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Relación entre el incremento antropogénico de la temperatura mundial y la economía

Por Adolfo González Díaz Infante

Junio 08, 2024 03:00 a.m.

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Cualquier acto generado por el hombre COMO ESPECIE es considerado ANTROPOGÉNICO, en nuestro caso de estudio es el aumento de la temperatura producto de nuestras actividades diarias y especialmente industriales. Y en esa eterna confrontación entre ECOLOGÍA VS ECONOMÍA existe una relación en que se refleja en la productividad económica del hombre que se mide en el famoso PIB, que es el Producto Interno Bruto en este caso PER CÁPITA, es decir por persona o habitante de cierta economía de cierta región o país.

Un estudio realizado por varios científicos y economistas revela que el impacto económico por el cambio climático y el calentamiento global está reduciendo la riqueza al mismo ritmo de una guerra permanente como en estos momentos en Ucrania o Gaza. Y la relación de este impacto se mide en un número que se describe por cada GRADO CENTÍGRADO de aumento de temperatura promedio mundial provoca una disminución del 12 % en el PIB mundial. Al ritmo de CONSUMISMO que tenemos actualmente y que estamos inculcando a nuestros descendientes puede llegar a 3 grados centígrados al final de siglo, es decir puede afectar al PIB mundial en una disminución del 36%, lo cual implica que debido a las lluvias torrenciales en algunas partes y muy escasas en otras, además de los fenómenos meteorológicos extremos como SUPERHURACANES como OTIS en nuestro país, están generando pérdidas económicas de 38,000 millones de dólares anuales en el mejor de los casos. El huracán Harvey en 2017 en Houston originó pagos de las aseguradoras de más de 14,000 millones de dólares más otros 14,000 no asegurados. El fenómeno del Niño tan sólo en Colombia provocó un aumento de precio en la energía del 23% y podríamos seguir enumerando costos económicos que ya estamos pagado todos por motivos ecológicos.

Esta es la razón por la cual debemos como país tener cifras reales para tomar las decisiones adecuadas, porque la realidad nos indica que vamos directo a un camino sin fin y no estamos haciendo nada en lo institucional, y si esperamos que nos lo resuelva el gobierno simplemente no hay solución. La solución está en cada uno de nosotros, modificando nuestros PATRONES DE CONSUMO, afectando lo menos posible nuestro estilo de vida.

En estos mismos estudios se establece que el costo final por emisión de CO2 y demás gases de efecto invernadero equivalente, es de 1,056 dólares por tonelada emitida, que es un valor mucho muy superior a los 190 dólares que maneja la EPA en EU, que es el equivalente a nuestra SEMARNAT. Lo anterior quiere decir que nuestro pago por contaminar para compensar nuestro daño al medio ambiente, si se usara realmente en eso, debería ser 1,056 dólares por tonelada.

En estos momentos en nuestro país, que estamos siendo afectados por olas de calor sin precedente, podemos observar dichos efectos directamente en los precios de los alimentos, en este caso el del maíz que está entre 5,500 y 6,000 pesos por tonelada, que es insuficiente según los productores, ya que los precios de todos los insumos -especialmente energéticos- para el riego, han subido demasiado. Imaginemos cómo estarían los precios sin los subsidios que reciben los propios productores. SIN MAÍZ NO HAY PAÍS, reza el dicho popular y ésta es la base de nuestra alimentación, en la que somos deficitarios e importamos casi 20 millones de toneladas de maíz anualmente, es decir 153 kilos por cada habitante de nuestro país y con los efectos negativos ecológicos lo razonable es que cada vez importemos más maíz.

Por donde lo veamos, nuestra economía y forma de vida está totalmente ligada a la ecología, y al descuidar la ecología estamos descuidando la economía.

Un ejemplo de lo anterior es que por fin los bancos, que al final son los que están financiando la destrucción de nuestro planeta, empiezan levemente a ser conscientes de lo anterior y empiezan a tomar en cuenta las variables ecológicas para autorización o no del financiamiento de proyectos en función del grado de devastación o de remediación ecológica de los mismos. “SI TE PRESTO PARA SEMBRAR MAÍZ, DESTRUYES LA SELVA Y DEJA DE LLOVER, CON QUÉ ME PAGAS”.