos llevaría a concluir que la superficie de Mercurio es más caliente que la de Venus. No es el caso, sin embargo, debido a que Venus tiene una atmósfera extremadamente densa de dióxido de carbono –el gas de invernadero que tantos problemas le está dando al clima de la Tierra-, la cual mantiene la superficie del planeta a una temperatura superior a los 400 grados centígrados, más que suficiente para fundir plomo, pero poco amigable para la vida.  Esto último es responsable de la poca popularidad de Venus en comparación con Marte, que tiene un clima más moderado. 

Venus, por otro lado, no siempre ha sido un planeta con poco atractivo. Después de todo, visto desde la Tierra, es el segundo objeto nocturno más brillante en el cielo después de la Luna y ha sido bien identificado desde que empezamos a escudriñar el cielo. Así, en su condición de cuerpo espacial destacado, Venus fue en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado un planeta de gran interés para las agencias espaciales de los Estados Unidos y, sobre todo, de la entonces Unión Soviética. De hecho, fue Venus y no Marte el primer planeta en cuya superficie se posó de manera controlada una sonda planetaria.  Esto ocurrió en diciembre de 1970, cuando la Unión Soviética colocó sobre la superficie venusina a  la sonda Venera 7, que logró trasmitir desde ahí por 23 minutos información sobre las condiciones ambientales del planeta. 

La información enviada por la sonda Venera 7 confirmó que la temperatura en la superficie de Venus ronda los 450 grados centígrados, y que su atmósfera es tan densa que la presión atmosférica es unas 100 veces más grande que la de nuestro planeta. Antes de que las sondas planetarias nos dieran a conocer las verdaderas condiciones ambientales de Venus, se conjeturaba que el clima de este planeta era cálido, seco o húmedo, pero no incompatible con la vida. Competía de este modo con Marte, entre los escritores de ciencia ficción, como asiento de civilizaciones extraterrestres. Desafortunadamente, las sondas planetarias nos enseñaron que, lejos de ser un lugar amigable, Venus es un infierno con una atmósfera extremadamente densa y seca, y con altas concentraciones de ácido sulfúrico. El atractivo del planeta sufrió entonces un deterioro considerable.

La temperatura ambiental de Venus, sin embargo, se modera conforme nos elevamos por encima de su superficie, y a algunas decenas de kilómetros de altura alcanza unos 30 grados centígrados. Es ahí, conjeturan Greaves y colaboradores, flotando en la atmósfera, en donde podría florecer la vida microbiana responsable de la fosfina detectada en Venus. De conformarse esta posibilidad, Venus con toda seguridad recuperaría su lugar que siempre ha tenido como uno de los objetos más destacados del firmamento.

No obstante, hay que hacer notar que, en contraste con la estridencia de los medios de comunicación que destacaron la conjetura de que exista vida microbiana en Venus, Graves y colaboradores son muy cautos en su artículo y escriben en el mismo que “Aun si se confirma, enfatizamos que la detección de fosfina no es una evidencia robusta de la existencia de vida, sino de un proceso químico anómalo y para el cual no hay explicación por el momento”. Al mismo tiempo, sin embargo, enfatizan que, a pesar de sus esfuerzos, no han logrado encontrar una explicación no biológica para su hallazgo de fosfina en Venus.  

¿Se confirmará el origen no biológico de la fosfina encontrada en Venus? ¿O, por lo contrario, se confirmará la existencia de vida microbiana en este planeta? Para encontrar respuestas tendremos que esperar a que se lleven a cabo más investigaciones que arrojen luz al respecto. En tanto eso ocurre, Venus ha sido afortunado al recuperar, así sea temporalmente, algo de su lustre perdido.