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Ramírez Delgado

Por Yolanda Camacho Zapata

Marzo 28, 2023 03:00 a.m.

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Ayer mi querido amigo y colega de páginas, Jorge Chessal, propuso en su columna titulada “Juan Manuel”  una idea que no sólo me parece oportuna, sino que también es justa. Por tanto, hoy escribo en apoyo a ese texto, y lo complemento con el apellido del protagonista, “Ramírez Delgado”.

Usted sabrá, lectora, lector querido, que esta semana la comunidad  de abogados y abogadas potosinas estamos de luto. Quien fuera maestro de muchas generaciones, Juan Manuel Ramírez Delgado, falleció hace unos días, dejando en general un hueco grande en la comunidad universitaria y en lo particular a Chessal y a mí, un poco en la orfandad académica.

Conocí a Ramírez Delgado primero de fama. Un tipo serio, profesional, con reputación de profesor duro pero justo, con un saber enciclopédico de Derecho Penal, pero especialmente interesado en Criminología, ciencia que en aquél entonces, no pasaba de ser mencionada como una curiosidad académica, una especie de apéndice de las Ciencias Penales. Sin embargo, Ramírez Delgado entendía bien la Criminología y su importancia. Para él, el Derecho Penal no podía estudiarse sin entender a todo el fenómeno criminal: las causas que  lo provocan, los sujetos que lo cometen, las circunstancias sociales que lo gestan. Ramírez Delgado quería tener una visión integral del fenómeno, lo desmenuzaba, lo cuestionaba. Escucharlo hablar sobre Criminología hacía recordar un poco a su tocayo, Juan el Bautista, pregonando en el desierto.

Disciplinado y estudioso, el maestro escribió “El llamado Derecho Penal Especial” y “Penología: estudio de las diversas penas y medidas de seguridad”, publicados por Porrúa. A punta de tenacidad logró que se aprobara la Maestría en Política Criminal, en donde con toda humildad, se sentó como un alumno más a pesar de ser el cerebro detrás de proyecto. Así, en esa época vimos pasar por la facultad a Penólogos, Criminólogos y abogados de primer nivel que venían a departir con el amigo y a salpicarnos a nosotros, el estudiantado, de eso que les apasionaba.

Llegado el momento de mi titulación, era claro que quería a Ramírez Delgado como asesor de tesis. Jamás pensé que aquél primer acercamiento a la escritura académica fuese la piedra fundacional de otras tres tesis posteriores. El maestro Ramírez Delgado vio algo en mí que yo en ese momento ni siquiera sabía que existía. Cada asesoría era una confronta con mis propias ideas, amablemente guiadas por el maestro. Cada cita, era un encuentro con nuevo material que él me iba acercando, sugiriendo un camino distinto. Me alentó a escribir, a ser disciplinada frente a la hoja en blanco y, sobre todo, a no amedrentarme por pensar distinto. 

Creo que en algún momento, Ramírez Delgado supo que mi camino no sería el Derecho Penal, ni la Criminología, a pesar de que pasé varios años en el campo: tiempo después, estando yo ya en otras praderas, nos pusimos a platicar frente a la Facultad, y me alentó como nadie ante cierta disyuntiva laboral por la que atravesaba en aquél entonces. Yo le hablé sobre lo extraña que me sentía al haberme desviado de rumbo, y me cuestionaba si no había sido un gran error abandonar la  plaza que tenía entonces en el Supremo Tribunal de Justicia, para lanzarme a estudiar otras cosas. Se enojó. Me regañó como nada más un padre académico sabe hacerlo y me  dio una amorosa pero firme reprimenda “-No, no, no, usted no se quiera hacer la chiquita, que no la educamos para eso.”-  Me sentí fortalecida ante sus palabras; de nuevo, él veía en mí lo que todavía yo no alcanzaba a ver.

Jorge Chessal propone que: “por su impulso al estudio de la criminología, del derecho penal, del derecho penitenciario, por la huella profunda que dejó en su paso en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, por sus méritos académicos y personales, creo que haría bien la Universidad en instaurar la Cátedra Juan Manuel Ramírez Delgado, como una muy modesta forma de agradecerle tanto a mi maestro, mi amigo, al maestro de tantos, al amigo de tantos”. Yo no puedo mas que sumarme a la atinada iniciativa de Jorge, y solicitar a todos y todas las que fuimos sus alumnas, hacer voz para que nuestro maestro sea reconocido como se merece a través de la instalación de una Cátedra en su nombre.

Bien recuerda Chessal que en vida el maestro Ramírez Delgado huyó de homenajes y preseas. Pero él ya no está y por eso los que fuimos afortunados en tenerlo cerca, podemos reconocer sus muchos méritos y hacer lo que él no nos dejó impulsar en vida. Lo haremos esperando que no se enoje con nosotros, pero siempre en señal del respeto profundo que le tenemos y del agradecimiento de decenas de generaciones que formó. Hasta siempre, querido maestro.