Primero los pobres

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“Dicen que hay en el mundo demasiadas bocas que 

alimentar; olvidan que por cada 

boca hay dos brazos”.

Joao de Castro

No a todo el mundo le ha caído la actual coyuntura como anillo al dedo. Si bien el presidente López Obrador celebra “la crisis del modelo neoliberal”, porque piensa que le ayudará a impulsar la transformación que desea, hay buenas razones para pensar que los pobres serán las principales víctimas. 

El Coneval, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, ha señalado en un estudio que “La contingencia sanitaria internacional provocada por la enfermedad COVID-19 en México puede revertir los avances en desarrollo social de la última década y comprometer la capacidad de recuperación económica de los hogares y las unidades económicas”. 

Según el Coneval, “La pobreza por ingresos se podría incrementar entre 7.2 y 7.9 puntos porcentuales, teniendo un incremento de la pobreza extrema por ingresos entre 6.1 y 10.7 millones de personas para 2020, mientras que para la pobreza laboral se estima un aumento de 37.3 a 45.8% en los primeros dos trimestres del 2020. 

La idea de que en el “período neoliberal” solo hubo deterioro para los pobres es falsa. “Entre 2008 y 2018 -señala el Coneval--, México logró una disminución de la pobreza de 2.5 puntos porcentuales, al pasar de 44.4 por ciento a 41.9. Las carencias sociales que presentaron mayores reducciones fueron el acceso a los servicios de salud, pasando de 38.4 por ciento en 2008 a 16.2 por ciento en 2018, así como la calidad y espacios de la vivienda, que en 2008 era de 17.7 por ciento y en 2018 fue de 11.1 por ciento”. 

La pandemia genera riesgos sanitarios importantes, pero la caída económica tendrá efectos más devastadores entre los pobres. “Las crisis de 1994-1996 y 2008-2010 muestran cómo la población se ve afectada por el aumento en el desempleo y disminución de los ingresos. Los grupos de población que enfrentan mayores adversidades suelen ser los de menores ingresos”. 

La crisis económica es mundial. No podemos responsabilizar al gobierno de López Obrador por un desplome de tal naturaleza. Pero la actual administración ha tomado medidas que provocaron una caída de la inversión productiva y de la actividad económica aun antes de la llegada del covid-19.  La economía nacional registró un descenso, pequeño, pero descenso, en 2019 de 0.1 por ciento, después de una década de crecimiento moderado, pero crecimiento. Ya en los tres primeros meses de 2020 nuestro país tuvo un tropiezo trimestral de 1.6 por ciento, que anualizado se traduce en una caída de 6.5 por ciento, bastante mayor que el 4.8 por ciento anualizado de Estados Unidos. La actividad industrial bajó 4.9 por ciento en los 12 meses concluidos en marzo. 

La caída de la economía mexicana se adelantó a la pandemia debido a una serie de decisiones gubernamentales, como las cancelaciones del aeropuerto de Texcoco, de las nuevas plantas privadas de electricidad, de las licitaciones de proyectos de petróleo crudo y de la planta cervecera de Mexicali. En febrero hubo una baja de 10.2 por ciento anual en la inversión fija bruta. Solo en abril se perdieron 555,247 empleos formales registrados en el IMSS. Los costos sociales empiezan ya a notarse.

Si el gobierno quiere realmente poner primero a los pobres, es momento para rescatar lo más que se pueda de la inversión productiva. Una parte de la caída es inevitable, por la pandemia; pero en aquellos campos en que el gobierno puede promover la inversión, debe hacerlo de manera vigorosa. 

Militarización

Las fuerzas armadas son, al parecer, la única opción en este momento para combatir al crimen organizado. Pero todos recordamos el rechazo de AMLO y de los morenistas, como Mario Delgado, a la militarización de la seguridad pública. Hoy están haciendo lo que rechazaron en el pasado. 

Twitter: @SergioSarmiento