Satélite a la vista
En un artículo publicado en 1978 en la revista “Journal of Geophysical Research”, Donald Kessler y Burton Cour-Palais, en ese entonces en el Johnson Space Center de la NASA, discutieron la posibilidad de que se produjeran colisiones entre satélites artificiales por la gran cantidad de satélites en órbita. Dadas las enormes velocidades a la que se producirían las colisiones, los satélites se destruirían, generando fragmentos que a su vez podrían colisionar y producir más fragmentos. De esta manera, se crearía un cinturón de “basura espacial” que se mantendría en órbita por largo tiempo. El proceso sería equivalente al que llevó a la formación del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, que habría sido resultado de las colisiones entre masas planetarias de mayor tamaño. En cuanto al tiempo de formación, si bien al cinturón de asteroides le tomó miles de millones años en formarse por el enorme volumen de espacio que ocupa, según Kessler y Cour-Palais el cinturón de basura espacial podría formarse en decenas de años.
En el casi medio siglo que ha transcurrido desde que Kessler y Cour-Palais publicaron su artículo, el número de satélites en órbita se ha multiplicado por un factor de dos, hasta alcanzar alrededor de 8,000 satélites en la actualidad. Además, dada la demanda creciente, se espera que el número de satélites en órbita se incremente rápidamente en los próximos años hasta alcanzar unos 25,000.
En estas condiciones se incrementará la probabilidad de que ocurra el llamado “Síndrome de Kessler”, según el cual, con el aumento en el número de satélites en órbita en algún momento se alcanzará una masa crítica y se generaría un efecto en cascada, en la que la colisión de satélites producirá fragmentos que a su vez producirán más fragmentos por colisión, y así en forma sucesiva hasta hacer que la órbita sea inutilizable por la basura acumulada.
Además, el incremento de dicha basura podrá resultar no solamente por el choque accidental de satélites, sino por su destrucción intencional; por ejemplo, en el contexto de una guerra entre potencias espaciales empleando algún tipo de las llamadas armas antisatélite. Esta posibilidad es analizada por un artículo publicado el pasado 26 de marzo en la revista “Leiden Journal of International Law” por Chris O´Meara, de la Universidad de Exeter, Reino Unido.
O´Meara hace notar que un ataque a un satélite en órbita por un arma que lleve a su destrucción -por ejemplo, mediante un misil lanzado desde la Tierra o haciendo explotar otro satélite en su proximidad- incrementaría la basura espacial que a su vez podría llevar a la destrucción de otros satélites y con esto afectar a una infraestructura espacial que es de importancia vital para la población en general. Por ejemplo, podría afectar la infraestructura de satélites para telecomunicaciones y para el sistema de posicionamiento global, cuya destrucción provocaría un caos a nivel planetario. Habría que tomar en cuenta, además, que un satélite puede dedicarse tanto a aplicaciones civiles como militares, de modo tal que la destrucción de un satélite de interés militar podría afectar también a la población civil.
Chris O´Meara considera que, si bien no hay leyes específicas para regular un eventual conflicto entre potencias espaciales, las reglas de la guerra vigentes, que establecen los límites para que un país pueda llevar a cabo acciones militares en contra de otro, pueden ser adaptadas y aplicadas a la guerra en el espacio. En palabras de O´Meara: “La perspectiva de una guerra en el espacio es una preocupación real y los Estados afirman su derecho a actuar para defender sus intereses en ese ámbito. Por consiguiente, la inquietud por la militarización del espacio es una prioridad en la agenda internacional. Si bien los Estados continúan desarrollando nuevas armas anti espaciales, el cumplimiento de los requisitos legales establecidos, que pueden interpretarse y adaptarse para su aplicación en el espacio ultraterrestre, tiene el potencial de limitar el uso de armas antisatélite”.
Por ejemplo, O´Meara considera que, en caso de necesidad de anular a un satélite, las reglas vigentes de la guerra demandan que sea anulado por procedimientos que no impliquen su destrucción y la diseminación de sus restos a lo largo de la órbita. En este sentido enumera posibilidades. Por ejemplo, se podría dirigir un láser hacia el satélite, que deslumbre o ciegue de manera permanente sus dispositivos sensores. Se podría también interferir con las comunicaciones del satélite o hacerle llegar señales falsas para confundirlo. Otra opción sería lanzar un ciberataque sobre las bases de datos del satélite para corromperlas.
Una opción adicional es que no haya guerras. La cual no pareciera ser realista, sin embargo, en virtud de que cada vez son más los países con programas espaciales. Por lo pronto, la lista de países con la capacidad de cazar y convertir en fragmentos un satélite en órbita incluye a los Estados Unidos, China, Rusia y la India.